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"Quiero hablar con mi mujer y mis hijos". Fue lo primero que dijo a sus médicos Donald Herbert, bombero de EEUU, al despertar después de permanecer diez años en coma. Y vaya si habló: se pasó 14 horas tratando de saber qué es lo que se ha perdido en esa década. Después durmió 30 horas seguidas.
Donald Herbert tenía 34 años cuando sufrió un accidente en una vivienda de Buffalo (Nueva York): el techo de la casa se le vino encima mientras trataba de sofocar un incendio y durante unos minutos no tuvo oxígeno. Como consecuencia entró en estado de coma y de ahí pasó a otro estado que los médicos definen como consciencia vaga.
Durante los últimos diez años no ha reconocido a su familia. Ciego y casi mudo, a excepción de esporádicas afirmaciones o negaciones que le conectaban mínimamente al mundo, el bombero pasaba horas frente a la pantalla del televisor sin manifestar ningún tipo de emoción.
Los primeros años vivió en su casa con su mujer y sus hijos, de 14, 13, 11 y 3 años cuando ocurrió el accidente. (Donald no puede creer que su pequeño tenga ya 13 años, al despertar pensaba que su sueño había durado unos meses).
Desde hace siete años vive en una residencia donde permanece ahora para su recuperación que se anticipa lenta: camina con dificultad y tiene momentos en los que se queda con la mente y la mirada perdidas.
Los médicos han manifestado sentirse tan asombados como su familia. Desconocen como se producen este tipo de casos que no son únicos y que podrían obedecer a una regeneración cerebral aunque es algo difícilmente demostrable.
Informativos Tele5
Donald Herbert tenía 34 años cuando sufrió un accidente en una vivienda de Buffalo (Nueva York): el techo de la casa se le vino encima mientras trataba de sofocar un incendio y durante unos minutos no tuvo oxígeno. Como consecuencia entró en estado de coma y de ahí pasó a otro estado que los médicos definen como consciencia vaga.
Durante los últimos diez años no ha reconocido a su familia. Ciego y casi mudo, a excepción de esporádicas afirmaciones o negaciones que le conectaban mínimamente al mundo, el bombero pasaba horas frente a la pantalla del televisor sin manifestar ningún tipo de emoción.
Los primeros años vivió en su casa con su mujer y sus hijos, de 14, 13, 11 y 3 años cuando ocurrió el accidente. (Donald no puede creer que su pequeño tenga ya 13 años, al despertar pensaba que su sueño había durado unos meses).
Desde hace siete años vive en una residencia donde permanece ahora para su recuperación que se anticipa lenta: camina con dificultad y tiene momentos en los que se queda con la mente y la mirada perdidas.
Los médicos han manifestado sentirse tan asombados como su familia. Desconocen como se producen este tipo de casos que no son únicos y que podrían obedecer a una regeneración cerebral aunque es algo difícilmente demostrable.
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