GENIOS DEL ARTE
Myrna de Escobar
Myrna de Escobar
¿Qué hace grande e inolvidable a un pintor y su obra?, nos preguntamos al admirar esas memorables obras de arte y la respuesta es, a mi parecer, ese poder de fundir la realidad desde su perspectiva interior. El pintor maneja la imagen a su antojo, visualiza luces y sombras, fondo y forma, color, técnica, estilo, hasta heredarnos un trabajo perdurable que no todos son capaces de entender, apreciar o adquirir.
Por otra parte, una buena novela, como toda buena película, depende de un buen argumento. En ambas se develan los intereses del autor y se generan sentimientos o experiencias propias o extrañas, inherentes a la vida cotidiana o particular. En la fotografía, mientras tanto, los detalles se pierden en la memoria, hasta que de pronto recordamos esa impresión causada en su momento. A manera de ejemplo, citó la aterradora foto de una madre y sus hijos camino al suplicio, en un museo del Holocausto Judío, o la imagen de María, ensombrecida de dolor por la muerte de su hijo Jesús de Nazareth en una iglesia de Tel-Aviv, Israel. Ambas impactaron mi breve estadía en esos lugares, a inicios del año 2001.
La música, por el contrario, es un arte accesible, disponible, a libre demanda; existe para todos los gustos. Claro, no toda la música tiene ese carácter evocador, provocativo o revolucionario, como si lo han logrado los grandes de la música en cada género como: Michael Jackson, Prince, Queen, Janis Joplyn, Jimi Hendrix, Beethoven, por citar algunos.
En una canción identificamos nuestras pasiones humanas, mismas que estarán ahí, dormidas, a la espera de alguien dispuesto a deleitarse o entretenerse en cualquier momento y lugar. Para la música los sentimientos no caducan, solo se transforman, por eso cada uno de nosotros tiene un ritmo predilecto para cantar, bailar, llorar, suspirar, aplaudir. La música es esa intrusa del subconsciente que nos hace corear letras de manera espontánea. Sin embargo, pocos artistas trascienden en el arte musical, tanto por su capacidad vocal e interpretativa como Michael Jackson, y hoy, se conmemora un año más de su partida, dejando un inmenso vacío en el escenario y el corazón de sus fans en todo el mundo.
Con un estilo versátil, el Rey del Pop y su música es capaz de levantar del asiento hasta las nuevas generaciones de casa, y porque no decirlo, hasta a las mascotas, sin menoscabar el hecho de ser fuente inagotable de inspiración para cientos de imitadores en el mundo entero.
Los mayores de 50 años atesoramos su música aun cuando venimos de buenos y malos ritmos, pero nunca como algunos en la actualidad, capaces de desnudar la inmediatez del cuerpo y la palabra ligera en pocas líneas, hasta ser nominados y ganar premios. Michael, por su parte, comprometido con el arte, selló con su voz y sus pasos cada producción musical para agenciarse de los más distinguidos créditos honoríficos de su tiempo. Con su inigualable destreza vocal llevó la palabra y el sonido a su máxima expresión, sin escatimar esfuerzos, como solo es capaz de hacerlo un verdadero poeta del escenario. Develó el sentido innato de las emociones hasta convertirse en su propio rival a vencer, en el arte mismo. Sacrificado, abnegado y de un ímpetu innovador por descubrir nuevos efectos especiales; para el genio todo sumaba, desde sus propios latidos del corazón hasta su risa limpia. Michael irradia una energía imparable, capaz de llevar a sus seguidores al éxtasis total. Prueba de ello son el paso de la luna y el paso antigravedad donde era capaz de inclinarse en un ángulo de 45 °.
Para sus fans por el mundo su pérdida importa., él recreó para nosotros, con talento y disciplina, lo más innovador en materia musical, un legado sin precedentes en la historia de la música. Su arte es una experiencia visual, sensorial; toca todos los sentidos. Su voz es la música, su cuerpo el instrumento perfecto donde las emociones convergen son total creatividad, fluyen con malicia y determinación, y cobran vida al ver sus filmes, escuchar sus letras, o ver sus coreografías.
Su magnífica proeza vocal e interpretativa se pone de manifiesto en Come Together, escrita y producida por John Lennon y Paul McCartney. Es una mejor versión, para mí. El cover representa una poderosa inyección de adrenalina con un ritmo audaz, sellado con la risa propia del artista notable desde el minuto 2:15-2:19. Sin lugar a duda, un electrizante cover, muy a su estilo. Él, al igual que Lennon, amaba jugar con las palabras, formándolas en una secuencia sorprendente e inusual. Michael, sin embargo, lo hacía girándolas y contorsionándolas vocalmente. La versión de los Beatles, de ritmo relajado y espaciado, contrasta con la de Jackson. Posee abundante energía visceral y emoción. Michael se pavonea y pisotea con abandono mientras la música lo lleva a él y su audiencia al éxtasis. Al respecto, el Ingeniero de Sonido, Matt Forger, comenta: “Pienso que su cover es el mejor que he escuchado de las canciones de Los Beatles. Michael aprovechó ese momento emocional y tú puedes sentirlo. Come Together desafía todos los convencionalismos y abiertamente abraza la libertad, —destaca el crítico de Los Beatles, Ian Mc Donald— lo que implica que el lenguaje desplegado en tal confrontación es una trampa y una prisión potencial. De ahí radica que Michael escogiera esa canción para interpretarla y como Ian Mc Donald apunta, la canción es un llamado a desencadenar la imaginación y al liberar el lenguaje, aflojar la rigidez del atrincheramiento políticos y emocional. (Traducción al español del libro The Man in the Music, de Joseph Vogel)
Michael Jackson, solo comparable con Mozart y Michelangelo, posee un estilo hipnótico, provocador, rítmico. Toca todos los sentidos e invita a corear, bailar y descubrir historias de vida del entorno, entre sus fans, en la sociedad. Su trabajo impecable lo catapultó al éxito con cada álbum o película musical que recreó. Su repertorio artístico, de varios matices, va desde la fuerza vital y apoteósica hasta lo sublime de la ternura, el abandono, el amor, la desesperación, el desconsuelo, las flaquezas humanas, lo mundano, todo con una alta carga dramática, emotiva, agresiva, virtuosa, creativa y generosa, hasta darlo todo en el escenario.
Quince años han transcurrido desde aquel 25 de junio del 2009, y las nuevas generaciones pueden oírle y apreciarle, imitar sus pasos, recrear su voz; algo de lo que, con el correr del tiempo, pocos artistas pueden jactarse.
