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_Relativo al Budismo_

Hola otra vez, sigo sin saber cuánto tiempo me queda antes de salir:

-Sinuhé: No es una idea infundada. El budismo si contra algo está, es contra las ideas infundadas o las conclusiones precipitadas o el dar por sentado cosas que no son, etc. No es una afirmación gratuita ni una ocurrencia, si no una observación directa de los budas y una comprensión personal de los grandes maestros; lo único es que nosotros creemos en que antes y después de esta vida hay otras, que no tuvieron principio; si en base a esta percepción todos los seres han tenido vidas infinitas y nos hemos relacionado entre sí, y sabiendo que todo o casi todo ser sintiente necesita de una madre para nacer, pensar que todos han sido madres nuestras alguna vez y que hemos sido su madre alguna vez, no es una fabulación, sino lógica matemática... Lo único es que tú no crees posible el sistema de renacimientos y a raiz de eso lo demás tampoco tiene sentido, es normal... Lo de verdades irrefutables es porque se han reconocido como tales. Como he dicho, ha habido cosas que por el estudio del Dharma ya se conocían en las tradiciones budistas y hasta pasados muchos siglos la ciencia moderna no ha podido o ha preferido no afirmar, y al final se ha confirmado... No es cosa para presumir, es que ya ha pasado más de una vez, sobre todo en cuestiones relacionadas al funcionamiento del cerebro y la mente, y estudios sobre el vacío y la interdependencia. Es la misma forma de estudio que hace que mucha gente se interese en el budismo porque ofrece respuestas a cuestiones que de otra manera no le encuentran sentido. En Dharma cuando se sentencia algo definitivamente es porque existe esa "certeza absoluta". Por lo demás -que no es poco- siempre se deja la puerta abierta a estar equivocado. Alguien le preguntó al Dalai Lama qué pasaría si se demostrara de forma completamente irrefutable que el sistema de renacimientos no existe, y contestó que en ese caso, los budistas dejarían de creer en ello y se lo volverían a plantear. Es imprescindible que el budismo estudie la verdad tanto relativa como absoluta; si no, no tiene razón de ser. Cualquier estudiante que diga que cree tal o cual cosa simplemente porque "lo siente", su maestro le dirá que es una actitud totalmente opuesta al Dharma. El Dharma lo que intenta es acabar con las apreciaciones, suposiciones, impresiones, creencias, etc.

-moecín: Por la razón que acabo de decir, no hay razón para descubrir más y más simplemente por descubrirlo, sino por llegar al final absoluto y comprenderlo de primera mano. Filosofar por filosofar, en general es considerado una pérdida de tiempo que se puede dedicar a cosas más prácticas y urgentes.

-elektrica: Uno de los mitos que hay en torno al budismo es que se adora a las figuras, pero no tiene nada que ver. Son solo recordatorios, como cuando uno tiene una foto de alguien muy admirable, y cada vez que la ves sientes que puedes ser como esa persona y tomar su ejemplo, y ser mejor persona. Las figuras de budas y otros seres parecidos son algo parecido; son recordatorios del buda potencial que todos llevamos dentro. De por qué hay personas consideradas Santidades es simplemente porque son conderados seres santos, personas "sagradas" en un sentido espiritual.

El sistema de localización de "tulkus" (maestros que vuelven y son localizados siendo niños) es muy complejo y se hace siguiendo unas pautas y una metodología muy concreta para que no haya errores -aunque alguna vez los ha habido, pero se mira mucho por evitar estas cosas porque las consideramos muy importantes-. Cuando se localiza un tulku, se explica a los padres cual es la situación y normalmente no hay problema porque ese maestro ha decidido renacer en un entorno propicio. Hay que tener en cuenta que la parte fundamental de la mente del maestro difunto sigue su curso en la persona de estos niños, así que es muy raro que se sientan mal, porque a veces pueden querer ver más a su madre, o se asustan un poco, eso es normal, pero se les trata con mucho cariño y todas las atenciones, y ellos mismos desde muy pronto ya comprenden de manera natural que deben dedicarse a ello. Aparte que hay cosas, como que les prohíban ver a su familia o jugar o tal... Tienen que estudiar mucho y eso, pero otras cosas no son verdad. De hecho, cuando se localiza un tulku, lo habitual es que su familia se beneficie, pasen a ser muy queridos, se les dan muchas atenciones también y eso. De hecho, cuando se ve que un niño tiene problemas, que realmente no vive feliz el el monasterio, entonces no hay problema en replantearse si igual se han equivocado y no siguieron bien las indicaciones y ese niño no es quien pensaban que era; pero vamos que esto es muy raro que pase.

Y repito, no tiene nada de adoración. Hay muchas imágenes, figuras y eso, pero forman parte del método budista tibetano de acercarse a la iluminación, que NO incluye la adoración. La función de esas imágenes es diferente. De hecho en otras formas de budismo es raro que utilicen estas imágenes, y en muchas tradiciones la diferencia con el budismo tibetano es muy grande, y solo tienen una figura de algún buda y se acabó. Nosotros sí trabajamos con otras entidades.

