La disc-jockey es hija del domador más importante de los últimos tiempos, Ángel Cristo, y de una de las vedettes y actrices más representativas del panorama español, Bárbara Rey. Empezó su carrera musical a los diecisiete años. Su nombre artístico es Sofía Deejay.
Es productora musical y colaboradora de programas de televisión. Ahora Sofía Cristo cuenta en este libro su historia más real, descarnada y sincera, la que supuso su entrada en el mundo de las drogas y una lastrada convivencia con ellas durante demasiados años. Ahora que está totalmente desenganchada, Sofía hace un repaso en profundidad de aquellos momentos que la empujaron a caer en el infierno de las drogas.
[Onda Arco Iris]
En el libro cuenta una pequeña anécdota de cómo llegó a coincidir con su ídolo. Esta es la transcripción:
El radiocasette rojo y el Rey del Pop
(...) estaba loca por la música. Recuerdo por ejemplo mi primer radiocasete. (...) Con él iba por toda la casa escuchando a Michael Jackson, Olé Olé y los Hombres G. (...) Pero de quién estaba profundamente enamorada era de Michael Jackson, y era algo que tenía claro desde los cuatro años. Estaba segura que era el hombre de mi vida, de que lo quería. Por eso decidí tener una conversación seria con mi madre. Necesitaba explicarle mis planes de futuro y mi boda con el Rey del Pop.
Cuando era pequeña, ahora también lo hago, siempre exponía las cosas con una frase: "Tengo un problema", aunque fuera una circunstancia banal. En aquella ocasión empezó del mismo modo:
-Mamá, tengo un problema.
-Dime niña, ¿qué pasa?
-¿A ti te gustan los negros?
Mi madre, que ya sabía por dónde iba la conversación, me contesta:
-Claro que sí, Sofi.
-Uff, menos mal. Es que me voy a casar con Michael Jackson.
-Huy, ¡qué bien, Sofi! Me gusta mucho para ti. Además viviremos bien porque tiene mucho dinero.
- No, no, no, no -exclamé-. Todo lo de Michael es mío y es para nosotras.
Lo único que me preocupó después de esa conversación fue cómo me las arreglaría para aguantar el viaje en avión que me llevaría hasta mi futuro esposo sin marearme.
Mi encuentro con Michael
Mis padres no me habían dejado ir al concierto que había dado en Madrid unos tres años antes del viaje. No fui pero me trajeron un póster firmado por mi ídolo. Con el tiempo descubriría que era un fraude: había sido mi madre quién lo había firmado. Tenía una obsesión tan grande...
Afortunadamente aquel anhelo infantil se convirtió en realidad y pude conocer en persona al Rey del Pop en un viaje a Disneyworld.
Pues bien, habíamos ido con varios famosos, una semana con gastos pagados, para hacer promoción. Estuvimos con Jorge Sanz, con Mariñas. Orlando me pareció maravilloso. Estábamos por allí comprando unas gafas cuando mi madre vio un grupo enorme de chinos haciendo fotos y entonces vi a Michael haciéndose fotos con Macaulay Culkin. No podía perder la oportunidad de saludar a mi ídolo. Mi madre me metió por entre los chinos, gateé y aparecí a los pies de Michael. Se fijó en mí no solo porque era una niña muy mona sino porque salía por debajo de las piernas de los chinos, y me hicieron muchas fotos con él. Recuerdo perfectamente su look. Llevaba una camisa de pana roja y el sombrero, mocasines y calcetines blancos con pantalones pesqueros. Me dio un abrazo y un beso y así conseguió que fuera todavía más fan suya.
Es productora musical y colaboradora de programas de televisión. Ahora Sofía Cristo cuenta en este libro su historia más real, descarnada y sincera, la que supuso su entrada en el mundo de las drogas y una lastrada convivencia con ellas durante demasiados años. Ahora que está totalmente desenganchada, Sofía hace un repaso en profundidad de aquellos momentos que la empujaron a caer en el infierno de las drogas.
[Onda Arco Iris]
En el libro cuenta una pequeña anécdota de cómo llegó a coincidir con su ídolo. Esta es la transcripción:
El radiocasette rojo y el Rey del Pop
(...) estaba loca por la música. Recuerdo por ejemplo mi primer radiocasete. (...) Con él iba por toda la casa escuchando a Michael Jackson, Olé Olé y los Hombres G. (...) Pero de quién estaba profundamente enamorada era de Michael Jackson, y era algo que tenía claro desde los cuatro años. Estaba segura que era el hombre de mi vida, de que lo quería. Por eso decidí tener una conversación seria con mi madre. Necesitaba explicarle mis planes de futuro y mi boda con el Rey del Pop.
Cuando era pequeña, ahora también lo hago, siempre exponía las cosas con una frase: "Tengo un problema", aunque fuera una circunstancia banal. En aquella ocasión empezó del mismo modo:
-Mamá, tengo un problema.
-Dime niña, ¿qué pasa?
-¿A ti te gustan los negros?
Mi madre, que ya sabía por dónde iba la conversación, me contesta:
-Claro que sí, Sofi.
-Uff, menos mal. Es que me voy a casar con Michael Jackson.
-Huy, ¡qué bien, Sofi! Me gusta mucho para ti. Además viviremos bien porque tiene mucho dinero.
- No, no, no, no -exclamé-. Todo lo de Michael es mío y es para nosotras.
Lo único que me preocupó después de esa conversación fue cómo me las arreglaría para aguantar el viaje en avión que me llevaría hasta mi futuro esposo sin marearme.
Mi encuentro con Michael
Mis padres no me habían dejado ir al concierto que había dado en Madrid unos tres años antes del viaje. No fui pero me trajeron un póster firmado por mi ídolo. Con el tiempo descubriría que era un fraude: había sido mi madre quién lo había firmado. Tenía una obsesión tan grande...
Afortunadamente aquel anhelo infantil se convirtió en realidad y pude conocer en persona al Rey del Pop en un viaje a Disneyworld.
Pues bien, habíamos ido con varios famosos, una semana con gastos pagados, para hacer promoción. Estuvimos con Jorge Sanz, con Mariñas. Orlando me pareció maravilloso. Estábamos por allí comprando unas gafas cuando mi madre vio un grupo enorme de chinos haciendo fotos y entonces vi a Michael haciéndose fotos con Macaulay Culkin. No podía perder la oportunidad de saludar a mi ídolo. Mi madre me metió por entre los chinos, gateé y aparecí a los pies de Michael. Se fijó en mí no solo porque era una niña muy mona sino porque salía por debajo de las piernas de los chinos, y me hicieron muchas fotos con él. Recuerdo perfectamente su look. Llevaba una camisa de pana roja y el sombrero, mocasines y calcetines blancos con pantalones pesqueros. Me dio un abrazo y un beso y así conseguió que fuera todavía más fan suya.