¿Por qué nos quedamos sin muelas del juicio?
Las llamadas muelas del juicio son cuatro muelas adicionales en la dentadura que posee el ser humano y que están especialmente diseñadas para morder y cortar alimentos duros y correosos como pueden ser los frutos secos verdes y la carne cruda. Tradicionalmente reciben este nombre porque aparecen alrededor de los 18 años, cuando se supone que se alcanza una edad en la que el hombre ya "tiene juicio", se ha llegado a la edad adulta. Cuando estas muelas crecen, se sitúan en la parte más posterior de los maxilares (dos últimas piezas en cada una de las mandíbulas). Esta piezas dentarias tenían su razón de ser por la función que cumplían para el hombre primitivo: éste las necesitaba para alimentarse a base de una dieta que se componía en gran parte de este tipo de alimentos, crudos y de difícil masticación. Sin embargo, hoy en día las muelas del juicio no llegan a crecer y desarrollarse en muchos seres humanos o son directamente extraídas por métodos artificiales. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué el ser humano puede prescindir de ellas para llevar a cabo una función tan vital como es la alimentación?
Dos son las razones evolutivas que explican la posibilidad de prescindir de las muelas del juicio. Por un lado, durante la evolución hacia el Homo Sapiens, el craneo cambió de forma debido a que el cerebro creció y éste necesitaba un mayor espacio para ubicarse. Por tanto, el espacio disponible donde se situaban las muelas del juicio fue haciéndose cada vez menor. Por otra parte, el tipo de alimentación desde el hombre de las cavernas hasta nuestros días también ha ido evolucionando hacia alimentos cocinados y, por tanto, más blandos. Las potentes herramientas masticatorias que son las muelas del jucio ya no resultan ni imprescindibles, ni necesarias. A esto se une que, en muchos casos, la falta de espacio para ubicarse en los maxilares cuando comienzan a crecer provocan no pocos problemas como apiñamiento de los dientes que puede llegar incluso a ser bastante doloroso.
Si la evolución funciona según sus leyes, llegará un punto en la que ningún ser humano llegue a desarrollar las muelas del juicio y éstas desaparecerán o quedarán como mero vestigio de nuestro pasado más primitivo. La importancia que tuvieron en su día para adaptarse al ambiente y para nuestra superviviencia ya no es tal. Un vestigio de la evolución similar al apéndice.
Las llamadas muelas del juicio son cuatro muelas adicionales en la dentadura que posee el ser humano y que están especialmente diseñadas para morder y cortar alimentos duros y correosos como pueden ser los frutos secos verdes y la carne cruda. Tradicionalmente reciben este nombre porque aparecen alrededor de los 18 años, cuando se supone que se alcanza una edad en la que el hombre ya "tiene juicio", se ha llegado a la edad adulta. Cuando estas muelas crecen, se sitúan en la parte más posterior de los maxilares (dos últimas piezas en cada una de las mandíbulas). Esta piezas dentarias tenían su razón de ser por la función que cumplían para el hombre primitivo: éste las necesitaba para alimentarse a base de una dieta que se componía en gran parte de este tipo de alimentos, crudos y de difícil masticación. Sin embargo, hoy en día las muelas del juicio no llegan a crecer y desarrollarse en muchos seres humanos o son directamente extraídas por métodos artificiales. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué el ser humano puede prescindir de ellas para llevar a cabo una función tan vital como es la alimentación?
Dos son las razones evolutivas que explican la posibilidad de prescindir de las muelas del juicio. Por un lado, durante la evolución hacia el Homo Sapiens, el craneo cambió de forma debido a que el cerebro creció y éste necesitaba un mayor espacio para ubicarse. Por tanto, el espacio disponible donde se situaban las muelas del juicio fue haciéndose cada vez menor. Por otra parte, el tipo de alimentación desde el hombre de las cavernas hasta nuestros días también ha ido evolucionando hacia alimentos cocinados y, por tanto, más blandos. Las potentes herramientas masticatorias que son las muelas del jucio ya no resultan ni imprescindibles, ni necesarias. A esto se une que, en muchos casos, la falta de espacio para ubicarse en los maxilares cuando comienzan a crecer provocan no pocos problemas como apiñamiento de los dientes que puede llegar incluso a ser bastante doloroso.
Si la evolución funciona según sus leyes, llegará un punto en la que ningún ser humano llegue a desarrollar las muelas del juicio y éstas desaparecerán o quedarán como mero vestigio de nuestro pasado más primitivo. La importancia que tuvieron en su día para adaptarse al ambiente y para nuestra superviviencia ya no es tal. Un vestigio de la evolución similar al apéndice.