10000% de acuerdo en que la idea es ser felices haciendo felices a los demás y que para eso no hace falta ser budista :) La idea es esa, NO es ser budista.

Tengo que irme ya, un saludillo :)
 
Última edición:
bizilagun dijo:
-moecín: Por la razón que acabo de decir, no hay razón para descubrir más y más simplemente por descubrirlo, sino por llegar al final absoluto y comprenderlo de primera mano. Filosofar por filosofar, en general es considerado una pérdida de tiempo que se puede dedicar a cosas más prácticas y urgentes.

Final absoluto? :ein:

Filosofar por filosofar es el corazón de toda filosofía, con la filosofía no se busca un fin práctico ni nada urgente, lo mismo con la poesía, la música y el arte en general, el amor, las fiestas, el juego, etc, no son útiles en un sentido práctico, pero si son importantes en la vida.

El q filosofa con un objetivo o con algún fin pragmático mejor q se dedique a otra cosa pq por la filosofía no conseguirá muchas cosas de utilidad practica.
 
Pues eso :) En budismo no hay filosofía propiamente dicha. Formas de pensamiento, corrientes, etc, pero no filosofar por filosofar :) Un saludillo.
 
Creo que si Bizi, me he confundido :p

Tienes demasiada razón en decir que eres feliz, haciendo feliz a los demás, siendo o no budista, la verdad da mucha satisfacción, ver sonrisas y lo que conlleva ^^
 
bizilagun dijo:
Pues eso :) En budismo no hay filosofía propiamente dicha. Formas de pensamiento, corrientes, etc, pero no filosofar por filosofar :) Un saludillo.

Ah! Pensé q lo decías en general... Bueno es extraño, ya que la filosofía a fin de cuentas tmb es una tradición de pensamiento. Es extraño delimitar en estos aspectos.

Ana, a mi hacer feliz a los demás tmb me hace feliz, pero hay otras personas q simplemente no, y sienten placer con el dolor ajeno o sencillamente no sienten ni placer ni displacer. Si no hiciese sentir placentero ayudar a hacer feliz al resto ¿Crees q lo haría? No lo sé la vdd, lo dudo, al final el "yo" es una estructura (que aunq movible) es condicionante de nuestro actuar.
 
Del libro del psicólogo Daniel Goleman que cité al inicio del post:
Emociones Destructivas, Cómo entenderlas y Superarlas: diálogos entre el Dalai Lama y diversos científicos


La lista tíbetana de las emociones destructivas.

Alan comenzó presentando del siguiente modo la contribución de Jinpa:

"Owen nos ha presentado una lista de diferentes emociones que, desde la perspectiva budista, resulta muy heterogénea. Hemos creído que también sería útil dedicar unos pocos minutos a presentar una lista parecida desde la perspectiva budista. Como muchos de ustedes saben, no existe ningún término budista tibetano ni sánscrito cuyo significado concreto sea el de "emoción".


Como Matthieu había señalado, una de las creencias fundamentales del budismo es la necesidad de superar las consecuencias destructivas de lo que la psicología occidental denomina emoción. Pero el análisis budista no establece la misma diferencia entre las emociones destructivas y las emociones constructivas, sino que las considera como estados mentales aflictivos que empañan la claridad y ocasionan un desequilibrio emocional. Como no tardaremos en advertir, el análisis budista al respecto es mucho más concreto y meticuloso que el occidental.


"Veamos ahora las similitudes entre la clasificación budista –prosiguió Alan y la distinción occidental entre emociones destructivas y emociones constructivas. Thupten Jinpa ha extraído, de una enumeración clásica, seis aflicciones mentales primarias, algunas de las cuales idenüficaremos fácilmente como emociones, y otras no. También presentaremos una enumeración de otras veinte aflicciones mentales secundarias, algunas de las cuales, de nuevo, son emociones, y otras no."


Entonces Alan proyectó una diapositiva que, bajo el título "Seis principales aflicciones mentales", incluía la siguiente lista:

1. Apego o deseo
2. Ira (que incluye la hostilidad y el odio)
3. Orgullo
4. Ignorancia e ilusión
5. Duda
6. Visiones erróneas


–Las dos aflicciones mentales del apego y el deseo y la hostilidad y la ira –señaló el Dalai Lama están ambas fijadas en algún objeto. En el primer caso, esa fijación tiene que ver con el apego, con el hecho de ir hacia el objeto y, en el segundo, con la repulsión, con el hecho de alejarse del objeto. La duda –prosiguió– es un tipo de aflicción que nos lleva a una comprensión errónea de la realidad. No se trata de una mera vacilación, sino de una duda que implica un alejamiento de la realidad.


–Pero también hay que señalar –puntualizó entonces Alan, que existen formas sanas de duda. De hecho, la duda es muy importante para el cultivo de la comprensión profunda. No debemos olvidar que el budismo es una tradición experiencial que nos obliga a no aceptar nada que no se halle suficientemente corroborado por la propia experiencia, de otro modo, no podremos avanzar. Aunque los términos incluidos aquí se definan como aflicciones mentales, ello no quiere decir que todos sean, en todos los casos, negativos.


