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Por Javier Calvo
Mi mujer y yo estamos cada vez más preocupados con los miles de africanos que llegan cada día a las Canarias. Al ver cómo la vicepresidenta del Gobierno le pedía ayuda desesperada a la presidencia de turno de la Unión Europea, sentimos una extraña disociación mental en forma de comprensión total por ambas partes. Por un lado, si yo viviera en Helsinki, me la sudaría lo que pasa en las Canarias. Por otro lado, lo de los cayucos es lo más parecido al Apocalipsis que he visto fuera de un cine. ¿A quién apoyar?
Al final, usando un mapa y una regla, vimos que estamos más cerca de Tenerife que de Finlandia. Así que nos hemos concienciado y ahora también buscamos soluciones.
Al principio pensamos en poblar las costas Canarias de tiburones. Eso funcionaría como factor disuasorio, pero es cuestión de tiempo que los tiburones se comieran a algún niño canario. Construir una verja en el mar que rodeara las islas también parece buena idea, pero enseguida tuve una visión de los africanos trepando por la verja y tirando el cayuco por encima. Al final, como siempre, la solución es tan fácil que nadie la ve:
hay que renunciar a la soberanía de las Canarias. Que se las queden.
Problema solucionado. Así, en vez de repartirnos inmigrantes por la península, nos repartimos a los canarios. Que vean que los godos somos buena gente. Yo mismo me ofrezco para alojar a un canario en casa. A condición de que planche y sepa cocinar.
jcalvo@diarioadn.com
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Mi mujer y yo estamos cada vez más preocupados con los miles de africanos que llegan cada día a las Canarias. Al ver cómo la vicepresidenta del Gobierno le pedía ayuda desesperada a la presidencia de turno de la Unión Europea, sentimos una extraña disociación mental en forma de comprensión total por ambas partes. Por un lado, si yo viviera en Helsinki, me la sudaría lo que pasa en las Canarias. Por otro lado, lo de los cayucos es lo más parecido al Apocalipsis que he visto fuera de un cine. ¿A quién apoyar?
Al final, usando un mapa y una regla, vimos que estamos más cerca de Tenerife que de Finlandia. Así que nos hemos concienciado y ahora también buscamos soluciones.
Al principio pensamos en poblar las costas Canarias de tiburones. Eso funcionaría como factor disuasorio, pero es cuestión de tiempo que los tiburones se comieran a algún niño canario. Construir una verja en el mar que rodeara las islas también parece buena idea, pero enseguida tuve una visión de los africanos trepando por la verja y tirando el cayuco por encima. Al final, como siempre, la solución es tan fácil que nadie la ve:
hay que renunciar a la soberanía de las Canarias. Que se las queden.
Problema solucionado. Así, en vez de repartirnos inmigrantes por la península, nos repartimos a los canarios. Que vean que los godos somos buena gente. Yo mismo me ofrezco para alojar a un canario en casa. A condición de que planche y sepa cocinar.
jcalvo@diarioadn.com
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