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La milagrosa pastilla fue creada por un científico ruso para el KGB durante la Guerra Fría.
La "pastilla del KGB", la píldora contra la resaca que inventó un científico ruso durante la Guerra Fría, está causando furor en EEUU, donde los que buscan sacudirse de los excesos del día anterior se han gastado dos millones de dólares en un mes.
Y la cosa no queda ahí ya que los fabricantes de la RU-21, nombre con el que se comercializa la pastilla, están dispuestos a llegar "hasta el último rincón del planeta" para librar al mundo de la temida "pokhmelie", que es como se dice resaca en ruso.
El producto, que se vende en 12 países, entre ellos Chile, Vietnam y el Reino Unido, estará disponible en España antes de finales de año y debutará en México en las próximas semanas, según aseguró a EFE Emil Chiaberi, presidente de Spirit Sciences USA, la compañía californiana que distribuye la pastilla.
RU-21, conocida en Rusia como "Antipokhmelin", nació en un laboratorio al sur de Moscú hace más de tres décadas cuando Yevgeny Mayevsky desarrolló un compuesto a base de vitamina C, hidratos de carbono y aminoácidos
El invento de Mayevsky reduce la producción de acetaldehído, un químico nocivo resultado de la metabolización del alcohol que no sólo es el causante de la resaca, sino que se transforma en un pernicioso ácido para el hígado, el ácido acético.
Según la leyenda, que Spirit Sciences se ha encargado de alimentar, los primeros clientes de Mayevsky fueron los agentes del KGB quienes creían que la "Antipokhmelin" les ayudaba a mantenerse sobrios mientras extraían jugosas confesiones de sus ebrios rivales.
La ciencia no evolucionó por esos derroteros pero los espías rusos sí podrían haberse librado del amargo trago de la pokhmelie.
Pese al revolucionario invento, Mayevsky y su pastilla permanecieron en el anonimato hasta el 2000, año en el que Dmitry Myasnikov, socio de Chiaberi, comenzó la producción masiva del producto en Rusia.
El siguiente paso de la "Antipokhmelin" fue el debut en EEUU en mayo del 2003 con el nombre de RU-21, en alusión a la edad legal para empezar a consumir alcohol, los 21 años.
Desde Estados Unidos, Spirit Sciences ha diseñado una agresiva estrategia comercial que se ha traducido en ventas anuales en todo el mundo de 36 millones de dólares.
De todos modos, el embriagador éxito del producto ha ido acompañado de una buena dosis de controversia.
"Ofrece una falsa sensación de seguridad", afirma Pam McCracken, experta en narcóticos de la Universidad Estatal de Colorado. "La gente piensa que porque están tomando estas pastillas pueden beber más y evitar las consecuencias, pero el cuerpo sólo puede tolerar una cierta cantidad de alcohol".
Chiaberi echa mano de todo tipo de estudios para defender a la RU-21, como la investigación de los Institutos Nacionales de Salud (INH) de EEUU, según la cual las resacas le cuestan a EEUU 185 mil millones de dólares anuales debido al absentismo y al bajo rendimiento laboral.
Chiaberi también cita tres estudios rusos que indican que la resaca no previene el consumo de alcohol, sino todo lo contrario.
La ciencia parece estar del lado de Chiaberi, pero entre los que decidieron hacer de conejillos de indias existen versiones dispares.
Mark Rahner, periodista del diario "Seattle Times", pensó que amanecería en un estado catatónico similar al de Nicholas Cage en la película "Leaving las Vegas" tras una noche de excesos etílicos en el nombre de la ciencia.
En lugar de eso, se despertó más fresco que una lechuga.
En cambio, Alex Hannaford del periódico británico "The Guardian" no tuvo tanta suerte. "El resultado de mi experimento fue desastroso", escribió Hannaford tras una velada maratoniana en la que se bebió varios cubalibres, cócteles de vodka, tequila y ron.
A las seis de la tarde del día siguiente a su experimento, Hannaford reunió las fuerzas necesarias para llamar a Chiaberi.
Al otro lado del teléfono, el presidente de Spirit Sciences USA le preguntó, "¿cuántas copas te tomaste?" "¡Esta pastilla es para bebedores moderados", apuntaló.
