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Una esbelta asiática de 45 kilos que se hace llamar ‘La Viuda Negra’ arrasa en las co
552 ostras en 10 minutos; 65 huevos duros en 6,40 minutos; 161 alitas de pollo salseadas en 12 minutos; 44 langostas en 12 minutos; y cuatro kilos de arroz con cangrejos de río en 10 minutos.
Esta es la fama cronometrada, contabilizada y certificada que precede a Sonya Thomas, más conocida en Estados Unidos por su sobrenombre de ‘La Viuda Negra’ dentro de esa subcultura de competiciones para promocionar productos alimenticios o restaurantes con plusmarcas de ingestión. Un pulso de estómagos generalmente reservado a hombres tan grandes como ‘seiscientos’ pero donde esta esbelta asiática de 38 años se ha convertido en una estrella tan inesperada como indiscutible.
Con 45 kilos de peso y una altura de 1,6 metros, Sonya se ha convertido en un ejemplo mayúsculo de cómo las apariencias engañan, al embolsarse este verano más de 40.000 euros en toda clase de festivales tragaldabas.
Según el comité que rige estos eventos –la Federación Internacional de Ingesta Competitiva–, ‘La Viuda Negra’ ha acumulado 17 récords mundiales, además de envidiosos resentimientos.
Sonya, surcoreana que emigró a EE UU hace diez años, atribuye su increíble habilidad consumista a su personalidad diligente: "Siempre lo he hecho todo rápidamente". La idea de explotar su envidiable metabolismo vino cuando hace tres años vio en la tele el famoso concurso neoyorquino de los perritos calientes Nathan’s. En esa orgía de colesterol celebrada cada 4 de julio, Sonya descubrió su insaciable pasión por el triunfo.
Los ‘expertos’ que se dedican a analizar a los atletas de la víscera coinciden en que Sonya combina todas las cualidades decisivas para deglutir vertiginosamente: gran coordinación motora, una mandíbula letal y un estómago de acordeón. Para mantener su liderazgo, se entrena comiendo a dos carrillos ante el cronómetro, además de trotar más de una hora al día.
La inefable campeona afirma contar con el visto bueno de su doctor, pero siempre que no se exceda. En el colmo de las ironías, Sonya trabaja como mánager en un Burger King de Virginia, pero durante sus activas jornadas laborales realiza una sola comida.
Con todo este empacho de ‘fast food’, su ambición es derrotar algún día a su gran rival, el campeón japonés Takeru Kobayashi, y adquirir su propia franquicia de hamburguesas.
552 ostras en 10 minutos; 65 huevos duros en 6,40 minutos; 161 alitas de pollo salseadas en 12 minutos; 44 langostas en 12 minutos; y cuatro kilos de arroz con cangrejos de río en 10 minutos.
Esta es la fama cronometrada, contabilizada y certificada que precede a Sonya Thomas, más conocida en Estados Unidos por su sobrenombre de ‘La Viuda Negra’ dentro de esa subcultura de competiciones para promocionar productos alimenticios o restaurantes con plusmarcas de ingestión. Un pulso de estómagos generalmente reservado a hombres tan grandes como ‘seiscientos’ pero donde esta esbelta asiática de 38 años se ha convertido en una estrella tan inesperada como indiscutible.
Con 45 kilos de peso y una altura de 1,6 metros, Sonya se ha convertido en un ejemplo mayúsculo de cómo las apariencias engañan, al embolsarse este verano más de 40.000 euros en toda clase de festivales tragaldabas.
Según el comité que rige estos eventos –la Federación Internacional de Ingesta Competitiva–, ‘La Viuda Negra’ ha acumulado 17 récords mundiales, además de envidiosos resentimientos.
Sonya, surcoreana que emigró a EE UU hace diez años, atribuye su increíble habilidad consumista a su personalidad diligente: "Siempre lo he hecho todo rápidamente". La idea de explotar su envidiable metabolismo vino cuando hace tres años vio en la tele el famoso concurso neoyorquino de los perritos calientes Nathan’s. En esa orgía de colesterol celebrada cada 4 de julio, Sonya descubrió su insaciable pasión por el triunfo.
Los ‘expertos’ que se dedican a analizar a los atletas de la víscera coinciden en que Sonya combina todas las cualidades decisivas para deglutir vertiginosamente: gran coordinación motora, una mandíbula letal y un estómago de acordeón. Para mantener su liderazgo, se entrena comiendo a dos carrillos ante el cronómetro, además de trotar más de una hora al día.
La inefable campeona afirma contar con el visto bueno de su doctor, pero siempre que no se exceda. En el colmo de las ironías, Sonya trabaja como mánager en un Burger King de Virginia, pero durante sus activas jornadas laborales realiza una sola comida.
Con todo este empacho de ‘fast food’, su ambición es derrotar algún día a su gran rival, el campeón japonés Takeru Kobayashi, y adquirir su propia franquicia de hamburguesas.