Cd. de México (1 enero 2007).- Parece que una vez que pasa la Navidad y el festejo del Año Nuevo se acaban las muestras de afecto entre los miembros de las familias mexicanas.
Hay que dejar claro que dar obsequios materiales dejando de lado el contacto físico como el besar y abrazar a los seres queridos, no es necesariamente un signo de cariño.
Una quinta parte de los hogares mexicanos declara que es poco o ninguno el cariño que se prodigan los miembros de la familia entre sí, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Familias, coordinada por Cecilia Rabell, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Lo que significa que cerca de 13 millones de personas consideran insuficientes o nulas las expresiones de afecto en sus hogares.
La investigadora explicó que tal percepción es mayor en el estrato socioeconómico más bajo (28 por ciento) y disminuye paulatinamente hasta los de mayor nivel (con el 15 por ciento).
Estos datos confirman que para un número importante de individuos, sobre todo aquellos ubicados en los peldaños inferiores de la distribución monetaria, las manifestaciones de amor son claramente insuficientes.
"Se trata de un fenómeno preocupante, de una falla fuerte, de un aspecto deficitario en la dinámica de la vida intrafamiliar del México actual", precisó Rabell.
La académica agregó que en situaciones de crisis, como la muerte de un pariente cercano, enfermedad grave, accidente o problemas financieros serios o de trabajo, 80 por ciento de las familias ha recibido ayuda.
"A mayor nivel socioeconómico, más redes poseen los individuos y más apoyo tienen", afirmó.
Por otra parte, la cercanía geográfica entre padres e hijos, refirió la investigadora, es un indicador de la fuerza que puede tener el lazo entre ellos.
En las localidades rurales, los hijos abandonan el hogar parental más temprano que en las urbanas. No obstante, viven en la misma colonia o barrio que sus padres en un 25 por ciento, a diferencia de lo que ocurre en sitios citadinos, donde esta cifra sólo alcanza el 18 por ciento.
El estudio muestra que los hogares nucleares siguen siendo los más frecuentes y la proporción, un poco más de dos terceras partes del total, no ha variado en 23 años, aunque aumentaron los unipersonales.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Familias fue una investigación encargada por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia.
Para el estudio se aplicaron 23 mil 839 cuestionarios en todas las entidades del País y las preguntas fueron realizadas en localidades de menos de 2 mil 500 habitantes y hasta más de un millón.
Hay que dejar claro que dar obsequios materiales dejando de lado el contacto físico como el besar y abrazar a los seres queridos, no es necesariamente un signo de cariño.
Una quinta parte de los hogares mexicanos declara que es poco o ninguno el cariño que se prodigan los miembros de la familia entre sí, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Familias, coordinada por Cecilia Rabell, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Lo que significa que cerca de 13 millones de personas consideran insuficientes o nulas las expresiones de afecto en sus hogares.
La investigadora explicó que tal percepción es mayor en el estrato socioeconómico más bajo (28 por ciento) y disminuye paulatinamente hasta los de mayor nivel (con el 15 por ciento).
Estos datos confirman que para un número importante de individuos, sobre todo aquellos ubicados en los peldaños inferiores de la distribución monetaria, las manifestaciones de amor son claramente insuficientes.
"Se trata de un fenómeno preocupante, de una falla fuerte, de un aspecto deficitario en la dinámica de la vida intrafamiliar del México actual", precisó Rabell.
La académica agregó que en situaciones de crisis, como la muerte de un pariente cercano, enfermedad grave, accidente o problemas financieros serios o de trabajo, 80 por ciento de las familias ha recibido ayuda.
"A mayor nivel socioeconómico, más redes poseen los individuos y más apoyo tienen", afirmó.
Por otra parte, la cercanía geográfica entre padres e hijos, refirió la investigadora, es un indicador de la fuerza que puede tener el lazo entre ellos.
En las localidades rurales, los hijos abandonan el hogar parental más temprano que en las urbanas. No obstante, viven en la misma colonia o barrio que sus padres en un 25 por ciento, a diferencia de lo que ocurre en sitios citadinos, donde esta cifra sólo alcanza el 18 por ciento.
El estudio muestra que los hogares nucleares siguen siendo los más frecuentes y la proporción, un poco más de dos terceras partes del total, no ha variado en 23 años, aunque aumentaron los unipersonales.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Familias fue una investigación encargada por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia.
Para el estudio se aplicaron 23 mil 839 cuestionarios en todas las entidades del País y las preguntas fueron realizadas en localidades de menos de 2 mil 500 habitantes y hasta más de un millón.