–En los escritos de Su Santidad he leído –dijo entonces Paul Ekmanque, del mismo modo que no todas las dudas son aflictivas, tampoco toda ira es aflictiva. ¿Por qué no define usted la ira aflictiva para que, de ese modo, podamos comprender los distintos tipos de ira? ¿Puede la ira ser una virtud?


–Para ello deberíamos comenzar distinguiendo –dijo entonces el Dalai Lama dos términos tibetanos estrechamente relacionados, khongdro (que suele traducirse como "ira") y shedang (que suele traducirse como "odio"). Pero también existen ciertos tipos de ira que se ven movilizados por la compasión, en cuyo caso se trata de un estado mental ajeno al odio o shedang. Es cierto que se expresa en forma de ira, pero de una ira derivada de la compasión.

–Es una especie concreta de ira que contempla la realidad tal cual es –señaló entonces Francisco Varela.

Alan se dirigió al Dalai Lama y tradujo este comentario al tibetano como "una especie de ira válida que emana de la compasión y que aprende adecuadamente la realidad".

–¿Existe acaso tal cosa? –preguntó entonces.

–No estoy muy seguro de ello –dijo el Dalai Lama después de deliberar en silencio unos instantes. Lo que sí existe es algo llamado "compasión aflictiva".

Esa afirmación provocó el siguiente comentario sorprendido de alguien de la sala:

–La compasión es una de las virtudes clásicas, pero también es posible que, aun así, sea aflictiva.

–¿A qué se refiere? –pregunté asombrado.

–Eso es, al menos, lo que afirma el Pramanavarttika, un antiguo texto clásico de epistemología de la tradición budista indotibetana, aunque lamentablemente no da ningún ejemplo de ello. Lo único que dice es que existe tal cosa. Por lo general, la compasión se considera como un estado mental virtuoso y sano. Pero también es posible que el afecto se combine con la identificación, en cuyo caso esa mezcla de compasión y apego es muy probable que acabe convirtiendo la compasión en algo aflictivo.


-Pero, si existen claras referencias a la compasión aflictiva, tal vez sea posible también que exista una ira virtuosa! –propuso entonces el Dalai Lama con un estallido de risa, porque la misma noción de "ira virtuosa" es, desde la perspectiva budista, una paradoja. Yo creo –sugirió el Dalai Lama que, en lugar de incluir la ira en la lista, podríamos hablar del odio, shedang.


–Todo eso depende de nuestra motivación –puntualizó Matthieu Ricard. Si alguien se dirige caminando hacia un acantilado y está a punto de caer por él y no le escucha cuando usted le grita: "-Detente!" podía, por ejemplo, enojarse y decirle: "-Eh tú, estúpido, detente!", en cuyo caso su ira tendría una motivación completamente altruista, ya que usted se habría visto obligado apelar a ella después de que otras modalidades más amables no hubieran surtido el efecto deseado.


Como suele ocurrir cuando los tibetanos instruidos debaten temas de filosofía budista, se suscitó entonces un apasionado y largo debate entre los lamas presentes. El Dalai Lama no parecía hallarse cómodo con la sugerencia de Matthieu de que, desde la perspectiva budista, pudiera existir una ira virtuosa, es decir, un tipo de ira que no fuera aflictiva. En su opinión, si realmente es ira, deberá ser, por definición, aflictiva, aun cuando se manifieste en forma de acción compasiva.


También es posible, por otra parte, parecer airado sin tener realmente la experiencia interna de la ira. Quizás ese tipo de ira aparente pudiera asentarse en la compasión, como había sugerido el ejemplo de Matthieu. Pero el Dalai Lama no quería dar una impresión que socavase la visión budista básica de la ira como un factor aflictivo.


–Matthieu ha dicho que, en ciertas ocasiones, las conductas airadas o las palabras duras –como, por ejemplo, gritar "Detente, estúpido!"– pueden ser un medio hábil, o incluso el único medio, para evitar que una persona caiga por un precipicio. ¿Pero es preciso, en tal caso, experimentar internamente la aflicción de la ira para comportarse de ese modo? –comentó Alan.

–Lo cierto es que una conducta airada podría hallarse perfectamente motivada por la compasión –señaló el Dalai Lama.

Luego señaló que ciertas prácticas del budismo Vajrayana predominante en el Tíbet no apuntan exclusivamente –como sucede en otras ramas de la práctica budista a contrarrestar o reprimir el odio y la agresividad (así como también el deseo y el apego), sino a transformarlas, en cuyo caso el practicante trabaja de forma directa con las aflicciones mentales para liberarse al final de ellas.


–Desde este punto de vista –concluyó diciendo el Dalai Lama, es cierto que, en determinadas ocasiones, la forma más eficaz de proceder –es decir, los medios más hábiles de quien ha conseguido liberarse de las aflicciones puede asumir un aspecto airado (el habla colérica, la acción colérica, etcétera), pero, en cualquiera de estos casos, la persona en cuestión debe hallarse internamente desidentificada de ese sentimiento.


