Mezclar el concepto de género con la "ideología gay" (me lo expliquen)...... :jajaja::jajaja::jajaja::jajaja:
¿Pero qué cojones tiene que ver la homosexualidad con el concepto de género del feminismo?
Entiendo que el tema esté cargado de emotividad, pero ello sólo bloquea la comprensión mutua; por mi parte, vive persuadido de que siempre intento comprender a cualquiera que me escriba o hable, por insignificante o absurdo que me parezca su planteamiento; esa forma de actuar me ha llevado donde muchas veces no quería ir, pero no puedo más que dejarme guiar por lo que creo que es verdad. Yo le agradecería mucho a un niño si me refutara, porque siempre es un bien el verse librado del error; y contigo no quedaré menos obligado si me refutas.
Para empezar, no me has comprendido; no es de extrañar, porque es un tema bastante, bastante complicado; y que toca muchas fibras sensibles. Seguramente supones que ignoro el significado del género, y que lo mezclé estúpidamente con los gays, "que tienen muy claro su sexo y su género". ¿Será por incultura mía en "temas de género"? ¿Quizás la misma incultura que impide
distinguir a un transexual de un transgénero? No. Y si me lo permites, voy a tratar de exponerte la relación que existe entre el concepto género del feminismo, y la ideología gay. Si no me lo permites, al menos espero que otros con más buena voluntad que tú, me lean con menos pasión y más razón.
Para empezar, es necesario un paréntesis para aclarar el concepto de
ideología, tal y como lo estoy utilizando; muy probablemente lo conozcas, pero seguramente muchos otros no. Empiezo:
Como parecerá obvio a cualquiera, los seres humanos nos relacionamos con la realidad
mediante la mente, en donde se refleja el mundo exterior, al que nunca podemos acceder sin esa mediación. Esta relación es ineludible, pero pasa desapercibida para el hombre ordinario, al que le basta expresar sus emociones y comunicar los eventos de su vida, siéndole suficiente para ello la palabra lisa y llana como vehículo; sin embargo, el conocimiento científico exige que SIEMPRE tengamos que elaborar "estructuras mentales" muy complejas, que nos permitan conocer la realidad de manera formal, ordenada y explicada; esas "estructuras mentales" se contrastan con la realidad y se modifican en la medida en que se vuelvan insuficientes para proporcionarnos una explicación de lo que observamos; en cambio, cuando logran explicar perfectamente la realidad, podemos decir que hemos alcanzado la verdad tocante a esa realidad.
Los ejemplos más fáciles de "estructuras mentales", por su capacidad y potencia explicativa, son los modelos matemáticos; ellos no existen en la realidad, sino que son fruto de la elaboración humana. Primero, la física newtoniana nos proporcionó una explicación satisfactoria del universo conocido; después, se hizo insuficiente para explicar otros eventos que no se conocían en los tiempos de Newton, y se postularon modelos mucho más complejos que tomaban en cuenta esos nuevos eventos. Hasta aquí todo bien; pero pasa que esos "sistemas o estructuras mentales" se elaboran no únicamente en las ciencias duras, sino también en la sociología, economía, psicología y en toda ciencia que se precie de serlo; como es evidente, el grado de certeza que alcanzan nuestras "estructuras mentales" en las ciencias del espíritu, es mucho menor que la certeza que logramos en la física y en las matemáticas, ya que los hechos, cuando son medibles y verificables, son necios; por ejemplo, un cosmólogo no puede negar sus observaciones en el telescopio, lo que le permite avanzar con paso seguro en la postulación y/o ampliación de "estructuras mentales" que expliquen mejor lo que observó. No pasa lo mismo con las ciencias sociales, en donde muy fácilmente, la "estructura mental" que nosotros creamos,
parece explicar prácticamente cualquier evento, dificultándose el discernimiento de si explica la realidad conforme a la realidad misma, tomando en cuenta toda su complejidad; o únicamente la falsea con una explicación aparente. Tristemente, la mediocridad filosófica de muchos que se dedican a las ciencias sociales, les impide discernir si sus conclusiones científicas, tal y como las tienen en la mente, pertenecen a la realidad en sí, o por el contrario, son producto de una fantasía de la propia estructura mental a la que se adhirieron para intentar, en el mejor de los casos, alcanzar la verdad.
