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MiRiaM_-_ dijo:En Japón también hay una historia parecida.
No hacía falta irse tan lejos, esta historia es muy conocida en la provincia de Cádiz ... el Canelo estuvo 12 años en la puerta del hospital donde ingresó su dueño hasta que un coche lo atropelló, aqui os dejo lo que escribió Antonio Burgos (famoso periodista andaluz) el día que lo mataron, por si alguien le apetece leer ...
... hoy el Cádiz más popular está de duelo por un perro. Un coche ha matado al Canelo. El Canelo bien hubiera merecido que Don Juan Carlos, amante de los perros, le hubiera concedido títulos como daban a las ciudades aquellos reyes antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar a los liberales doceañistas: Muy Noble y Muy Leal, Heroico e Ilustre Canelo de Cai. Como un artista que era, el Canelo llevaba añadido a su nombre el de su tierra. Como Pericón de Cai y Beni de Cai, era El Canelo de Cai. Igual que a otros perros sólo le falta hablar, al Canelo sólo le faltaba apuntarse unas cantiñas o un cuplé, de gaditano de la Avenida que era.
En tu honor, Canelo de Cai, en lo alto de Torre Tavira, con oro y plata, yo pongo ahora un letrero contando tu historia. Vivías de lo que te echaba de comer la gente en los porches de Residencia del Seguro. No sé de qué raza eras, pero, del tirón, más noble que todos los perros regios que pintó Velázquez. Por tu fidelidad al amo, habías pasado de ser mascota bien cuidada y alimentada en un piso, perro de correa y vacuna, a chucho callejero. Fuiste muchos días a Residencia, Canelo, con tu dueño, que necesitaba de diálisis. Un día ya tu dueño no salió. Lo dejaron ingresado. Y tú seguiste allí, esperando que acabara la diálisis. Mientras tu dueño permaneció hospitalizado, no te moviste de la puerta del hospital. Tu dueño murió allí. Y tú, Canelo, que no creías en la muerte, ni en tu propia muerte atropellado por un coche, permaneciste allí, esperándolo, escribiendo la más bella copla de amor entre los hombres y los perros. Años llevabas ya esperando a tu dueño a las puertas de Residencia. Son las ventajas que tenéis los perros, que como no leéis las esquelas del diario no tenéis por qué creer en la muerte. Hasta los laceros de la perrera municipal te cogieron un día, porque hubo quien te denunció, diciendo que habías atacado a su perro, tú que eras tan noble y de paz. Pero se movilizaron los trabajadores de Residencia y los amantes de los animales y pidieron tu indulto, Canelo, como los pañuelos blancos de una plaza reclaman la vida de un animal bravo y noble. Que yo sepa, Canelo, fuiste es el primer perro indultado de la bolilla a petición del público, cuando un concejal sacó el pañuelo naranja para darte la vida que ahora te ha quitado un coche.
Sé, Canelo, noble y leal perro gaditano, que estás en la gloria de los perros, porque te la ganaste en vida. No hay mejor gloria que la memoria, Canelo, y tú ya la tienes. Hasta has librado a tu raza canina del baldón de tu nombre. ¿Habrá algo más generoso, agradecido y desprendido que hacer el canelo, Canelo, como tú lo hacías, esperando a un dueño que nunca había de volver? Tú, Canelo, nunca hiciste el canelo. En todo caso, quienes hacemos el canelo somos los que esperamos encontrar en los hombres sentimientos como los tuyos, que ya, ay, sólo se encuentran en los perros.
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