mjj2021
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Los hirvieron, los ataron a globos, se los dieron de comer a los patos o los tiraron al excusado: cuando se trata de vengarse de un hombre infiel privándolo de sus atributos viriles, la imaginación de las mujeres tailandesas no tiene límites. Tailandia se ha convertido en el país puntero del mundo en materia de cirugía reparadora del pene.
Y no es casual: los casos de mutilación son frecuentes en el reino. Del último de ellos se informó el martes. La víctima es un campesino de 29 años. Médicos y psicólogos tratan de explicar los motivos de esta violencia conyugal extrema. La poligamia, oficialmente prohibida hace solamente cien años, sigue siendo una tradición muy extendida y es causa de dramas en numerosos matrimonios.
Además, en Tailandia el pene es venerado como un símbolo de poder y de fertilidad, agregan los especialistas. En todos los mercados del país o en las proas de los barcos abundan los falos de piedra o de madera. Finalmente, el hecho de que toda cocinera tailandesa que se respete esté equipada de buen número de afilados cuchillos agrava el problema.
En su consultorio del hospital Paolo Memorial de Bangkok, el doctor Surasak Muangsombot, cirujano, recuerda haber injertado por primera vez un pene en 1978, y señala que descubrió rápidamente que esas espantosas mutilaciones son una de las formas de violencia conyugal de Tailandia. Desde 1978, solamente el equipo del doctor Surasak ha operado a 33 hombres.
Y, en general, los especialistas se ven enfrentados a un trabajo difícil, ya que a menudo las mujeres celosas se encarnizan con el órgano que han cortado. El doctor Surasak da un prudente consejo a los hombres que no resisten a la tentación de la infidelidad: "Si usted tiene una amante, su mujer estará loca de furia y dispuesta a todo. En tal caso, trate de hacerla feliz, pero por si acaso tenga siempre a mano un termo...y el nombre de un buen cirujano".
Además, en Tailandia el pene es venerado como un símbolo de poder y de fertilidad, agregan los especialistas. En todos los mercados del país o en las proas de los barcos abundan los falos de piedra o de madera. Finalmente, el hecho de que toda cocinera tailandesa que se respete esté equipada de buen número de afilados cuchillos agrava el problema.
En su consultorio del hospital Paolo Memorial de Bangkok, el doctor Surasak Muangsombot, cirujano, recuerda haber injertado por primera vez un pene en 1978, y señala que descubrió rápidamente que esas espantosas mutilaciones son una de las formas de violencia conyugal de Tailandia. Desde 1978, solamente el equipo del doctor Surasak ha operado a 33 hombres.
Y, en general, los especialistas se ven enfrentados a un trabajo difícil, ya que a menudo las mujeres celosas se encarnizan con el órgano que han cortado. El doctor Surasak da un prudente consejo a los hombres que no resisten a la tentación de la infidelidad: "Si usted tiene una amante, su mujer estará loca de furia y dispuesta a todo. En tal caso, trate de hacerla feliz, pero por si acaso tenga siempre a mano un termo...y el nombre de un buen cirujano".