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INTELIGENCIA EMOCIONAL
Si la inteligencia es el conjunto de capacidades que nos permite resolver problemas o fabricar productos valiosos en nuestra cultura, la inteligencia emocional es el conjunto de capacidades que nos permite resolver problemas relacionados con las emociones. Con nuestras emociones (inteligencia intrapersonal) y con las de los demás (inteligencia interpersonal).
De la misma forma que tendemos a considerar que la única inteligencia es la académica tendemos a reducir el pensamiento al pensamiento propio del hemisferio lógico (pensamiento racional, abstracto, verbal). Pero ese es sólo un modo de pensamiento.

Daniel Goleman dice que "tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente" Otra manera de entenderlo es que el pensamiento es un proceso con muchas caras. Las emociones son una de las facetas de ese proceso, una parte tan integral del mismo como el pensamiento lógico, lineal y verbal del hemisferio izquierdo. De la misma manera que no pensamos sólo con un único hemisferio, sino que los dos son necesarios, tampoco nos limitamos a procesar la información, además la sentimos.

A la hora de andar por la vida es más importante saber descifrar nuestras emociones que saber despejar ecuaciones de segundo grado. Las empresas lo saben bien y cuando contratan a alguien no piden sólo un buen currículo, además buscan un conjunto de características psicológicas como son la capacidad de llevarse bien con los colegas, la capacidad de resolver conflictos, la capacidad de comunicarse, etc. El que tengamos o no esas cualidades o habilidades va a depender del grado de desarrollo de nuestra inteligencia emocional.

Cuando hacemos un examen de poco nos sirve saber las respuestas si nos ponemos tan nerviosos que no somos capaces de contestar las preguntas adecuadamente. Naturalmente tampoco es suficiente estar tranquilo, hay que saber las respuestas del examen y saber mantener la calma.
Pero mientras que normalmente pasamos mucho tiempo aprendiendo (y enseñando) las respuestas del examen no solemos dedicarle ni un minuto a aprender (o enseñar) cómo controlar los nervios o cómo calmarlos.
Nuestro sistema educativo no es neutro, no le presta la misma atención a todos los estilos de aprendizaje, ni valora por igual todas las inteligencias o capacidades. No hay más que mirar el horario de cualquier escolar para darse cuenta de que la escuela no le dedica el mismo tiempo a desarrollar la inteligencia corporal - kinestésica y la inteligencia lingüística, por poner un ejemplo.

En cuanto a la inteligencia emocional (la capacidad de entender y controlar las emociones) la escuela simplemente la ignora. No es tanto que no la considere importante, es que su aprendizaje se da por supuesto.
El colegio no hace más que reflejar la visión de la sociedad en su conjunto. A nadie le extraña que un alumno tenga que hacer muchos ejercicios para aprender a resolver ecuaciones, sin embargo, no nos planteamos la necesidad de adiestrar a nuestros alumnos en como prestar atención durante una conversación, por ejemplo.

Naturalmente, además, no sabemos como hacerlo. Mejor dicho, porque nunca lo hemos considerado parte de nuestra tarea no hemos aprendido a hacerlo. Lo que se está planteando ahora por primera vez es que, de la misma manera que practicamos y desarrollamos la capacidad de escribir o la capacidad de hacer deporte podemos desarrollar y practicar el conjunto de capacidades que nos permiten relacionarnos de manera adecuada con el mundo exterior y con nosotros mismos, es decir la inteligencia emocional.

El primer paso es identificar las capacidades que conforman la inteligencia emocional, en sus dos vertientes, la inteligencia intrapersonal y la interpersonal.
Una vez que sabemos lo que queremos enseñar podemos diseñar las actividades y los ejercicios necesarios.

Inteligencia Naturalista, la que utilizamos cuando observamos y estudiamos la naturaleza. Es la que demuestran los biólogos o los herbolarios.


