- Dicho sea por descontado, siempre que se realicen relaciones sexuales que impliquen penetración anal, deben realizarse con preservativo.
- La penetración anal se ha practicado desde siempre y es un ejercicio habitual entre gays y ocasional entre heteros, una vez superada la era post-sida. Sin embargo, ser gay no significa automáticamente dar o que te den. Existen matices que rodean este tema casi tabú. Hemos crecido y nos han educado ignorando ese órgano como si fuese la Ciudad Prohibida junto a muchas barreras físicas, psicológicas y sociales a la hora de afrontar el tema como lo que es: una delicia.
- La penetración anal, si se hace como Dios manda, puede ser fuente de un intenso placer inimaginable. El ano es una zona altamente erógena y el masaje prostático que se alcanza con esta práctica es la razón física principal de que a pesar de todo, esto guste. Siempre nos enseñaron que "por detrás, ni el viento" cuando lo único que producía era más curiosidad si cabe.
- Hay que saber que el esfínter anal es un músculo circular muy fuerte y posee una acción mixta (voluntaria e involuntaria). Como todo buen músculo, si se masajea, se puede hacer de él lo que sea, puesto que puede dilatarse hasta diámetros insospechados, SIEMPRE con el mejor aliado: el lubrificante acuoso, que NO daña el látex del preservativo. No sirven aceites, grasas o derivados.
- Es imprescindible una clara comunicación entre amb@s participantes para evitar malas experiencias. El inicio debe ser suave, despacio y con mucha paciencia, buscando la relajación. Una penetración rápida y sorpresiva sólo produce dolor intenso y contracción automática del esfínter. Nada recomendable.
- Una vez conseguido el objetivo lo demás viene rodado y la experiencia debe resultar de lo más placentera. Claro está que la higiene de la zona anal debe ser muy escrupulosa, ya que de lo contrario representa una situación incómoda, desagradable e incluso vergonzosa.
- Pero si se siguen estos consejos, puede llegar a ser una experiencia inolvidable. El cuerpo humano hay que explorarlo y si se hace con alguien de confianza, la experiencia es única. Abajo tabúes absurdos y el/la que tenga curiosidad, adelante. No hay nada como estar agradecidos de nuestro propio cuerpo. Y el límite lo pone cada uno de nosotr@s. Un abrazo.
- La penetración anal se ha practicado desde siempre y es un ejercicio habitual entre gays y ocasional entre heteros, una vez superada la era post-sida. Sin embargo, ser gay no significa automáticamente dar o que te den. Existen matices que rodean este tema casi tabú. Hemos crecido y nos han educado ignorando ese órgano como si fuese la Ciudad Prohibida junto a muchas barreras físicas, psicológicas y sociales a la hora de afrontar el tema como lo que es: una delicia.
- La penetración anal, si se hace como Dios manda, puede ser fuente de un intenso placer inimaginable. El ano es una zona altamente erógena y el masaje prostático que se alcanza con esta práctica es la razón física principal de que a pesar de todo, esto guste. Siempre nos enseñaron que "por detrás, ni el viento" cuando lo único que producía era más curiosidad si cabe.
- Hay que saber que el esfínter anal es un músculo circular muy fuerte y posee una acción mixta (voluntaria e involuntaria). Como todo buen músculo, si se masajea, se puede hacer de él lo que sea, puesto que puede dilatarse hasta diámetros insospechados, SIEMPRE con el mejor aliado: el lubrificante acuoso, que NO daña el látex del preservativo. No sirven aceites, grasas o derivados.
- Es imprescindible una clara comunicación entre amb@s participantes para evitar malas experiencias. El inicio debe ser suave, despacio y con mucha paciencia, buscando la relajación. Una penetración rápida y sorpresiva sólo produce dolor intenso y contracción automática del esfínter. Nada recomendable.
- Una vez conseguido el objetivo lo demás viene rodado y la experiencia debe resultar de lo más placentera. Claro está que la higiene de la zona anal debe ser muy escrupulosa, ya que de lo contrario representa una situación incómoda, desagradable e incluso vergonzosa.
- Pero si se siguen estos consejos, puede llegar a ser una experiencia inolvidable. El cuerpo humano hay que explorarlo y si se hace con alguien de confianza, la experiencia es única. Abajo tabúes absurdos y el/la que tenga curiosidad, adelante. No hay nada como estar agradecidos de nuestro propio cuerpo. Y el límite lo pone cada uno de nosotr@s. Un abrazo.