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Estoy realmente horrorizada, llevo todo el dia mirando la foto de este hombre y preguntandome que puede llevar a una persona a hacer algo asi, que hubiera sido de esta gente si además el animal este hubiera muerto de manera repentina ...
Afortunadamente ahora le queda lo peor, vivir con esto sabiendo que todo el mundo sabe lo horrible que es.
Hablo de esta noticia:
Fritzl admite haber incinerado a uno de los siete niños que tuvo con su hija
El hombre encerró a su hija Elisabeth durante 24 años en un sótano bajo la casa familiar en una localidad austriaca
La policía del Estado federado de Baja Austria ha confirmado hoy que el jubilado Josef Fritzl, de 73 años, ha confesado ser el padre de los siete hijos nacidos en un calabozo subterráneo tras violar a su propia hija y de haber quemado el cadáver de uno de ellos que nació muerto. Franz Polzer, jefe de la policía de Baja Austria, ha dado a conocer en rueda de prensa la confesión del acusado, detenido el sábado pasado tras saberse que había encerrado a su hija Elisabeth durante 24 años en un zulo bajo la casa familiar en Amstetten, a 130 kilómetros de Viena.
Los hechos salieron a la luz ayer, tras descubrirse por casualidad que una de las hijas de Josef y Elisabeth, de 19 años, había sido internada en un hospital local a raíz de una enfermedad genética típica del incesto. La joven de 19 años, Kerstin, fue llevada al centro sanitario por su abuelo. Cuando los doctores quisieron ver a la madre de la muchacha, estalló el caso. Elisabeth, que fue conducida junto al resto de sus hijos y su madre al hospital, se hallaba en un estado psíquico deplorable y daba la impresión de tener 20 años más, ha relatado esta mañana Polzer.
Cautiva desde los 18 años y violada desde los once
La mujer, que ahora tiene 42 años, estuvo cautiva desde los 18 en un zulo de 80 metros cuadrados sin luz natural situado a dos metros de la casa donde vivían su madre, Rosemarie, y un hijo legítimo que ésta tuvo con Josef. Para la opinión pública austriaca resulta incomprensible que Rosemarie y el hijo legítimo del sospechoso no se percataran de la situación.
Según la prensa austriaca, la víctima explicó a la policía que su padre abusó sexualmente de ella por primera vez cuando tenía once años y que cuando tenía 18 la llevó al sótano de la casa y la inmovilizó con esposas. Allí permaneció durante 24 años y fue violada repetidamente por su padre. El sospechoso tuvo siete niños con Elisabeth. En 1996 nacieron gemelos, de los que uno falleció. Su padre-abuelo lo incineró en un horno en el jardín, según explicó la aturdida madre a los agentes.
Tres de los hijos, de 19, 18 y 5 años, jamás vieron la luz del día y permanecieron siempre con la madre en el escondite, sin que las autoridades sospecharan nada durante años, mientras que los otros tres hacían una vida que los vecinos y compañeros de escuela consideraban normal.
El abuelo y presunto padre de estos niños había extendido el bulo de que la madre había abandonado la casa y se había ido con una secta religiosa, lo que apoyó con cartas que obligó a escribir a su hija para justificar esta versión.
Acceso al zulo mediante una clave
Al escondite, una especie de segunda vivienda ventilada con aire forzado, con una pequeña cocina, una ducha, televisor y espacio para dormir, se entraba por una puerta de acero que se deslizaba por raíles y que estaba disimulada por estanterías en el sótano, y que sólo podía abrirse mediante un código electrónico, que finalmente el hombre entregó a la policía para que penetrara en su interior. En los mismos bajos, también se descubrió una habitación acolchada, posiblemente para impedir que las voces salieran al exterior en esa zona residencial de Amstetten.
Según los vecinos de Josef Fritzl, este ingeniero, propietario de su propia empresa, tenía antecedentes penales y había cumplido incluso una pena de cárcel, extremo no confirmado por las autoridades.
Afortunadamente ahora le queda lo peor, vivir con esto sabiendo que todo el mundo sabe lo horrible que es.
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Fritzl admite haber incinerado a uno de los siete niños que tuvo con su hija
El hombre encerró a su hija Elisabeth durante 24 años en un sótano bajo la casa familiar en una localidad austriaca
La policía del Estado federado de Baja Austria ha confirmado hoy que el jubilado Josef Fritzl, de 73 años, ha confesado ser el padre de los siete hijos nacidos en un calabozo subterráneo tras violar a su propia hija y de haber quemado el cadáver de uno de ellos que nació muerto. Franz Polzer, jefe de la policía de Baja Austria, ha dado a conocer en rueda de prensa la confesión del acusado, detenido el sábado pasado tras saberse que había encerrado a su hija Elisabeth durante 24 años en un zulo bajo la casa familiar en Amstetten, a 130 kilómetros de Viena.
Los hechos salieron a la luz ayer, tras descubrirse por casualidad que una de las hijas de Josef y Elisabeth, de 19 años, había sido internada en un hospital local a raíz de una enfermedad genética típica del incesto. La joven de 19 años, Kerstin, fue llevada al centro sanitario por su abuelo. Cuando los doctores quisieron ver a la madre de la muchacha, estalló el caso. Elisabeth, que fue conducida junto al resto de sus hijos y su madre al hospital, se hallaba en un estado psíquico deplorable y daba la impresión de tener 20 años más, ha relatado esta mañana Polzer.
Cautiva desde los 18 años y violada desde los once
La mujer, que ahora tiene 42 años, estuvo cautiva desde los 18 en un zulo de 80 metros cuadrados sin luz natural situado a dos metros de la casa donde vivían su madre, Rosemarie, y un hijo legítimo que ésta tuvo con Josef. Para la opinión pública austriaca resulta incomprensible que Rosemarie y el hijo legítimo del sospechoso no se percataran de la situación.
Según la prensa austriaca, la víctima explicó a la policía que su padre abusó sexualmente de ella por primera vez cuando tenía once años y que cuando tenía 18 la llevó al sótano de la casa y la inmovilizó con esposas. Allí permaneció durante 24 años y fue violada repetidamente por su padre. El sospechoso tuvo siete niños con Elisabeth. En 1996 nacieron gemelos, de los que uno falleció. Su padre-abuelo lo incineró en un horno en el jardín, según explicó la aturdida madre a los agentes.
Tres de los hijos, de 19, 18 y 5 años, jamás vieron la luz del día y permanecieron siempre con la madre en el escondite, sin que las autoridades sospecharan nada durante años, mientras que los otros tres hacían una vida que los vecinos y compañeros de escuela consideraban normal.
El abuelo y presunto padre de estos niños había extendido el bulo de que la madre había abandonado la casa y se había ido con una secta religiosa, lo que apoyó con cartas que obligó a escribir a su hija para justificar esta versión.
Acceso al zulo mediante una clave
Al escondite, una especie de segunda vivienda ventilada con aire forzado, con una pequeña cocina, una ducha, televisor y espacio para dormir, se entraba por una puerta de acero que se deslizaba por raíles y que estaba disimulada por estanterías en el sótano, y que sólo podía abrirse mediante un código electrónico, que finalmente el hombre entregó a la policía para que penetrara en su interior. En los mismos bajos, también se descubrió una habitación acolchada, posiblemente para impedir que las voces salieran al exterior en esa zona residencial de Amstetten.
Según los vecinos de Josef Fritzl, este ingeniero, propietario de su propia empresa, tenía antecedentes penales y había cumplido incluso una pena de cárcel, extremo no confirmado por las autoridades.