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O el engaño de los “videntes”
¿Quién no ha soñado alguna vez sobre lo que va a pasar mañana, o el año que viene, o dentro de 30 años? Hoy sabemos que el futuro puede ser “adivinado”, o debería decir mejor, vivido. La cuestión principal radica en la “prisa” que tengamos por conocerlo.
La humanidad viaja continuamente en el tiempo, lo que sucede es que viajamos en una única dirección y a razón de un segundo cada segundo (desde ese punto de vista, el viaje en el tiempo existe). Es evidente que los sucesos del año 2023 los conoceremos dentro de 15 años y lo que vaya a suceder mañana lo sabremos mañana. Pero el dicho popular avisa que las prisas son malas consejeras. Y aún así el ser humano busca la manera de adelantarse al futuro y conocerlo hoy. Una persona sensata hará caso a las pruebas científicas (y a su propia experiencia) y se conformará con esperar e invertir su dinero en algo provechoso, pero un ignorante igual tiene prisa e invierte en los autodenominados videntes, astrólogos, mediums y toda esa jarcia de engañabobos.
La rama más antigua del árbol de la ignorancia es la astrología. En los primeros tiempos del hombre éste se daba cuenta de que en el cielo aparecían astros con diferente comportamiento al resto de “luces” de la bóveda celeste. Cuando Mercurio se hallaba en su cenit puede que hubiera librado una batalla con éxito, de manera que sería “legítimo” preguntarse si la próxima vez que ese planeta tuviera esa posición le traería la misma suerte. Con el tiempo, el hombre, observaba que otros astros formaban conjunciones y oposiciones y podría ligar los acontecimientos cotidianos a esas circunstancias. Había un astro – la estrella Sirio, la más brillante del hemisferio norte, excluido el Sol- que siempre aparecía por el horizonte en la misma época (como todas las constelaciones) pero que servía a los egipcios para organizar su agricultura. Las crecidas del Nilo y la aparición de Sirio iban íntimamente ligadas. La época de lluvias en Centro-África quedaba lejos de su conocimiento pero el binomio Sirio–Agua era evidente, así que ¿por qué no intentar descifrar las demás combinaciones de los astros del cielo? Un hecho natural era convertido en sobrenatural y, aunque su base era errónea, ¡la predicción era correcta!
Pero el tiempo ha pasado y ningún astrólogo predijo el momento de la desaparición de su propia civilización. Y llegamos a la era de las comunicaciones. Ahora es cuando proliferan los astrólogos de guante blanco o los videntes de salón. Si tienes la mala idea de regalarles tu dinero, ellos te darán consejos, jamás certezas. La prueba la tienes en cualquier horóscopo que leas. Cojo uno al azar y leo: “cuidado con las indigestiones; hoy no te dejes agobiar por el entorno” ¡faltaría más! Piense en estas últimas frases. Son muy comunes en los horóscopos de los astrólogos, esos que, si les mandas un dinerito, te envían tu “carta astral”.
Me encanta oír a esta jarcia de pícaros decirte cómo la situación de Júpiter influyó en tu personalidad en el momento de tu nacimiento. El único efecto que podría provocar es el gravitatorio, y ni eso, porque la matrona que asistió a tu parto ejercía mayor efecto que el sistema solar junto. También me encanta oírlos defender tan desahogadamente que ellos se limitan a “interpretar” conocimientos muy antiguos, que ya están escritos desde Ptolomeo. Se nota su propia ignorancia al hablar de conjunciones planetarias de Marte con Saturno, o de Urano, y no digamos ya cuando hablan de Neptuno o Plutón. Urano fue descubierto en 1781, y Neptuno y Plutón hace “cuatro días”, pero ellos hablan y hablan y hablan. Charlatanería no les falta, ya que es la mayor herramienta con la que engañar a los incautos.
No voy a mencionar aquí la prueba de los gemelos. Uno muere a los cinco años fulminado por un rayo y el otro tiene una larga y próspera vejez. Ambos nacieron al mismo tiempo. Los mismos planetas “regían” su destino. ¿Sigo?
Pero yo me pregunto: ¿si hay tanto vidente o astrólogo en las televisiones con sus consultas, es que hay tanto ignorante que utiliza sus “servicios”?. La respuesta me asusta, pues está claro que sí. Y viendo que toda esta jarcia de embaucadores vive (y muy bien por cierto), será porque cada uno tiene su extensa clientela de tontos en busca de sus “consejos”, lo que nos da como resultado que la ignorancia sigue presidiendo la vida de millones de personas. Y eso no es bueno para el avance de la humanidad.
Ofiuco, 13er. signo zodiacal
Por eso, cuando algún “adivino” me pregunta ¿de qué signo eres tú?, mi respuesta es siempre la misma: soy OFIUCO (nacidos entre el 30 de noviembre y el 17 de diciembre). La cara que me ponen refleja el cortocircuito de su única neurona.