Naturalmente todos tenemos las ocho inteligencias en mayor o menor medida, (tal y como explica Fernando la Palma en este artículo sobre las distintas inteligencias. Al igual que con los estilos de aprendizaje no hay tipos puros, y si los hubiera les resultaría imposible funcionar. Un ingeniero necesita una inteligencia espacial bien desarrollada, pero también necesita de todas las demás, de la inteligencia lógico matemática para poder realizar cálculos de estructuras, de la inteligencia interpersonal para poder presentar sus proyectos, de la inteligencia corporal - kinestésica para poder conducir su coche hasta la obra, etc.

Howard Gardner enfatiza el hecho de que todas las inteligencias son igualmente importantes. El problema es que nuestro sistema escolar no las trata por igual y ha entronizado las dos primeras de la lista, (la inteligencia lógico - matemática y la inteligencia lingüística) hasta el punto de negar la existencia de las demás.
Para Gardner es evidente que, sabiendo lo que sabemos sobre estilos de aprendizaje, tipos de inteligencia y estilos de enseñanza es absurdo que sigamos insistiendo en que todos nuestros alumnos aprendan de la misma manera.

La misma materia se puede presentar de formas muy diversas que permitan al alumno asimilarla partiendo de sus capacidades y aprovechando sus puntos fuertes. (Aquí encontrarás un resumen de las capacidades y puntos fuertes de alumnos con las distintas inteligencias) Pero, además, tenemos que plantearnos si una educación centrada en sólo dos tipos de inteligencia es la más adecuada para preparar a nuestros alumnos para vivir en un mundo cada vez más complejo.

 
En una ocasión, en un fin de semana Renacentista, me encontré formando parte de un jurado con un senador de los EUA, congresista, y al mismo tiempo un ideólogo experto. Como psicólogo cognitivo interesado en la educación, me sentía perplejo con tal distinguida compañía para mi, algo exótica. Pasada una media hora, aquel misterio, parece que encontró súbitamente la solución. Uno de los miembros del jurado hizo uso de la palabra Inteligencia y otro le respondió rápidamente haciendo alusión a los fracasos de la CIA a lo largo del último cuarto de siglo.Tal y como después se pudo confirmar, el jurado se había constituido mediante la detección de palabras claves de nuestras biografías. Tanto a mi como a los otros miembros del jurado se nos describía como expertos en "inteligencia".

Algunas personas, de la más diversa índole, se describen como interesadas en la inteligencia, mientras que para aquellos que tienen una formación en psicología, la "inteligencia" tiene una connotación y una historia muy específica.

Durante casi un siglo, la inteligencia se la apropiaron los psicometricistas. Estos elaboran, administran y evalúan pruebas de inteligencia mediante respuestas breves y que piden a los sujetos realizar tareas relacionadas con la escuela: definir palabras, relacionar antónimos, recordar pasajes, proporcionar informes generales, manipular formas geométricas, y cosas por el estilo. Aquellos que obtienen buenos resultados en niveles de inteligencia (pruebas IQ ) se los considera bien dotados, y de este modo continuaran manteniendo esta consideración mientras permanezcan en la escuela.
Esta aparente información objetiva viene, a menudo, acompañada de una red de otras afirmaciones. Como se afirmó brúscamente en el best-seller "The Bell Curve", se considera a los individuos que nacen con un claro potencial intelectual; también que es difícil alterar este potencial, y que sòlo los psicometricistas pueden decidir. Ya nos indican desde la primera infancia, si son muy listos o no. Los autores, Richard Herstein y Charles Murray, llegaron a detectar algunas incapacidades sociales entre los que mostraban unos niveles muy bajos de inteligencia y sugirieron que algunos resultados de la IQ podrían estar relacionados con la raza. Estas afirmaciones llevaron a unas grandes tiradas de venta, y no hace falta decir, a una gran polémica sobre el libro.

En las últimas dos décadas, la hegemonía psicométrica sobre la inteligencia ha dado pie a grandes controversias. Los especialistas en informática han empezado a elaborar teorías y aplicaciones en inteligencia artificial. Algunos de sus sistemas tienen por objeto la corrección de problemas, mientras que otros tienen una clara eficacia. Los neurocientíficos y geneticistas se han dedicado a los orígenes evolucionistas y a las representaciones neurológicas de diferentes capacidades mentales. Y en el campo de la psicología, también se han introducido otras perspectivas y alternativas: Daniel Goleman ha escrito extensamente y de forma muy convincente sobre la inteligencia emotiva. Robert Sternberg ha añadido conocimientos prácticos y creativos a la idea más familiar de la inteligencia analítica. Y a lo largo de los últimos veinte años yo he desarrollado una "teoría pluralista sobre las múltiples inteligencias".

