El Cairo, Egipto (14 marzo 2006).- Si el amor entra por los ojos, quizá sale por la nariz.
Así le sucedió a una egipcia que, cansada de que su marido le apestara la existencia, solicitó el divorcio.
"Denme la libertad y no intenten que me reconcilie con él. No soporto más su peste", declaró la cónyuge ante el tribunal familiar de Nasr City, afirmando que sufría física y psicológicamente por el nauseabundo olor de su esposo.
La pareja, cuyo infortunio fue difundido por varios medios egipcios, vivió unida por ocho años y tiene tres hijos.
La esposa alegó en su demanda que su marido había decidido declararle la guerra a la regadera y el jabón.
Por "incompatibilidad redhibitoria (término jurídico que se
refiere a defectos ocultos) de olor", el tribunal egipcio otorgó el divorcio a la demandante, luego de que el marido rechazó presentarse a la audiencia para definir el caso.
Así le sucedió a una egipcia que, cansada de que su marido le apestara la existencia, solicitó el divorcio.
"Denme la libertad y no intenten que me reconcilie con él. No soporto más su peste", declaró la cónyuge ante el tribunal familiar de Nasr City, afirmando que sufría física y psicológicamente por el nauseabundo olor de su esposo.
La pareja, cuyo infortunio fue difundido por varios medios egipcios, vivió unida por ocho años y tiene tres hijos.
La esposa alegó en su demanda que su marido había decidido declararle la guerra a la regadera y el jabón.
Por "incompatibilidad redhibitoria (término jurídico que se
refiere a defectos ocultos) de olor", el tribunal egipcio otorgó el divorcio a la demandante, luego de que el marido rechazó presentarse a la audiencia para definir el caso.