El valor de la afrenta moral

Owen se inclinó hacia adelante y entró nuevamente en liza diciendo:

–Su Santidad ha sido muy cauto al admitir la posible existencia de una ira no aflictiva que brota de la compasión. Yo creo que, en este sentido, puede haber una diferencia entre las visiones budista y occidental al respecto, una diferencia que guarda cierta relación con la visión de Paul en torno a las emociones positivas. Creo que el valor de la indignación o de la afrenta moral no sólo cumple con una función práctica, sino que es muy positivo sentirse indignado frente a situaciones tan injustas como las creadas por Pol Pot, Hitler, Stalin o Milosevic, pongamos por caso. ¿Qué opina usted de ello?


–Es cierto que el Vajrayana contempla la indignación moral en contra de las injusticias, aunque esa actitud no es representativa de todo el budismo. Ahí está para ilustrarlo, las divinidades coléricas, cuyo significado simbólico es el de expresar la rabia en contra de alguna forma de influencia nefasta –replicó el Dalai Lama. En el ejemplo mencionado por Matthieu del uso de la ira para evitar que una persona se despeñe por un acantilado –prosiguió–, la compasión y la ira están estrechamente ligadas.


La práctica de la meditación para el desarrollo de la paciencia y de la tolerancia, por otra parte, puede centrarse en una conducta vil, en cuyo caso uno no experimentará ira, hostilidad ni agresividad hacia la persona que la cometa, sino, muy al contrario, compasión. Pero lo cierto es que también existe el deseo –completamente despojado de ira de querer detener, rechazar y eliminar ese comportamiento, en cuyo caso, uno es paciente con la persona pero no con su conducta. Pero ambas actitudes deben ser ejercitadas simultáneamente, para que la paciencia no acabe desembocando en la indiferencia.


La posibilidad de transformar la ira en una mezcla de compasión y paciencia llamó inmediatamente la atención de Paul Ekman, que había pensado bastante en ese sentido.


–Creo que ésta es una aportación muy útil –dijo entonces Paul al Dalai Lama. Cuando estaba leyendo uno de los libros de Su Santidad, también leí la misma idea en el último libro de Richard Lazarus, un psicólogo americano que desconoce su obra. En opinión de Lazarus –una opinión que comparto plenamente, se trata de algo muy difícil de lograr pero no imposible. Espero que los meditadores con largos años de experiencia puedan enseñarnos los pasos intermedios del proceso de transformación de la ira en compasión.


También debo señalar que creo que hemos estado mezclando dos cuestiones diferentes –añadió Paul. Una de ellas es lo que los seres humanos pueden lograr mediante el esfuerzo, como no ser vulnerables al enfado, por ejemplo, algo en lo que la teoría y la práctica budista pueden enseñarnos muchas cosas a los occidentales. La otra cuestión tiene que ver con ejemplos cotidianos de un tipo de ira que no sea dañina ni destructiva, como el sugerido por Matthieu.


(continuará...)

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Algunos comentarios personales a tan interesante diálogo:


La duda –prosiguió– es un tipo de aflicción que nos lleva a una comprensión errónea de la realidad. No se trata de una mera vacilación, sino de una duda que implica un alejamiento de la realidad.
Genial forma de describirla, también la percibo así.


–Pero también hay que señalar –puntualizó entonces Alan, que existen formas sanas de duda.
Justo lo que yo misma dije ayer aquí mismo:p.



...–dijo entonces el Dalai Lama... también existen ciertos tipos de ira que se ven movilizados por la compasión, en cuyo caso se trata de un estado mental ajeno al odio o shedang. Es cierto que se expresa en forma de ira, pero de una ira derivada de la compasión.

Yo creo –sugirió el Dalai Lama que, en lugar de incluir la ira en la lista, podríamos hablar del odio, shedang.
Tremendamente destacable este detalle, dado que, precisamente, dejaron claro que aceptan la existencia de un tipo de ira derivada de la compasión. Que es la que muchas veces tendemos a comprender en occidente.


También es posible, por otra parte, parecer airado sin tener realmente la experiencia interna de la ira.
Es cierto, existe ésa forma de reaccionar. Es decir se puede por ejemplo, levantar la voz, o parecer disguatado por algo sin nada de ira; sólo puede ser un entusiasmo exagerado, o incluso pasión exagerada hacia algún tema.


–replicó el Dalai Lama... La práctica de la meditación para el desarrollo de la paciencia y de la tolerancia, por otra parte, puede centrarse en una conducta vil, en cuyo caso uno no experimentará ira, hostilidad ni agresividad hacia la persona que la cometa, sino, muy al contrario, compasión. Pero lo cierto es que también existe el deseocompletamente despojado de ira de querer detener, rechazar y eliminar ese comportamiento, en cuyo caso, uno es paciente con la persona pero no con su conducta. Pero ambas actitudes deben ser ejercitadas simultáneamente, para que la paciencia no acabe desembocando en la indiferencia.
Esto que acabo de subrayar es importantísimo, y me complace ver que el Dalai Lama lo ve idénticamente que igual que yo: cuando nos enfrentamos a injusticias en la vida, nos aparece un deseo completamente despojado de ira de querer detener, rechazar y eliminar ése comportamiento; obviamente hacia personas que no entienden razones y que mientras hacen daños graves al prójimo. ¿Cómo hacerlo?: siendo paciente con la persona pero no con su conducta. Tal cual.