Según mi teoría, es un error considerar a los humanos como poseedores de una sola capacidad intelectual, que casi siempre es el resultado de una amalgama de habilidades lógico-matemáticas y lingüísticas. Pero si lo consideramos desde una perspectiva evolucionista, tiene mucho más sentido conceptualizar a los seres humanos como poseedores de diferentes capacidades mentales relativamente autónomas, que incluyen la inteligencia musical, la inteligencia espacial, la inteligencia cinética corporal y la inteligencia natural. También propongo dos formas de inteligencia persona, la interpersonal y la intrapersonal: estas dos están muy cerca de aquello que Goleman llama inteligencia emocional.

Mientras desarrollaba la teoría me pareció que podría alcanzar toda la inteligencia. Y hasta ahora no he conseguido darme cuenta de la importancia que tiene poder distinguir entre los tres diferentes significados de la inteligencia, que propongo en las siguientes afirmaciones:
  1. <LI class=text>Ante el gran parecido genético entre los humanos y los chimpancés, ha aparecido un reto que permite concretar las características que definen la inteligencia humana. <LI class=text>En las diferentes expresiones de interés, Susana simplemente muestra más inteligencia que Juan
  2. Aquello que distingue la forma de tocar el piano de Alfred Brendel, no es su técnica, sino la inteligencia de sus interpretaciones.
Cuando nos referimos al primer significado de la inteligencia, expresamos una caracterización de las capacidades humanas y no humanas. Podríamos, por ejemplo, hablar de la inteligencia humana como la capacidad de solucionar problemas complejos, o anticipar el futuro, o analizar modelos y patrones, o sintetizar diferentes datos de información. Una gran tradición disciplinar que se empezó con los estudios de Darwin sobre la evolución humana, y que fueron continuados con los estudios de Piaget sobre la mente de los niños, consiste en descubrir qué es único y qué es genérico en la inteligencia.
El segundo significado de la inteligencia es lo que han utilizado la mayoría de los psicólogos. Los de tradición psicométrica, los unitarios y los pluralistas, consideran la inteligencia como una característica, igual que la altura o el grado de extraversión. A los individuos se les pueden comparar según sus características o su conjunto. Personalmente considero a este modelo, como el examen de las diferencias basados en los centros de interés. Buena parte de mi trabajo sobre las inteligencias múltiples ha consistido en realizar descripciones de los diferentes perfiles de la inteligencia según los individuos.
El tercer significado de la inteligencia ha sido el menos explorado y quizás el más intrigante. Así como he sugerido el ejemplo de Brendel, la idea aquí se centra en la forma en como se ejecuta la tarea . A menudo hablamos en estos términos: hablamos de si una decisión es comedida o descabellada; de si la forma en que una decisión que va a ser tomada resulta inteligente o simplista; o si la transición de liderazgo fue inepta o inteligente; o si se ha introducido inteligentemente un nuevo concepto en una lección magistral; y así sucesivamente.

Así pues, ¿qué es lo que distingue la connotación de la inteligencia? No podemos definir como inteligente un acto o una decisión sin conocer el sentido de su intencionalidad o propósito; las diferentes opciones que comporta; y el específico sistema de valores que tienen los participantes. El estilo que tiene Brendel de tocar el piano, quizás técnicamente no sea el más depurado según un índice objetivo. Ahora bien, considerando sus propios objetivos o las opciones de actuación disponibles o los valores del oyente se podrá hablar de acertado o desacertado; de si su actuación ha estado inteligente o faltada de inteligencia. O sea, personalmente podrían desagradarme las interpretaciones de Brendel y sin embargo aceptar que son inteligentes, si pudieran convencerme sobre qué trataba de conseguir y porqué la interpretación tenía sentido en sus propios términos. O se me podría convencer que una interpretación de Glenn Gould fue inteligente, y esto, tanto si me gusta como si no. De hecho no existen criterios con ausencia de modelos, de lo que nos parece una decisión acertada o descabellada, de un proceso de planificación, de una transición de liderazgo, de una introducción de un tema en una clase, etc. En cambio, conociendo la información de los objetivos, géneros y valores, sí que podemos hacer evaluaciones sobre si estas tareas han estado realizadas inteligentemente o no; incluso podemos estar de acuerdo en discrepar acerca de las conclusiones.

