Noticia curiosa publicada en el periódico esta semana, a cerca de un museo de vampiros abierto recientemente en París.:miedo:
Un profesor de inglés ha creado en un popular barrio parisino el primer Museo de los Vampiros, un espacio para la leyenda y el cuento
DULCES MORDISCOS EN PARÍS
Se llega por un callejón un tanto siniestro en un barrio de casas individuales. Una puerta metálica pintada de rojo te da la bienvenida. Allí, un patio estrecho te conduce a la sala principal del primer museo de los vampiros en Francia, creado hace unos meses en Les Lilas, un barrio popular del noreste de París.
"Ahora los vampiros están por todas partes y son más peligrosos que antes. Decidí encerrar algunos ejemplares en un museo para compararlos con los de antes y ayudar a la gente a protegerse", explica Jacques Sirgent, director del museo. La galería está instalada en una gran sala de su casa familiar. El ex profesor de inglés dispuso las piezas de su colección personal: decenas de libros extraños, casi 400 películas y toda una variedad de objetos que evocan leyendas de vampiros.
A la entrada, un chupasangre moderno: un maniquí de plástico que lleva un casco con dos botellas de sangre unidas por un tubo a la boca. Al fondo de la pieza, una condesa Bathory -noble húngara célebre por sus sacrificios humanos y su vampirismo-, enterrada viva en un mueble. Instalados sobre una mesa, una mano cubierta de joyas y con una rosa, una prótesis dental, martillos, una cruz y un cráneo ficticio.
Por aquí y por allá murciélagos, espejos, hombres-lobo... objetos de pacotilla que sirven de apoyo a los horripilantes relatos del incansable amo del lugar. Y su imaginación parece no tener límites ni prudencia: "Hay estudios que prueban que si se bebe sangre humana, se vive treinta años más que el promedio", relata impasible mientras saca un libro polvoriento: "The Science of Vampires (La ciencia del vampirismo)".
"¿Sabía usted que en otros tiempos los ricos compraban la sangre de los pobres para fortificarse, y que incluso actualmente se les da a los niños en América del Sur?", dijo. "Por lo demás a mi abuela la llevaban al matadero de La Villete para beber sangre directamente en un barreño", añadió.
El museo abrió sus puertas en marzo pasado. Desde entonces recibe, con reserva previa, a un público variado e intencionalmente excéntrico. Es lo que dice Jacques Sirgent cuando relata que recibió italianos que decían "sacarse sangre con una jeringa para beberla entre ellos".
No apto para fanáticos
Sirgent dice que sólo excluye de la visita a "gente sin imaginación, a fanáticos o a aficionados a las sesiones sado-masoquistas". Por supuesto los góticos conocen bien el lugar, aunque el museo acoge también a los amantes de la literatura fantástica, a niños de imaginación fértil, incluso a un grupo de estudiantes, pues "Drácula" de Bram Stocker figura en su programa de estudios. Dentro de poco, el local será ampliado y Sirgent espera instalar una sala de proyección y otra de lectura.
A sus invitados les propone temas de dos horas, cenas-debates en torno a un chile con carne y proyecciones que pueden prolongarse hasta la madrugada. Para los más entusiastas reserva una peregrinación hasta la tumba secreta de Vlad Tepes, el señor feudal rumano que inspiró el personaje de Drácula, en el cementerio parisino Pére Lachaise.
Un profesor de inglés ha creado en un popular barrio parisino el primer Museo de los Vampiros, un espacio para la leyenda y el cuento
DULCES MORDISCOS EN PARÍS
Se llega por un callejón un tanto siniestro en un barrio de casas individuales. Una puerta metálica pintada de rojo te da la bienvenida. Allí, un patio estrecho te conduce a la sala principal del primer museo de los vampiros en Francia, creado hace unos meses en Les Lilas, un barrio popular del noreste de París.
"Ahora los vampiros están por todas partes y son más peligrosos que antes. Decidí encerrar algunos ejemplares en un museo para compararlos con los de antes y ayudar a la gente a protegerse", explica Jacques Sirgent, director del museo. La galería está instalada en una gran sala de su casa familiar. El ex profesor de inglés dispuso las piezas de su colección personal: decenas de libros extraños, casi 400 películas y toda una variedad de objetos que evocan leyendas de vampiros.
A la entrada, un chupasangre moderno: un maniquí de plástico que lleva un casco con dos botellas de sangre unidas por un tubo a la boca. Al fondo de la pieza, una condesa Bathory -noble húngara célebre por sus sacrificios humanos y su vampirismo-, enterrada viva en un mueble. Instalados sobre una mesa, una mano cubierta de joyas y con una rosa, una prótesis dental, martillos, una cruz y un cráneo ficticio.
Por aquí y por allá murciélagos, espejos, hombres-lobo... objetos de pacotilla que sirven de apoyo a los horripilantes relatos del incansable amo del lugar. Y su imaginación parece no tener límites ni prudencia: "Hay estudios que prueban que si se bebe sangre humana, se vive treinta años más que el promedio", relata impasible mientras saca un libro polvoriento: "The Science of Vampires (La ciencia del vampirismo)".
"¿Sabía usted que en otros tiempos los ricos compraban la sangre de los pobres para fortificarse, y que incluso actualmente se les da a los niños en América del Sur?", dijo. "Por lo demás a mi abuela la llevaban al matadero de La Villete para beber sangre directamente en un barreño", añadió.
El museo abrió sus puertas en marzo pasado. Desde entonces recibe, con reserva previa, a un público variado e intencionalmente excéntrico. Es lo que dice Jacques Sirgent cuando relata que recibió italianos que decían "sacarse sangre con una jeringa para beberla entre ellos".
No apto para fanáticos
Sirgent dice que sólo excluye de la visita a "gente sin imaginación, a fanáticos o a aficionados a las sesiones sado-masoquistas". Por supuesto los góticos conocen bien el lugar, aunque el museo acoge también a los amantes de la literatura fantástica, a niños de imaginación fértil, incluso a un grupo de estudiantes, pues "Drácula" de Bram Stocker figura en su programa de estudios. Dentro de poco, el local será ampliado y Sirgent espera instalar una sala de proyección y otra de lectura.
A sus invitados les propone temas de dos horas, cenas-debates en torno a un chile con carne y proyecciones que pueden prolongarse hasta la madrugada. Para los más entusiastas reserva una peregrinación hasta la tumba secreta de Vlad Tepes, el señor feudal rumano que inspiró el personaje de Drácula, en el cementerio parisino Pére Lachaise.