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Silencio todos. La bahía se ha puesto de luto.

Nunca imaginó que volvería. Quería hacerlo, pero tenía miedo. ¿Miedo de qué? Tal vez ni él mismo lo sabía. Es posible que ni siquiera supiera adónde quería volver... El Mentidero no le esperaba, ni la Plaza de Mina, ni la catedral... Sin embargo lo que se adivinaba ante su regreso era poco menos que una tierna sonrisa, de esas sonrisas que te dan ganas de llorar, sin saber exactamente por qué. Como los adultos que recuerdan de pronto el País de Nunca Jamás. No le esperaban, pero qué bienvenido era... Y bienvenida; sí, también ella. Revoloteaba a su alrededor, centelleante, juguetona. Enlazaba sus dedos en los de él, recorriendo la epidermis de las cosquillas, la melanina del cariño, las arterias del corazón que acabaría por romperse... A sus ojos miraba mientras meditaba brevemente en el porqué de su temor, temor a volver a estar ahí mismo, donde se encontraban. En ese mismo instante advertía un beso en la comisura de los labios que le devolvía la sonrisa a la mirada. Era un beso precioso, pequeñito, igual que el de la señora Darling en el cuento de Peter Pan.

Y volvió... Aguantando la respiración mientras pidieron un deseo al pasar por la Puerta Tierra. Volvió... Quién lo hubiera dicho. Sí, es así como lo cuentan; que sólo aguantando la respiración un momentito, se cumplen tus sueños al pasear abrazado del levante por la Tabacalera, acompañado del saludo del sol por la playa de la Caleta, enamorado de cada instante que pasaba sentado junto al Gran Teatro Falla, que tanto le había costado encontrar, y que al conseguirlo tan bien amortizaba el cansancio, inclinándose sobre el pecho de ella, y contento de haberse perdido, porque de lo contrario no hubiera recorrido de nuevo aquellas calles que tantos recuerdos le traían, aunque a los dos les dolían los pies...

Ahora los pies están descansados, como descansan inocentemente las lágrimas al asomarse peligrosamente al balcón de sus párpados. Tan cerca, y a la vez tan lejos... Tanto la una como la otra, la primera por decisión propia, tan incomprensible como honorable. La otra porque no cabe en su entendimiento que Cádiz, tan gitana y tan íntima para él, pueda estar acurrucada en el calor de su corazón y, a la vez, tan cerca del extremo del mundo, ese sitio donde el recuerdo llora de añoranza.

Silencio. Hoy la bahía se vistió de luto. Por decisión propia, tan incomprensible como honorable. Silencio.
 
Oju pisha como pa desi q no sientes tu Cai dentro de ti eh...
Muy boniTa, un saludo desde este rincon de la peninsula como es Sevilla, hermana de Cai,y duera las diferencias eh... esa caleta, ese barrio de la Viña, esa Puerta Tierra...pa morir...

Un saludo de SNF
www.snf.es.fm
 
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