En opinión de Lazarus –una opinión que comparto plenamente, se trata de algo muy difícil de lograr pero no imposible. Espero que los meditadores con largos años de experiencia puedan enseñarnos los pasos intermedios del proceso de transformación de la ira en compasión. Es uno de los motivos por los que abrí este post:p.
.
 
Claro, es importante ver que cuando una persona hace algo reprochable, hay que pensar que lo correcto es reprochar esa acción, NO a la persona...
 
A mí el budismo me apasiona como doctrina, como filosofía pero me causa rechazo cuando la veo como institución. Esos puntos que tiene en común con la Iglesia me asquean. No soporto ver la comercialización que se ha hecho de la cultura Oriental y del budismo....eso de vender "sillones Zen", curas milagrosas para cuerpo y alma, "cómo ser feliz para siempre con 15 minutos de meditación al día", que se intente hacer del Dhalai Lama una especie de Papa, figuritas de Buda y del Yin y el Yang para aparentar espiritualidad, etc...todo eso me molesta.

Yo creo que el budismo es algo bastante íntimo, que cada uno ha de descubrir y vivir a su manera y que se corrompe en el mismo momento en que se intenta reglamentarlo, institucionalizarlo y jerarquizarlo.
 
Pero Speechcrepes, todo eso del "merchandising" es culpa, como siempre, de los occidentales. Dudo mucho que el Dalai Lama o los monjes de un monasterio perdido del Tibet tengan mucho que ver con la comercialización de un nuevo iPod "zen" más sencillo y plano que ningún otro (nota: ejemplo real).
 
Última edición:
Por supuesto, Sinuhé.;)

Aunque seguro que también habrá más de un oriental llenándose los bolsillos a base de "espiritualidad de mercado"....:rolleyes:
Es lo que tienen las cosas cuando se ponen de moda, tienen que generalizarse para llegar al gran público y entonces, por regla general, se pervierten transformándose justamente en lo contrario de lo que eran en un principio.:z:
 
Esas cosas no tienen nada que ver con ninguna institución budista, te lo aseguro Speechcrepes. A veces se hacen proyectos como el disco que sacó el monasterio Sakya pero eso son iniciativas independientes para recaudar fondos que no llegan del estado ni de nadie más que voluntarios, etc. A veces se hacen cosas de tipo comercial, el budismo en sí no tiene nada en contra de eso, pero cuando se hace, es mirando mucho de qué manera se hace y para qué, y nunca es por simple explotación comercial. Si alguien de rollo budista hace eso, habría que desconfiar, o por lo menos informarse antes de quiénes son, etc.

PD: De todas formas cosas como has dicho (ying yang, curas milagrosas...) no tienen nada que ver con el budismo...
 
Última edición:
Me había saltado este detalle:

bizilagun dijo:
Uno de los mitos que hay en torno al budismo es que se adora a las figuras, pero no tiene nada que ver. Son solo recordatorios, como cuando uno tiene una foto de alguien muy admirable, y cada vez que la ves sientes que puedes ser como esa persona y tomar su ejemplo, y ser mejor persona. Las figuras de budas y otros seres parecidos son algo parecido; son recordatorios del buda potencial que todos llevamos dentro.
Con el catolicismo sucede igual y aunque nada que ver al tema, aprovecho de dejarlo escrito para que se informen. No se adora a figura alguna, ni foto ni estatua. Sólo se adora a Dios. Lo otro son simplemente recordatorios de gente admirable y cada vez que las ves sientes que puedes ser como ésa persona y tomar su ejemplo, y ser mejor persona. Como tales se cuidan, más que nada por respeto.

Las imágenes del Señor Jesús, lo mismo: son recordatorios del ser potencial que todos llevamos dentro, de la capacidad de perfección en amor que somos capaces de, absolutamente, desarrollar siendo humanos.

Es incluso como cuando un ser humano muere, obviamente su cuerpo ya no "es" la persona, su esencia no está allí, pero no significa hacer barbaridades con él simplemente por respeto. Por ello se trata con amor y cuidado en el proceso previo a ser enterrado. Lo mismo con fotos de seres que admiremos. El respeto y la paz son tremendamente importantes y forman la "base" de una mínima civilidad entre seres. Es decir no se puede pedir civilidad o tolerancia, ni criticar su falta, si ni siquiera se respeta en cosas que merecen todo el respeto.


bizilagun dijo:
es importante ver que cuando una persona hace algo reprochable, hay que pensar que lo correcto es reprochar esa acción, NO a la persona...
Exacto, es lo mismo que dije yo cuando dejé de manifiesto mi coincidencia en este tema particular con el Dalai Lama: cuando alguien hace algo reprochable, hay que ser paciente con la persona pero NO con su conducta...
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Continuando con el tema. Del escrito enterior del libro del psicólogo Daniel Goleman:
Emociones Destructivas, Cómo entenderlas y Superarlas: diálogos entre el Dalai Lama y diversos científicos


Más aflicciones

"Hemos pasado un buen rato hablando de las seis aflicciones mentales primordiales. Ahora debemos pasar a las siguientes veinte aflicciones mentales secundarias derivadas, todas ellas, de las aflicciones fundamentales del apego o deseo, la ira y la ignorancia, lo que la literatura budista denomina los Tres Venenos".