En efecto, algunas estructuras mentales son muy potentes por su simpleza y por su capacidad explicativa de la realidad. Tienen su propia "fuerza de gravedad": absorben cualquier evento o institución de la historia, y una vez integrados en el sistema mental, pretenden explicarlos a partir de las
claves que el propio sistema proporciona. Estas claves son siempre postuladas, nunca demostradas; seducen sólo por su fuerza explicativa, y para el estudioso sin preparación filosófica, resulta extremadamente difícil hacer el contraste con la realidad, porque esta queda bloqueada por el propio sistema (o "estructura mental"), perdiendo así el contacto con el mundo exterior y real, que a la postre es lo único que podría hacerle modificar, ampliar o ajustar la estructura mental, de forma que en verdad
explique la realidad, y no se convierta en una fantasía tautológica.
Este peligro, se comprenderá mejor si lo ilustramos con un ejemplo tomado de la vida cotidiana, muy sencillo: en cierto pueblo del norte de México, en donde los inviernos son muy duros, existe una pequeña comunidad indígena, de, digamos, cien habitantes; entre ellos, hay una familia con dos niños; y ocurrió que cuando el invierno pasado estuvo cerca, la madre de esos niños se mostró muy preocupada por la salud de sus retoños, decidiendo consultar con la abuela, quien le pasó un elixir secreto que, aseguró, cura la gripe y previene cualquier enfermedad invernal; la madre, muy feliz y confiada, decidió darlo a sus niños, quienes pasaron el invierno completamente sanos y robustos. Tristemente, un anciano y dos niños de la comunidad murieron presas del frío.
Este año, una brigada de vacunación llegó al pueblo, y convocó a todos los habitantes; nuestra madre de familia, empero, como desconfía de "esas medicinas del gobierno", decidió convencer a la mitad de la población para que no se vacunara, prometiéndoles el elixir de la abuela, y jurando que con él sus propios hijos fueron curados de la gripe y lograron pasar sanos y salvos el invierno.
Ahora, pregunto ... ¿Los niños del ejemplo, fueron salvados por el elixir de la abuela o, lo que es más probable,
la madre cayó víctima de su propio esquema mental al que se adhirió en el momento mismo de convencerse que la abuela poseía la cura de la gripe? Este ejemplo ilustra bien el peligro de muchas estructuras mentales, que con su aparente fuerza y potencia explicativa, "ordenan la realidad". Evidentemente, el ejemplo debe tomarse sólo como una analogía muy remota, pero que al fin y al cabo, transmite bien la idea que quiero expresar. Pues bien, esas estructuras mentales parciales, que ignoran la riqueza y complejidad de la realidad,
es lo que yo llamo ideología;
la ideología, entonces, es un reduccionismo, engendrado por el vicio lógico en que se incurre al juzgar el todo por su parte.
Ahora, una vez dado el ejemplo sencillo e ilustrativo, podemos mencionar ya un sistema ideológico parido por la pseudo-filosofía, y abortado luego por la propia realidad, de la misma forma que el elixir de la abuela va a ser olvidado cuando muchos de los niños que no se vacunaron enfermen; el clásico es el comunismo, que explicó toda la injusticia humana arguyendo la lucha de las clases sociales, postulando como solución un teórico mundo sin clases, al que habría que llegar incluso por la fuerza. Como toda buena ideología, diseñó su propio método para interpretar en clave marxista todas las instituciones, actividades y creaciones humanas: la religión, el matrimonio, los mitos, los sueños, la psicología, la historia... TODA LA CULTURA, fue reinterpretada en clave marxista-leninista. Otros ejemplos son la teoría sexual de Freud con su pansexualismo; la supremacía aria; el capitalismo salvaje; cierto psicologismo que ignora las realidades lógicas; el materialismo; el empirismo/sensualismo inglés, etc. El modo detallado y preciso en que estas ideologías "engañan" a la persona que se ha adherido a ellas, es muy complejo de abordar y no es este el momento ni el lugar para detallarlo, pero, en esencia, es exactamente el mismo proceso por el que pasó la madre de familia de nuestro ejemplo.
En no pocas ocasiones, adherirse a una escuela filosófica, significa elegir una ideología parcial que desecha, encubre y, en el peor de los casos,
enfrenta con todas las demás realidades. Esto y no otra cosa es el extremismo y el fanatismo, aquel terrible pecado que los griegos llamaron hybris, que produce la miopía de la razón, rendida al servicio del sistema ideológico. Espero que quede perfectamente delineado y entendido el sentido en que uso la palabra ideología, por lo que aquí cierro este gran paréntesis y abordo el tema de la
ideología de género.