La "pastilla del KGB", la píldora contra la resaca que inventó un científico ruso durante la Guerra Fría, está causando furor en EEUU, donde los que buscan sacudirse de los excesos del día anterior se han gastado dos millones de dólares en un mes.
Y la cosa no queda ahí ya que los fabricantes de la RU-21, nombre con el que se comercializa la pastilla, están dispuestos a llegar "hasta el último rincón del planeta" para librar al mundo de la temida "pokhmelie", que es como se dice resaca en ruso.
El producto, que se vende en 12 países, entre ellos Chile, Vietnam y el Reino Unido, estará disponible en España antes de finales de año y debutará en México en las próximas semanas, según aseguró a EFE Emil Chiaberi, presidente de Spirit Sciences USA, la compañía californiana que distribuye la pastilla.
RU-21, conocida en Rusia como "Antipokhmelin", nació en un laboratorio al sur de Moscú hace más de tres décadas cuando Yevgeny Mayevsky desarrolló un compuesto a base de vitamina C, hidratos de carbono y aminoácidos
El invento de Mayevsky reduce la producción de acetaldehído, un químico nocivo resultado de la metabolización del alcohol que no sólo es el causante de la resaca, sino que se transforma en un pernicioso ácido para el hígado, el ácido acético.
Según la leyenda, que Spirit Sciences se ha encargado de alimentar, los primeros clientes de Mayevsky fueron los agentes del KGB quienes creían que la "Antipokhmelin" les ayudaba a mantenerse sobrios mientras extraían jugosas confesiones de sus ebrios rivales.
La ciencia no evolucionó por esos derroteros pero los espías rusos sí podrían haberse librado del amargo trago de la pokhmelie.
Pese al revolucionario invento, Mayevsky y su pastilla permanecieron en el anonimato hasta el 2000, año en el que Dmitry Myasnikov, socio de Chiaberi, comenzó la producción masiva del producto en Rusia.
El siguiente paso de la "Antipokhmelin" fue el debut en EEUU en mayo del 2003 con el nombre de RU-21, en alusión a la edad legal para empezar a consumir alcohol, los 21 años.
Desde Estados Unidos, Spirit Sciences ha diseñado una agresiva estrategia comercial que se ha traducido en ventas anuales en todo el mundo de 36 millones de dólares.
De todos modos, el embriagador éxito del producto ha ido acompañado de una buena dosis de controversia.
"Ofrece una falsa sensación de seguridad", afirma Pam McCracken, experta en narcóticos de la Universidad Estatal de Colorado. "La gente piensa que porque están tomando estas pastillas pueden beber más y evitar las consecuencias, pero el cuerpo sólo puede tolerar una cierta cantidad de alcohol".
Chiaberi echa mano de todo tipo de estudios para defender a la RU-21, como la investigación de los Institutos Nacionales de Salud (INH) de EEUU, según la cual las resacas le cuestan a EEUU 185 mil millones de dólares anuales debido al absentismo y al bajo rendimiento laboral.
Chiaberi también cita tres estudios rusos que indican que la resaca no previene el consumo de alcohol, sino todo lo contrario.
La ciencia parece estar del lado de Chiaberi, pero entre los que decidieron hacer de conejillos de indias existen versiones dispares.
Mark Rahner, periodista del diario "Seattle Times", pensó que amanecería en un estado catatónico similar al de Nicholas Cage en la película "Leaving las Vegas" tras una noche de excesos etílicos en el nombre de la ciencia.
En lugar de eso, se despertó más fresco que una lechuga.
En cambio, Alex Hannaford del periódico británico "The Guardian" no tuvo tanta suerte. "El resultado de mi experimento fue desastroso", escribió Hannaford tras una velada maratoniana en la que se bebió varios cubalibres, cócteles de vodka, tequila y ron.
A las seis de la tarde del día siguiente a su experimento, Hannaford reunió las fuerzas necesarias para llamar a Chiaberi.
Al otro lado del teléfono, el presidente de Spirit Sciences USA le preguntó, "¿cuántas copas te tomaste?" "¡Esta pastilla es para bebedores moderados", apuntaló.