Entonces apareció la siguiente lista en la pantalla:

Veinte aflicciones mentales derivadas

Ira
1. Cólera
2. Resentimiento
3. Rencor
4. Envidia/celos
5. Crueldad

Apego
6. Avaricia
7. Autoestima exagerada
8. Excitación
9. Ocultamiento de los propios defectos
10. Embotamiento

Ignorancia
11. Fe ciega
12. Pereza espiritual
13. Olvido
14. Falta de atención introspectiva

Ignorancia + apego
15. Petulancia
16. Engaño
17. Desvergüenza
18. Desconsideración hacia los demás
19. Falta de escrúpulos
20. Distracción


"Las cinco primeras aflicciones secundarias –comenzó Alan se derivan de la ira. La cólera no es más que un brote de exasperación, un ataque de furia. El resentimiento es un ataque de ira más duradero. El rencor es otro derivado de la ira, como también se dice que lo son la envidia y los celos. Cuando Thupten Jinpa y yo estábamos preparando esta lista y tratábamos de determinar de cuál de las tres aflicciones primarias se deriva cada una de ellas, Jinpa estaba convencido de que la envidia y los celos se derivan del apego, mientras que yo creo firmemente que representan una mezcla entre el apego y la ira. Éste es un punto, pues, claramente abierto a la interpretación. La crueldad, por último, es un claro derivado de la ira.

"Veamos ahora las aflicciones que se derivan del apego. Comenzamos con la avaricia, a la que también se denomina tacañería. El exceso de autoestima –del que Owen también hablaba esta mañana consiste en una visión desproporcionada de nuestras propias cualidades. La excitación es un término técnico que se refiere específicamente al ámbito de la meditación y que tiene que ver con la mente que se ve compulsivamente arrastrada hacia algún objeto de deseo.


Las aflicciones derivadas de la ignorancia

El siguiente conjunto de aflicciones se deriva de lo que el budismo denomina ilusión o ignorancia. La lista comenzaba con la fe ciega, y Alan se dio inmediatamente cuenta de lo extraña que puede resultar para los occidentales. Por ello dijo:

"El budismo considera la fe como una virtud, pero no ocurre lo mismo con la fe ciega. En este sentido, la fe inteligente se basa en la realidad mientras que su ausencia, por el contrario, se considera una aflicción mental.

"La siguiente aflicción –llamada lelo en tibetano suele traducirse como "pereza", pero se trata de algo mucho más concreto. Desde la perspectiva budista, la persona que trabaja dieciséis horas al día y que sólo se preocupa de ganar dinero sin prestar atención a su salud está decididamente en manos de lelo. El adicto al trabajo no es una persona especialmente perezosa, pero quien está afectado por lelo desdeña el cultivo de la virtud y de la purificación de la mente. Tal vez, la traducción más adecuada de la noción budista sea la de "acedía", la "pereza espiritual" de la que habla la tradición cristiana.

"El olvido es otro término procedente de la literatura meditativa que se refiere a la falta de atención o falta de interés. La práctica meditativa requiere un control interior, y su ausencia conduce al despiste. Creo que este punto tiene mucho que ver con algunas cosas de las que Dan habla en su libro Inteligencia emocional. En este sentido, las personas más introspectivamente desatentas son las emocionalmente menos inteligentes".

–¿Estás refiriéndote a la conciencia de uno mismo? –pregunté, puesto que ése fue el término general utilizado en mi libro para referirme a la atención introspectíva.

–En realidad, los budístas no utilizan este término –respondió Alan (probablemente porque, como había señalado antes el Dalai Lama, la noción de ego es considerada como una cosificación ilusoria)–, pero en cualquiera de los casos son muy similares.

"Finalmente –prosiguió Alan, tenemos un último conjunto de aflicciones que se derivan simultáneamente del apego y la ignorancia. A este grupo pertenecen la petulancia, un tipo de ilusión muy concreta en la que uno pretende de manera consciente y deliberada tener cualidades que, de hecho, no posee o exagerarlas desproporcionadamente. Luego tenemos eI en–gaño (el opuesto de la petulancia), en el que uno trata de ocultar, oscurecer o restar importancia a sus defectos.

»La desvergüenza se deriva de una falta de conciencia en la que, independientemente de que los demás nos descubran o no, uno carece de toda sensación de dignidad. ¿No les parece acaso una aflicción mental la falta de remordimiento cuando uno se halla implicado en un comportamiento deplorable? ¿No les preocupa incurrir en acciones realmente vergonzosas? El opuesto de esa actitud es la desconsideración hacia los demás, es decir, la falta de todo interés por el modo en que los demás valoran su conducta.

