¿Sabéis reíros con la boca cerrada?
¿Sabéis reíros cuando por dentro lloráis?
¿Lloráis como si vuestras lágrimas fueran una cascada torrencial, como un Monzón a quién nadie espera?
Lloráis aunque sabéis que nada han de cultivar vuestras lagrimas? Que nadie las va a oír? Que tan solo la comisura de vuestros labios serán las copas que albergarán la pócima de esa tristeza exprimida?
Al apagar la luz de vuestro cuarto, cada noche, cuando ya estáis dentro de la cama, os oprime una bola el pecho y os encogéis temerosos porque sabéis que una ola de angustia os va derribar hasta el amanecer?
Cantáis con el pensamiento para esquivar la pena?
Algún surfero me presta su tabla para montar por encima de la Gran Ola?
¿Sabéis sonreír aunque vuestro corazón esté lleno de nubes como dice Michael?
Yo, he aprendido a sonreír llorando, y eso es de una canción pero no sé de quién. Y me siento bastante estoica, porqué no decirlo.
Acumular errores y experiencias a veces es almacenar vitaminas, pero si el saco dónde las guardas tiene algún agujerito por pequeño que sea, te encontrarás que cuando vayas a por un aporte vitamínico extra para cortar el llanto, tu saco estará vació.
Dónde, cómo y cuándo se rompió el mío? Quizá algunos vengan rotos de fábrica, a saber… pero como no tenemos ticket de compra, ni garantía, ni derecho a devolución pues tendremos que reparar el agujero con nuestras propias manos, tejiendo con los hilos de plata que millones de caracoles dejan rastreando por nuestra mente. Los hilos de los caracoles tienen el poder de borrar el odio, el rencor, la fustración, el miedo, la angustia, la enfermedad, la tristeza... porque son todas esas cosas las que hacen que se rompa el saco. Intentaré remendar lo roto.
Agujeros en el saco, en el pulmón, en el corazón… agujeros en los dientes, en el alma, en la voz… habrá que llenarlos con las sonrisas de los que aún pueden sonreír con la boca abierta y me dejan quererles porque ellos me quieren a mi, algunos ya no están aquí, pero tampoco son un recuerdo por eso no se han caído del saco, ya que son parte de mi y yo sigo en pie, muchas veces insoportable y estúpida, pero en pie con el convencimiento de ir más allá, porque si.
Además por el momento, he aprendido a reírme con los labios pegaditos, pero a fin de cuentas sigo riéndo ¿no?. Así:
Para mucha gente que leerá este post un beso, para otros y otras :|
Ojalá Michael siempre sonría con la boca bien abierta y sonoramente, esa sería mi mayor alegría.
Desde aquí el nuevo CalcetínBrillante os saluda y agradece me permitáis el desahogo.
¿Sabéis reíros cuando por dentro lloráis?
¿Lloráis como si vuestras lágrimas fueran una cascada torrencial, como un Monzón a quién nadie espera?
Lloráis aunque sabéis que nada han de cultivar vuestras lagrimas? Que nadie las va a oír? Que tan solo la comisura de vuestros labios serán las copas que albergarán la pócima de esa tristeza exprimida?
Al apagar la luz de vuestro cuarto, cada noche, cuando ya estáis dentro de la cama, os oprime una bola el pecho y os encogéis temerosos porque sabéis que una ola de angustia os va derribar hasta el amanecer?
Cantáis con el pensamiento para esquivar la pena?
Algún surfero me presta su tabla para montar por encima de la Gran Ola?
¿Sabéis sonreír aunque vuestro corazón esté lleno de nubes como dice Michael?
Yo, he aprendido a sonreír llorando, y eso es de una canción pero no sé de quién. Y me siento bastante estoica, porqué no decirlo.
Acumular errores y experiencias a veces es almacenar vitaminas, pero si el saco dónde las guardas tiene algún agujerito por pequeño que sea, te encontrarás que cuando vayas a por un aporte vitamínico extra para cortar el llanto, tu saco estará vació.
Dónde, cómo y cuándo se rompió el mío? Quizá algunos vengan rotos de fábrica, a saber… pero como no tenemos ticket de compra, ni garantía, ni derecho a devolución pues tendremos que reparar el agujero con nuestras propias manos, tejiendo con los hilos de plata que millones de caracoles dejan rastreando por nuestra mente. Los hilos de los caracoles tienen el poder de borrar el odio, el rencor, la fustración, el miedo, la angustia, la enfermedad, la tristeza... porque son todas esas cosas las que hacen que se rompa el saco. Intentaré remendar lo roto.
Agujeros en el saco, en el pulmón, en el corazón… agujeros en los dientes, en el alma, en la voz… habrá que llenarlos con las sonrisas de los que aún pueden sonreír con la boca abierta y me dejan quererles porque ellos me quieren a mi, algunos ya no están aquí, pero tampoco son un recuerdo por eso no se han caído del saco, ya que son parte de mi y yo sigo en pie, muchas veces insoportable y estúpida, pero en pie con el convencimiento de ir más allá, porque si.
Además por el momento, he aprendido a reírme con los labios pegaditos, pero a fin de cuentas sigo riéndo ¿no?. Así:
Para mucha gente que leerá este post un beso, para otros y otras :|
Ojalá Michael siempre sonría con la boca bien abierta y sonoramente, esa sería mi mayor alegría.
Desde aquí el nuevo CalcetínBrillante os saluda y agradece me permitáis el desahogo.