EL FRAUDE DE LA ASTROLOGÍA « Misterios al descubierto
Ofiuco, el supuesto nuevo signo del zodiaco, genera una crisis masiva de identidad « Omniverso Fractal
¿Quién no ha soñado alguna vez sobre lo que va a pasar mañana, o el año que viene, o dentro de 30 años? Hoy sabemos que el futuro puede ser “adivinado”, o debería decir mejor, vivido. La cuestión principal radica en la “prisa” que tengamos por conocerlo.
La humanidad viaja continuamente en el tiempo, lo que sucede es que viajamos en una única dirección y a razón de un segundo cada segundo (desde ese punto de vista, el viaje en el tiempo existe). Es evidente que los sucesos del año 2023 los conoceremos dentro de 15 años y lo que vaya a suceder mañana lo sabremos mañana. Pero el dicho popular avisa que las prisas son malas consejeras. Y aún así el ser humano busca la manera de adelantarse al futuro y conocerlo hoy. Una persona sensata hará caso a las pruebas científicas (y a su propia experiencia) y se conformará con esperar e invertir su dinero en algo provechoso, pero un ignorante igual tiene prisa e invierte en los autodenominados videntes, astrólogos, mediums y toda esa jarcia de engañabobos.
La rama más antigua del árbol de la ignorancia es la astrología. En los primeros tiempos del hombre éste se daba cuenta de que en el cielo aparecían astros con diferente comportamiento al resto de “luces” de la bóveda celeste. Cuando Mercurio se hallaba en su cenit puede que hubiera librado una batalla con éxito, de manera que sería “legítimo” preguntarse si la próxima vez que ese planeta tuviera esa posición le traería la misma suerte. Con el tiempo, el hombre, observaba que otros astros formaban conjunciones y oposiciones y podría ligar los acontecimientos cotidianos a esas circunstancias. Había un astro – la estrella Sirio, la más brillante del hemisferio norte, excluido el Sol- que siempre aparecía por el horizonte en la misma época (como todas las constelaciones) pero que servía a los egipcios para organizar su agricultura. Las crecidas del Nilo y la aparición de Sirio iban íntimamente ligadas. La época de lluvias en Centro-África quedaba lejos de su conocimiento pero el binomio Sirio–Agua era evidente, así que ¿por qué no intentar descifrar las demás combinaciones de los astros del cielo? Un hecho natural era convertido en sobrenatural y, aunque su base era errónea, ¡la predicción era correcta!
Pero el tiempo ha pasado y ningún astrólogo predijo el momento de la desaparición de su propia civilización. Y llegamos a la era de las comunicaciones. Ahora es cuando proliferan los astrólogos de guante blanco o los videntes de salón. Si tienes la mala idea de regalarles tu dinero, ellos te darán consejos, jamás certezas. La prueba la tienes en cualquier horóscopo que leas. Cojo uno al azar y leo: “cuidado con las indigestiones; hoy no te dejes agobiar por el entorno” ¡faltaría más! Piense en estas últimas frases. Son muy comunes en los horóscopos de los astrólogos, esos que, si les mandas un dinerito, te envían tu “carta astral”.
Me encanta oír a esta jarcia de pícaros decirte cómo la situación de Júpiter influyó en tu personalidad en el momento de tu nacimiento. El único efecto que podría provocar es el gravitatorio, y ni eso, porque la matrona que asistió a tu parto ejercía mayor efecto que el sistema solar junto. También me encanta oírlos defender tan desahogadamente que ellos se limitan a “interpretar” conocimientos muy antiguos, que ya están escritos desde Ptolomeo. Se nota su propia ignorancia al hablar de conjunciones planetarias de Marte con Saturno, o de Urano, y no digamos ya cuando hablan de Neptuno o Plutón. Urano fue descubierto en 1781, y Neptuno y Plutón hace “cuatro días”, pero ellos hablan y hablan y hablan. Charlatanería no les falta, ya que es la mayor herramienta con la que engañar a los incautos.
No voy a mencionar aquí la prueba de los gemelos. Uno muere a los cinco años fulminado por un rayo y el otro tiene una larga y próspera vejez. Ambos nacieron al mismo tiempo. Los mismos planetas “regían” su destino. ¿Sigo?
Pero yo me pregunto: ¿si hay tanto vidente o astrólogo en las televisiones con sus consultas, es que hay tanto ignorante que utiliza sus “servicios”?. La respuesta me asusta, pues está claro que sí. Y viendo que toda esta jarcia de embaucadores vive (y muy bien por cierto), será porque cada uno tiene su extensa clientela de tontos en busca de sus “consejos”, lo que nos da como resultado que la ignorancia sigue presidiendo la vida de millones de personas. Y eso no es bueno para el avance de la humanidad.
Ofiuco, 13er. signo zodiacal
Por eso, cuando algún “adivino” me pregunta ¿de qué signo eres tú?, mi respuesta es siempre la misma: soy OFIUCO (nacidos entre el 30 de noviembre y el 17 de diciembre). La cara que me ponen refleja el cortocircuito de su única neurona.
EL FRAUDE DE LA ASTROLOGÍA « Misterios al descubierto
Ofiuco, el supuesto nuevo signo del zodiaco, genera una crisis masiva de identidad « Omniverso Fractal