El género es un concepto tomado de la lingüística por cierto feminismo radical, para aplicarlo al ser humano; al sexo biológico se le desgaja su proyección social, a la que se denomina género. El género se "independiza" conceptualmente del sexo, y ello abre la posibilidad de hacer múltiples combinaciones entre el sexo biológico y el género. Sólo así se puede hablar de "transitar" de un género a otro, y que cada ser humano es libre de "elegir" su género, quedando el sexo relegado a un dato genético sin relevancia. Ese mismo feminismo, en su cara más extremista y radical, es el que ha hablado del embarazo como una "carga evolutiva" que el "patriarcado" ha impuesto a la mujer, para volverlas
productoras y criadoras de niños al servicio del varón.
El postulado al que se exige prestar fe ciega, es este: el género no es más que una construcción social, que no tiene ni un determinismo natural previo; está completamente sujeto al albedrío humano, que puede "construirlo" libremente; por ende, lo que la cultura occidental llama natural no es más que todo el elenco de las instituciones generadas por el patriarcado, incluyendo, claro, la "heterosexualidad como norma".
Ahora bien,
ese postulado es el único que otorga base teórica a la "diversidad sexual", y a partir del cual se exige reinterpretar toda la realidad social y todas las ciencias que quieran acercarse a ella. Las facultades de psicología deben barrer los viejos estereotipos del "patriarcado", para abrirse a una reconstrucción de la realidad en clave de género. A partir de ese postulado, se sostiene todo el tinglado de la normalidad gay, bisexual, transexual, transgénero, etc, etc. Y como todo sistema ideológico, viene con su propio arsenal de adoctrinamiento: la palabra gay, que no es más que un movimiento socio-político con su propia agenda, pero con la que se persuade al mundo entero de que la única opción de un homosexual es
hacerse gay, afiliándolos así no a otra cosa, sino a un partido político; las tácticas de poner a los gays junto a los negros, indios, mujeres y cualquier otra minoría que los legitime de cara al público; las "campañas contra la homofobia", que no son otra cosa que marketing para persuadir a la masa que asuma los postulados ideológicos y ataquen rabiosamente a cualquiera que se atreva a no subirse al carro del
"progreso". Y lo repito y sostengo: todo en la fe de la supuesta construcción social del género, cuyo origen pseudofilosófico se puede rastrear perfectamente desde la dialéctica hegeliana, y cuya agenda de imposición mundial está muy bien delineada.
Ese postulado no es otra cosa que ideología pura y dura; ideología que la realidad, que es muy necia incluso cuando no se puede verificar ni medir, se encargará de desmontar pieza a pieza, para que termine exhibida en el museo de los grandes delirios de la humanidad, junto con las ideologías muertas del siglo pasado. Eso, claro, si el mundo dura lo suficiente para que las próximas generaciones aprendan de su experiencia. Personalmente, creo que estamos en un estado de transición hacia el totalitarismo, de una forma que
JAMÁS se había visto en la historia de la humanidad, así que, como Católico (tápate la nariz), muy probablemente esto signifique el comienzo de nuestra Pascua definitiva.
Y la literatura médica sobre la homosexualidad no fue en lo absoluto superada,
simplemente fue ignorada merced a la nueva y extravagante clave ideológica del género. En el polvo quedan miles y miles de experiencias clínicas y terapéuticas, que proporcionan, lo aseguro, una explicación mucho más
rica, creíble y convincente sobre el tema, con los historiales de sus resultados; en lugar de la cerrazón de
TODOS los que comulgan con la ideología gay, de tan siquiera plantearse la posibilidad de que no sea normal. No te engañes, esto es obra pura y dura de cierta política degenerada en demagogia, con el espinazo demasiado flexible a la hora de ganar votos; ahí está, por citar un ejemplo, el testimonio de Robert L. Spitzer, presidente de nomenclatura de la APA y responsable directo de la remoción de la homosexualidad del DSM. Y sí, los pseudo-científicos que apoyaban la supremacía de la raza aria, tienen
MUCHÍSIMO en común con la miopía de los ideólogos de género, en la medida en que, sospechosamente, se niegan tozudamente a criticar su propio postulado, en el muy afortunado caso de que lo conozcan. Además, el mito de la supremacía aria,
como cualquier otra ideología que se quiera, nunca va a poder resistir el crisol del realismo; la máscara se le caerá tan pronto como se le obligue a comparecer ante la realidad y presentar sus credenciales.
Y, finalmente; sí, en el plano
jurídico está en igual posición la no discriminación por raza, sexo y orientación sexual.