Moy
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No pudo ser. El Trofeo Bernabéu cruzó el charco. Un gol de Castro dio el triunfo a los Pumas ante un Real Madrid al que le faltó corriente continua en su juego y acierto en el último pase. Owen se presentó en casa y se mostró bullicioso. Camacho dio minutos a los Pavones (Mejía, Paredes, Juanfran, Soldado) y aprovechó la noche para hacer repartir esfuerzos y hacer pruebas. Pero no era el día de los blancos. Hugo Sánchez regresó al Bernabéu y se despidió con un trofeo bajo el brazo.
Lesiones, compromisos internacionales, rotaciones… Motivos varios que provocaron muchas caras nuevas en el once de Camacho. Owen se presentó en casa, Casillas dejó su puesto a César, Raúl Bravo ocupó el de Roberto Carlos, concentrado con su selección, Morientes hizo las veces del también seleccionado Ronaldo, Mejía formó dúo con Pavón, Guti con Beckham, Solari dio nombre a la banda de Zidane… Variaciones en todas las líneas para afrontar un Trofeo Bernabéu que, entre otras cosas, tenía el gusanillo de ver a Hugo Sánchez, de traje y corbata, lejos de sus chilenas, pero próximo al césped, donde siempre ha vivido. Sus Pumas pusieron empeño en agradar, justo es decirlo. No se encerraron, sabedores de que el Bernabéu es un escaparte de lujo.
De Owen a Juanfran
Pero miremos a casa. Owen, que sólo tuvo 45 minutos -lo mismo que Beckham porque los dos tenían que viajar para unirse a su selección- se presentó ante su afición, después de ganarse los honores en Son Moix. De cabeza pudo hacer que su debut en el Bernabéu hubiera tenido el sello del gol, pero su remate se marchó fuera. En ocasiones, acusó la falta de acoplamiento, pero, eso sí, en su haber hay que decir que dejó pinceladas de lo que puede ser: desborde en carrera, presencia en el área…
Los mejores honores, mientras estuvo en el campo, se los ganó Juanfran. El interior del filial tiró de bicicletas para acercar al Madrid al área de Bernal. Sus correrías animaron el choque, intentando dar al equipo la corriente continua que le faltaba. De hecho, Solari mandó alto un claro servició ofrecido en bandeja de plata por el canterano (30’).
El Real Madrid no había apretado el acelerador a fondo y eso había provocado igualdad en el tapete. En el descanso, Camacho siguió refrescando los pulmones de sus hombres. El póker de cambios llevó a Salgado, Beckham, Owen, y Juanfran a la ducha para que Helguera, Celades, Zidane y Figo dejaran de calentar banquillo. Hugo Sánchez mantuvo sus piezas.
Reestructuración
Manteniendo la pizarra, las sustituciones llevaron a Mejía al lateral derecho; a Helguera, al eje de la zaga; a Celades, junto a Guti; a Figo, al carril del ocho, y a Zidane, a la media punta. Los blancos adelantaron la línea de presión, intentando cortar el aire a los Pumas, pero sus botas no estaban finas en el último pase y el meta Bernal detenía los disparos lejanos sin grandes problemas. Con los mexicanos nadando y guardando la ropa, llegó el jarro de agua fría: el potente tiro de Castro hizo diana (70’).
Soldado, recién entrado al campo, pudo igualar la cita de cabeza, pero el balón se fue alto (71’). Minutos después, Diego Alonso y Castro desperdiciaron en sendas ocasiones el segundo. El marcador adverso hizo daño a los de Camacho. Los deseos de dar la vuelta al electrónico les aceleró en exceso y provocó precipitaciones y errores en el pase. Sin luz para encontrar una vía de escape, los madridistas tuvieron que decir adiós a su trofeo. Nunca hallaron el golpe de timón a la noche.
Lesiones, compromisos internacionales, rotaciones… Motivos varios que provocaron muchas caras nuevas en el once de Camacho. Owen se presentó en casa, Casillas dejó su puesto a César, Raúl Bravo ocupó el de Roberto Carlos, concentrado con su selección, Morientes hizo las veces del también seleccionado Ronaldo, Mejía formó dúo con Pavón, Guti con Beckham, Solari dio nombre a la banda de Zidane… Variaciones en todas las líneas para afrontar un Trofeo Bernabéu que, entre otras cosas, tenía el gusanillo de ver a Hugo Sánchez, de traje y corbata, lejos de sus chilenas, pero próximo al césped, donde siempre ha vivido. Sus Pumas pusieron empeño en agradar, justo es decirlo. No se encerraron, sabedores de que el Bernabéu es un escaparte de lujo.
De Owen a Juanfran
Pero miremos a casa. Owen, que sólo tuvo 45 minutos -lo mismo que Beckham porque los dos tenían que viajar para unirse a su selección- se presentó ante su afición, después de ganarse los honores en Son Moix. De cabeza pudo hacer que su debut en el Bernabéu hubiera tenido el sello del gol, pero su remate se marchó fuera. En ocasiones, acusó la falta de acoplamiento, pero, eso sí, en su haber hay que decir que dejó pinceladas de lo que puede ser: desborde en carrera, presencia en el área…
Los mejores honores, mientras estuvo en el campo, se los ganó Juanfran. El interior del filial tiró de bicicletas para acercar al Madrid al área de Bernal. Sus correrías animaron el choque, intentando dar al equipo la corriente continua que le faltaba. De hecho, Solari mandó alto un claro servició ofrecido en bandeja de plata por el canterano (30’).
El Real Madrid no había apretado el acelerador a fondo y eso había provocado igualdad en el tapete. En el descanso, Camacho siguió refrescando los pulmones de sus hombres. El póker de cambios llevó a Salgado, Beckham, Owen, y Juanfran a la ducha para que Helguera, Celades, Zidane y Figo dejaran de calentar banquillo. Hugo Sánchez mantuvo sus piezas.
Reestructuración
Manteniendo la pizarra, las sustituciones llevaron a Mejía al lateral derecho; a Helguera, al eje de la zaga; a Celades, junto a Guti; a Figo, al carril del ocho, y a Zidane, a la media punta. Los blancos adelantaron la línea de presión, intentando cortar el aire a los Pumas, pero sus botas no estaban finas en el último pase y el meta Bernal detenía los disparos lejanos sin grandes problemas. Con los mexicanos nadando y guardando la ropa, llegó el jarro de agua fría: el potente tiro de Castro hizo diana (70’).
Soldado, recién entrado al campo, pudo igualar la cita de cabeza, pero el balón se fue alto (71’). Minutos después, Diego Alonso y Castro desperdiciaron en sendas ocasiones el segundo. El marcador adverso hizo daño a los de Camacho. Los deseos de dar la vuelta al electrónico les aceleró en exceso y provocó precipitaciones y errores en el pase. Sin luz para encontrar una vía de escape, los madridistas tuvieron que decir adiós a su trofeo. Nunca hallaron el golpe de timón a la noche.
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