Es muy a lamentar el hecho de que de adultos no se sepa/no se quiera (o ambas cosas) mantener el espíritu de la inocencia de la infancia, ya he dicho en alguna ocasión que mas que en la teoría del buen salvaje de Rousseau que -según he escuchado aboga por la buena disposición, bonhomía del individuo en estado salvaje/ contacto pleno con la naturaleza, mas o menos no lo he leído.
Estoy mas de acuerdo, sin embargo, en que en nuestra primera etapa vital-la infancia- en su digamos mayor nivel de inocencia que tenemos es donde se encontrará , en esencia, la potencialidad real de cambiar a mejor pero lamentablemente, se echa a perder prácticamente al hacernos adultos (adulterados), a entender (erróneamente en un buen grado) que mostrarse canallita, malote, nos va a salvar el culo (hablando en esos mismo términos) y no, es mas lo opuesto: si desaprendiésemos todos y cada uno de los saberes (ignorancias mejor dicho) que nos inocula la cultura, la (no mala, si no quizás mas bien errada) educación que nos arrastra a las lacras de ver al diferente como rival/opuesto: por etnia, sexo, nacionalidad,...ergo al enfrentamiento, si desaprendiésemos y dejásemos esa ignorancia pero volviendo a su vez, a la inocencia de no prejuzgar, de no dar las cosas tan supuestas y sentenciar que la vida es asi y no hay mas vuelta de hoja,...el mundo estaría mucho mejor.
Como dicen en Argentina: no es igual ser sencillo que simple (y eso se confunde de continuo).
La condición adulta tantas veces entregada al prejuicio, la maledicencia, el querer estar por encima, pisotear a cualquier precio (el fin,...ya sabemos), la malicia gratuita, el creer que ser-como decía el poeta- bueno en el buen sentido es de gilipollas (otra vez usando el estilo canallita), eso es lo que nos coloca a mi entender -en esa tesitura de tensión de unos y otros (unos contra otros), ¡ah! y por supuesto el ego tantísimas veces desmesurado ignorantes de nuevo, de que es una mera ilusión,...todo esto nos sitúa/aboca-decía-además al status quo de horripilante polvorín que bien puede (ahora mas que nunca, dado el nivel destructivo que hemos alcanzado) autodestruirnos de la manera mas cruda y brutal; pero eso sí, luego está el discurso totalmente interiorizado, convencido, de denominarse: sensatos, civilizados, y claro está: maduros, ¡ojalá fuésemos entonces tan "insensatos", "inmaduros", como lo fuimos en nuestra mas genuina infancia. Aquí son los niños los sabios, los que nos han de enseñar la verdadera sabiduría, la verdadera lección de vida.
El espíritu de esta, entendida así, es lo único que nos podría sacar del atolladero, pero no hay mas que mirar a tal estado de cosas que he referido- para constatar triste, trágicamente que estamos muy lejos de, no ya llegar, si no pretenderlo siquiera y que tal hecho, potencial y realmente, logre mas pronto que tarde, el autoexterminio sin sentido.
Nos hemos arrebatado a nosotros mismos, aquello de la frase de Earth Song: solía soñar con las estrellas, ahora no sé donde estamos pero sé que nos hemos ido a la deriva y lejos; nos hemos autoarrebatado la ilusión simple y maravillosa de poder fluir simplemente con la vida, y ser plenos y dichosos buscando simplemente el gozo por estar vivos.
pd: a nivel personal me supone una decepción total de nuestra especie.