¿Cómo se relaciona el tercer significado de la inteligencia con las inteligencias múltiples? Me atrevo a decir que las diferentes tareas requieren diferentes inteligencias o combinaciones de inteligencias. Interpretar la música inteligentemente comporta un conjunto de inteligencias distintas, a las usadas para preparar un banquete, planificar un curso, o resolver una disputa.

Así que podríamos preguntarnos: ¿Qué se consigue con este ejercicio de la semántica de la inteligencia? Permitirme sugerir tres posibles divisiones: La primera, ciertamente, es léxica. Es realmente útil e importante distinguir estas tres diferentes definiciones, de otro modo nos arriesgamos a hablar pasando de una a otra, con un Piagetista chocando frontalmente e innecesariamente con un psicometricista; o un crítico que cree que su tarea es parecida a la de un psicólogo que lo lleva a cabo en una escuela.

La segunda división trata de la investigación. No hay ninguna duda de que los psicólogos y los investigadores continuarán examinando la naturaleza de la inteligencia. Y podemos suponer que leeremos nuevas pruebas de inteligencia, nuevas máquinas artificialmente inteligentes; y también sobre los genes de la inteligencia.

Algunos investigadores sabrán claramente lo que quieren decir cuando usan el término inteligencia; pero también podemos esperar un elevado grado de confusión, a menos que los estudiosos nos indiquen qué aspecto de la inteligencia están estudiando y de como conecta con las otras inteligencias.
Finalmente , y lo que es más importante para mi, hay las implicaciones educativas. Cuando un educador habla de la inteligencia en el sentido originario, se refiere a la capacidad que se supone que existe en todos los seres humanos. Quizás se manifiesta más rápido o más ostentosamente en una persona que en otra; pero en definitiva tratamos de un derecho humano de nacimiento, de manera que no hacen falta medidas especiales. Por contra, la inteligencia en el sentido de la "diferencia individual" comporta valoraciones sobre los potenciales de los individuos y de como cada uno de ellos puede ser enseñados de una forma más eficaz. Si (siguiendo a Herrnstein and Murray) consideramos que Sally tiene un potencial de inteligencia en general pequeño, o ( siguiendo la teoría de las inteligencias múltiples) tiene poco potencial para el desarrollo de la inteligencia espacial, entonces nos enfrentamos con opciones educativas bien concretas. Y estas pueden ir desde abandonar nuestro intento: trabajar con más ahínco; o buscar formas alternativas para instruir eficazmente, sea en geometría, historia antigua o música clásica.
¿Y qué podemos afirmar acerca de hacer las cosas de forma estúpida o inteligente?

Aquí podríamos asumir un gran objetivo educativo. A menudo, ignoramos los objetivos, los géneros y los valores; o los suponemos tan aparentes que no nos parece necesario subrayarlos. Sin embargo, vemos como a menudo los estudiantes encuentran difícil de valorar un ejercicio, un trabajo, un proyecto o una composición y ver si se ha realizado inteligentemente o no. De modo que si estas valoraciones no se hacen adecuadamente, pocas conclusiones podremos extraer. Para mejorar la calidad de un trabajo, puede resultar insuficiente dar sólo los criterios mediante los cuales hacemos juicios de calidad; si no hacemos esta aclaración, poco podemos esperar de que nuestros estudiantes avancen con sus trabajos de forma inteligente.
 
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La mayoría de los individuos tenemos la totalidad de este espectro de inteligencias. Cada una desarrollada de modo y a un nivel particular, producto de la dotación biológica de cada uno, de su interacción con el entorno y de la cultura imperante en su momento histórico. Las combinamos y las usamos en diferentes grados, de manera personal y única.
 
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