Con ello no estamos afirmando que uno deba preocuparse por la reputación o algo parecido, sino que sólo estamos refiriéndonos a la falta de preocupación realista por el hecho de que uno es una criatura social y no puede sustraerse de la relación con los demás. Así pues, cuando uno se halla implicado en algo moralmente reprobable y se despreocupa de lo que piensen los demás al respecto, está incurriendo en esta aflicción mental.

»La inconsciencia es una actitud de completa indiferencia hacia las acciones, las palabras y los pensamientos sin la menor preocupación por su adecuación. La distracción, por último, se asemeja al olvido y tiene que ver con una mente incoherente y que se ve arrastrada por todo tipo de estímulos. Todas éstas son las aflicciones derivadas de la ignorancia y del apego.»

 
La distinción budista entre los estados mentales sanos y los insanos (o positivos y negativos) se asienta en el hecho de que aquellos nos acercan más al despertar espiritual, mientras que los últimos lo obstaculizan. La visión occidental, por su parte, opone simplemente las emociones placenteras (o positivas) a las desagradables (o negativas).

Pareciera, pues, como si Occidente clasifícara las emociones en función del bienestar que proporcionan, mientras que el budismo parece hacerlo dependiendo del grado en que promueve o dificultad del progreso espiritual.


Las sutilezas del amor y de la compasión

Con la lista de las familias de emociones básicas todavía en la pantalla, Paul pasó a ocuparse del amor, uno de los quince parientes emocionales de la familia del disfrute al que, obviamente, incluye y trasciende. Aunque sus impulsos momentáneos sean agradables, el amor no es una emoción momentánea, sino que está ligada a un compromiso a largo plazo, un estado complejo de identificación.

"Quisiera diferenciar ahora tres tipos diferentes de amor para los que me gustaría disponer de tres palabras claramente distintas. Se trata del amor parental, de la amistad y del amor romántico, habitualmente el más breve de los tres –añadió Paul, con una sonrisa."

–¿No sería acaso este último una subdivisión de la amistad? –preguntó el Dalai Lama.

–Yo no creo que el amor romántico perdure a menos que se asiente en una amistad que le proporcione estructura –respondió Paul. Cuando esa amistad no se desarrolla, el amor romántico no perdura en el tiempo. Además, el amor romántico posee dos componentes adicionales, la intimidad sexual (ausente en el caso de la amistad) y la concepción y educación de los hijos en el seno de una relación duradera.

Estos tipos de amor proporcionan los contextos en los que se experimentan multitud de emociones. Yo quiero a mi hija (que está sentada por ahí, pero ello no significa que, en ocasiones, no me enfade o me preocupe mucho por ella. Rara vez me siento a disgusto con ella y son muchas las ocasiones en que me siento orgulloso o gratamente sorprendido por ella. Pero la clave de las diferentes emociones que siento por ella no se encuentra en las emociones mismas, sino en el compromiso duradero e incondicional que mantenemos.

¿Cuál es el papel que desempeña la compasión a este respecto? Aquí empezamos a adentrarnos en un terreno algo resbaladizo. ¿Se trata de un rasgo emocional? ¿Es acaso una actitud y no un rasgo? Ciertamente, la compasión parece una condición en la que uno se torna sensible a las emociones de los demás. En tal caso, uno es capaz de advertir y saber lo que sienten, pero la compasión trasciende a la mera empatía. ¿Por qué resulta tan difícil de cultivar y desarrollar? ¿Cualquier persona puede ser compasiva? ¿Poseen ciertas personas una predisposición especial hacia ella y, en tal caso, por qué?

El Dalai Lama mostró su interés por lo que Paul estaba diciendo asintiendo con la cabeza.

"El ejemplo que me parece más adecuado para abordar el tema de la compasión –señaló Paul es la dedicación y preocupación incondicional que existe entre una madre y su hijo. Se trata de un estado tan intenso que no tengo palabras para describirlo, un estado que, en sí mismo, impide la aparición de muchas actitudes negativas. Ello no quiere decir que la madre no se enfade nunca con su hijo, pero lo cierto es que –al menos desde una perspectiva ideal nunca le hará daño. Sé que algunos occidentales me preguntarían por qué no hablo de "cuidador" y de niño, pero lo cierto es que, biológicamente hablando, ése no me parece un modelo tan bueno como el que proporciona la relación madre–hijo. Desde hace muy poco tiempo estamos empezando a conocer

algunas de las hormonas responsables de la relación biológica entre una madre y su hijo. Pero dejaré que mi amigo, Richie –Richard Davidson se ocupe mañana de la biología de las emociones."

–Ése es también el modelo –dijo entonces el Dalai Lama que utilizan los textos budistas para abordar el tema de la compasión.

