EL CANTANTE BALANCEÓ A SU HIJO PEQUEÑO EN LA VENTANA DE UN CUARTO PISO, ENTRE OTRAS EXCENTRICIDADES
Michael Jackson monta el número a su llegada a Berlín
CECILIA FLETA
BERLÍN
Una masa de fans histéricos recibió ayer a Michael Jackson a la entrada del lujoso Hotel Adlon de Berlín para comprobar si su nariz seguía en su sitio, tras las fotos difundidas los últimos días en las que llevaba una tirita que parecía ocultar graves daños.
La nariz lucía ayer de lo más sana. Y su dueño, más extrovertido que nunca, sin mascarilla ni guantes, se dejó tocar y empujar por un centenar de admiradores que sus guardaespaldas y el personal del hotel no lograron mantener a raya. Un hombre de 73 años resultó herido en la cabeza al salir de una de las tiendas del hotel y ser arrollado por la turba.
Al llegar a su habitación, Jackson, que viaja con sus tres hijos, balanceó a uno de ellos, de apenas 1 año, en el vacío desde un cuarto piso para que los fans lo vieran. Eso sí, antes tuvo la excentricidad de taparle la cara con un trapo. Luego tiró un pañuelo blanco por el que los congregados se pelearon, y se asomó al balcón, tapándose la cara con la cortina, para proclamar por señas su amor a sus admiradores.
El cantante, que esta semana debía testificar en el juicio que se le sigue en California por incumplimiento de contrato, pidió un permiso para acudir a Berlín a recibir el premio Bambi a toda su carrera, otorgado por la editorial Burda. El artista apareció con gafas negras y labios pintados de rojo. Su aspecto era inmejorable, y su humor, también. Tanto que hubo quien dudó seriamente de que la persona que ayer se dejó ver en Berlín fuera Jackson.
Pues a parte de lo que ya esperábamos (y esto es sólo el principio), me he quedado flipado viendo que hablan bien de su aspecto, hasta el punto de barajar la hipótesis de que se trate de un doble.
Michael Jackson monta el número a su llegada a Berlín
CECILIA FLETA
BERLÍN
Una masa de fans histéricos recibió ayer a Michael Jackson a la entrada del lujoso Hotel Adlon de Berlín para comprobar si su nariz seguía en su sitio, tras las fotos difundidas los últimos días en las que llevaba una tirita que parecía ocultar graves daños.
La nariz lucía ayer de lo más sana. Y su dueño, más extrovertido que nunca, sin mascarilla ni guantes, se dejó tocar y empujar por un centenar de admiradores que sus guardaespaldas y el personal del hotel no lograron mantener a raya. Un hombre de 73 años resultó herido en la cabeza al salir de una de las tiendas del hotel y ser arrollado por la turba.
Al llegar a su habitación, Jackson, que viaja con sus tres hijos, balanceó a uno de ellos, de apenas 1 año, en el vacío desde un cuarto piso para que los fans lo vieran. Eso sí, antes tuvo la excentricidad de taparle la cara con un trapo. Luego tiró un pañuelo blanco por el que los congregados se pelearon, y se asomó al balcón, tapándose la cara con la cortina, para proclamar por señas su amor a sus admiradores.
El cantante, que esta semana debía testificar en el juicio que se le sigue en California por incumplimiento de contrato, pidió un permiso para acudir a Berlín a recibir el premio Bambi a toda su carrera, otorgado por la editorial Burda. El artista apareció con gafas negras y labios pintados de rojo. Su aspecto era inmejorable, y su humor, también. Tanto que hubo quien dudó seriamente de que la persona que ayer se dejó ver en Berlín fuera Jackson.
Pues a parte de lo que ya esperábamos (y esto es sólo el principio), me he quedado flipado viendo que hablan bien de su aspecto, hasta el punto de barajar la hipótesis de que se trate de un doble.