Iba el alfarero con su carga de grandes ollas de barro. Muy distraído iba, de modo que sin darse cuenta atravesó la calle en el momento en que venía una carroza tirada por caballos. Cayó al suelo el alfarero, golpeado por el carruaje, y todos sus cacharros se quebraron.
Llegó un guardia y dijo al alfarero en voz muy baja:
-Tú eres pobre, y el dueño de la carroza es rico. Dí que él tuvo la culpa de lo sucedido, y yo haré que te pague los cacharros.
Respondió el alfarero:
-Hermano: ya tengo la desgracia de ser pobre. ¿Quieres que además tenga la desgracia de ser mentiroso y ladrón?
Hu-Ssong, filósofo oriental, les contó ese apólogo a sus discípulos. Y ellos entendieron que la propia estimación vale más que todos los dineros
Y termino con una carta que el año pasado, Astrid, una niña de 7 años colocó en el árbol de Navidad de mi parroquia:
"Querido Niño Dios: Este año he sido una buena niña. Me he portado bien. No he peleado con mi hermanito. Tampoco he desobedecido a mis papás. Todos los días hago la tarea; no dejo cosas tiradas; cuido mi ropa y no me enojo si no nos llevan al cine o no nos dejan ver la tele.
"Pero este año no te voy a pedir juguetes ni regalos. Lo único que te pido es que mis papás ya no se peleen; que no se griten ni discutan tanto, porque eso nos asusta mucho; y que no nos peguen cuando están enojados. Que mi papi pase más tiempo con nosotros que con sus amigos; y que mi mami juegue más con nosotros que con las amigas con las que se va a jugar.
"Me he portado bien, niñito Jesús. Haz que mis papás también se porten bien".
Llegó un guardia y dijo al alfarero en voz muy baja:
-Tú eres pobre, y el dueño de la carroza es rico. Dí que él tuvo la culpa de lo sucedido, y yo haré que te pague los cacharros.
Respondió el alfarero:
-Hermano: ya tengo la desgracia de ser pobre. ¿Quieres que además tenga la desgracia de ser mentiroso y ladrón?
Hu-Ssong, filósofo oriental, les contó ese apólogo a sus discípulos. Y ellos entendieron que la propia estimación vale más que todos los dineros
Y termino con una carta que el año pasado, Astrid, una niña de 7 años colocó en el árbol de Navidad de mi parroquia:
"Querido Niño Dios: Este año he sido una buena niña. Me he portado bien. No he peleado con mi hermanito. Tampoco he desobedecido a mis papás. Todos los días hago la tarea; no dejo cosas tiradas; cuido mi ropa y no me enojo si no nos llevan al cine o no nos dejan ver la tele.
"Pero este año no te voy a pedir juguetes ni regalos. Lo único que te pido es que mis papás ya no se peleen; que no se griten ni discutan tanto, porque eso nos asusta mucho; y que no nos peguen cuando están enojados. Que mi papi pase más tiempo con nosotros que con sus amigos; y que mi mami juegue más con nosotros que con las amigas con las que se va a jugar.
"Me he portado bien, niñito Jesús. Haz que mis papás también se porten bien".