–Existe un tipo de meditación tibetana sobre la compasión –dijo entonces Alan en la que uno considera que los seres han sido su madre en alguna vida pasada. Se trata de un tipo de meditación diseñada para despertar el afecto y la gratitud evocando a la persona que nos ha demostrado el mayor amor y compasión.

–El budismo define técnicamente la compasión –aclaró Matthieu desde la perspectiva budista como el deseo de que los demás puedan liberarse del sufrimiento y de las causas del sufrimiento. El amor, por su parte, se defme como el deseo de que los demás sean felices y descubran las causas de la felicidad.

"No cabe la menor duda de que la naturaleza del compromiso entre padres e hijos es tal que aquéllos pueden sacrificar su vida por éstos –continuó Paul. Antes de leer sus libros, yo creía que esta emoción era privativa de la relación que existe entre un padre y su hijo, pero, en sus libros, usted postula la posibilidad de experimentar algo así por un grupo mucho más amplio. Espero que podamos regresar a este punto, porque lo único que tengo que decir al respecto es expresar mi admiración."

–Me pregunto si establece usted alguna distinción entre la compasión aflictiva y la compasión no aflictiva –comentó el Dalai Lama. En el primero de los casos, el objeto de la compasión es también un objeto de apego porque, cuando ve en peligro a su querido hijo, experimenta apego y compasión. En el caso de la compasión no aflictiva, por el contrario, el objeto de la compasión –que podría llegar incluso a ser un enemigo no despierta el apego.

–Me parece que acaba de hacer usted una distinción fundamental –respondió Paul. Yo creo que la compasión aflictiva a la que se ha referido está muy ligada al sentimiento de posesión. Como padre, me parece muy difícil dar autonomía a mis hijos puesto que, en el mismo momento en que crecen y pueden dañarse a sí mismos, escapan ya de mi posible control. Yo tengo que aprender a dejarles ser libres, una tarea muy difícil para un padre, porque nadie quiere que a sus hijos les ocurra nada malo. Pero las cosas no van nada bien si uno no permite que sus hijos vayan dirigiendo su propia vida. Ser padre significa necesariamente preocuparse.

–Usted es un padre muy bueno –dijo el Dalai Lama riéndose y asintiendo con una expresión seria, cuando se disiparon las risas de la sala, que subrayaba la sinceridad de sus palabras. Posteriormente, Su Santidad me dijo que los comentarios de Paul le habían parecido muy elocuentes y conmovedores.


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La distinción budista entre los estados mentales sanos y los insanos (o positivos y negativos) se asienta en el hecho de que aquellos nos acercan más al despertar espiritual, mientras que los últimos lo obstaculizan.
Ésa visión es muy similar a la mía. Las emociones "positivas" pueden, a veces, parecer lo contrariom generalmente cuando se oponen al ego. Pero en esencia son buenas, porque nos enseñan sobre 'el bien'.


el amor no es una emoción momentánea, sino que está ligada a un compromiso a largo plazo, un estado complejo de identificación.
Es cierto, no es una emoción "momentánea", es algo mucho más amplio, grande y fuerte. Por supuesto hablando del verdadero.


Ciertamente, la compasión parece una condición en la que uno se torna sensible a las emociones de los demás. En tal caso, uno es capaz de advertir y saber lo que sienten, pero la compasión trasciende a la mera empatía.
Así es, es mucho más que empatía, o quizás se podría llamar una empatía muy elevada o intensa, es capaz de surgir (y ésa es la gracia) en casos donde precisamente no tengamos muchos "motivos" para ella, como cuando alguien nos enoja. Es parte del amor, por ello es tan fuerte, valiosa e importante. Es el factor que nos hace más humanos, capaz de comprender lo que parece incomprensible, y por ello ir dismunuyendo las emociones "negativas" hacia otro ser. Es mi visión personal.

Desde nuestra creencia y perspectiva en el catolicismo por ejemplo, es que Dios siendo todo amor, lo que más contiene en él mismo como expresión de su esencia de ser es, su infinita capacidad compasiva y misericordiosa; ligada a una visión de los seres como todos importantes, todos dignos, todos con capacidad de amar y "merecimiento" de felicidad. Independientemente de sus actos, por ello su capacidad de perdón es enorme y excede por mucho a la predisposición humana para ello. Porque ve más allá. "Desea" ardientemente la felicidad de cada una de sus criaturas, y que logren alcanzar el estado de sumergimiento eterno en todo el Amor existente.


–Me pregunto si establece usted alguna distinción entre la compasión aflictiva y la compasión no aflictiva –comentó el Dalai Lama. En el primero de los casos, el objeto de la compasión es también un objeto de apego porque, cuando ve en peligro a su querido hijo, experimenta apego y compasión. En el caso de la compasión no aflictiva, por el contrario, el objeto de la compasión –que podría llegar incluso a ser un enemigo no despierta el apego.
Si bien lo "ideal" es la compasión sin apego, la cual es la "más esencial"; a la vez desde mi perspectiva valoro mucho la que pueda contenerlo, más que nada porque la compasión de la forma que sea expresa un tinte de "iluminación", uno procedente del amor, del bien.
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