Esta columna que acabo de leer en La Voz de Galicia me ha llamado muchísimo la atención. Es de Luís Ventoso.
"La anécdota la contó un empresario andaluz, miembro de una asociación de hoteleros de la Costa del Sol. Su organización viajó a Japón para vender allí el litoral malagueño. La reunión estelar de la gira estaba fijada a las nueve de la mañana en unas rutilantes oficinas de Tokio. La brava misión comercial española, que se había batido durante la noche en otros menesteres, llegó a la cita un cuarto de hora tarde. Nadie estaba preocupado por el retraso, insignificante para nuestros estándares. Pero cuando los empresarios surcaron el umbral, una amable secretaria nipona les espetó lo siguiente: «Sorry, your time is over». Acto seguido, les ofreció una nueva cita para las nueve de la mañana del mes siguiente. Nuestros representantes protestaron, gesticularon con pasión latina, explicaron con memorables aspavientos que habían recorrido medio mundo... Pero no fueron recibidos: no habían respetado el horario.
¿Sabemos trabajar? España es uno de los países de Europa que menos produce por hora laborable. El BCE ha reiterado que nuestra productividad es «muy insatisfactoria». Tenemos las jornadas más largas... y las más estériles. Una reunión que comienza a su hora es un acontecimiento. Luego hay que tomar el cafelito, fisgar en Internet, pasillear, cotillear con los colegas, bajar a echar una truja. Las jornadas se alargan absurdamente, porque calentar la silla largas horas sigue viéndose como un mérito, aunque el calentador esté zascandileando. La jornada partida obliga a retomar el ritmo de trabajo dos veces. Los programas de éxito de la tele acaban de madrugada y mucha gente llega sopas a su puesto.
El milagro del ladrillo lo camufló todo. Al pinchar se nos ven las flaquezas: un capital humano mal formado, poca inversión tecnológica, bajísima inventiva y mucha verbena. Más horas que ideas. El modelo económico español."
Símplemente quería compartirlo con vosotros. ¿Qué os parece?
"La anécdota la contó un empresario andaluz, miembro de una asociación de hoteleros de la Costa del Sol. Su organización viajó a Japón para vender allí el litoral malagueño. La reunión estelar de la gira estaba fijada a las nueve de la mañana en unas rutilantes oficinas de Tokio. La brava misión comercial española, que se había batido durante la noche en otros menesteres, llegó a la cita un cuarto de hora tarde. Nadie estaba preocupado por el retraso, insignificante para nuestros estándares. Pero cuando los empresarios surcaron el umbral, una amable secretaria nipona les espetó lo siguiente: «Sorry, your time is over». Acto seguido, les ofreció una nueva cita para las nueve de la mañana del mes siguiente. Nuestros representantes protestaron, gesticularon con pasión latina, explicaron con memorables aspavientos que habían recorrido medio mundo... Pero no fueron recibidos: no habían respetado el horario.
¿Sabemos trabajar? España es uno de los países de Europa que menos produce por hora laborable. El BCE ha reiterado que nuestra productividad es «muy insatisfactoria». Tenemos las jornadas más largas... y las más estériles. Una reunión que comienza a su hora es un acontecimiento. Luego hay que tomar el cafelito, fisgar en Internet, pasillear, cotillear con los colegas, bajar a echar una truja. Las jornadas se alargan absurdamente, porque calentar la silla largas horas sigue viéndose como un mérito, aunque el calentador esté zascandileando. La jornada partida obliga a retomar el ritmo de trabajo dos veces. Los programas de éxito de la tele acaban de madrugada y mucha gente llega sopas a su puesto.
El milagro del ladrillo lo camufló todo. Al pinchar se nos ven las flaquezas: un capital humano mal formado, poca inversión tecnológica, bajísima inventiva y mucha verbena. Más horas que ideas. El modelo económico español."
Símplemente quería compartirlo con vosotros. ¿Qué os parece?