Re: "On The Wall": El impacto de MJ en el arte explorado en una exposición en Londres
Michel Jackson: el hombre en el espejo
En los primeros meses del 2009, Michael Jackson posó para Kehinde Wiley, el retratista oficial de Obama. Wiley imaginó al rey del pop como el rey Felipe II a caballo, inmortalizado en su día por Pedro Pablo Rubens. Lo que no sospechaba Wiley era que su retrato sería también a título póstumo: Jackson murió cuando al cuadro ecuestre le quedaban todavía horas de trabajo. Wiley tuvo que superar el trauma y sacar fuerzas de flaqueza para concluir su obra, exhibida ahora con todos los honores en la National Portrait Gallery de Londres.«La colaboración con Jackson fue extraordinaria», recuerda ahora Wiley. «Tenía un profundo conocimiento de la historia del arte. Era un grandísimo admirador de Miguel Angel, y llegamos a hablar sobre las diferentes técnicas de pincelada que desarrolló con el pasar de los años. También hablamos sobre cómo la ropa puede servir de armadura, y viceversa».
Entre los 48 homenajes de otros tantos artistas a la vida y obra de Michael Jackson que forman la muestra Michael Jackson: On the wall está la chaqueta/armadura diseñada para la ocasión por Michael Lee Bush, artífice de los modelos más emblemáticos que lució en vida el autor de Thriller. La llamada chaqueta de cena está recubierta con tenedores, cucharas y cuchillos y uno casi se imagina dentro al propio Michael, saliendo a despachar una cena frugal en Neverland vestido de sus mejores galas.La exposición del momento en Londres -en rabiosa rivalidad con Frida Kahlo en el Victoria & Albert Museum- ya ha atraído, entre otros, a Madonna, que se dejó caer discretamente la semana pasada y que ha hecho pública en las redes sociales su total devoción por el retratado.La exposición es un personalísimo empeño del director de la National Portrait Gallery, Nicholas Cullinan, que cayó en la magia de Michael Jackson hace una década, a través de los retratos que le hizo Andy Warhol: «Me pareció el maridaje perfecto: el rey del pop art y el rey del pop, unidos para la posteridad en un momento irrepetible». Cullinam se refiere a la portada de la revista Time con el cantante en la portada, fechada en 1984.
Inconscientemente, el comisario fue siguiendo el rastro de los tributos que otros artistas, incluido Keith Haring, hicieron en su día a Jackson. La fascinación fue a más después de su muerte, y ahí tenemos el retrato que le hizo en Los Ángeles Mr. Brainwash, compañero de fatigas de Banksy. Aunque la obra que deslumbró finalmente a Cullinan fue la serie iconoclasta de David LaChapelle, con Michael convertido en arcángel y en un Jesús afroamericano, y arropado por la Virgen María, suspendido sobre el camino iluminado que recorre con uno de sus memorables pases de baile.«No estamos ante de una exposición retrospectiva, ni ante una colección de objetos personales, ni ante una celebración de su música», advierte Cullinan. «Esta exposición está dedicada a la influencia de Michael Jackson en el arte contemporáneo y, por extensión, en nuestra sociedad y en nuestra cultura».
No es la primera vez que Cullinan rompe moldes en la National Portrait Gallery (el año pasado se desmarcó con una colección de retratos de la Princesa Diana con motivo del décimo aniversario de su muerte), pero Michael Jackson: On the wall rivaliza ya a su manera con las otras dos exposiciones musicales que han marcado época en Londres: David Bowie is y Pink Floyd: sus restos mortales.La exposición se remonta a la infancia de Jackson, con el retraro de Michael Craig-Martin a partir de la famosa portada del Rolling Stone de 1971, consagrada al pequeño genio a los 11 años, cuando descollaba entre sus hermanos. Graham Dolphin le dedica también un retrato en blanco y negro en su época de Thriller, y Dawn Mellor lo imagina como un irresistible zombi con los ojos rojos. Después, Gary Hume capta como nadie su última reencarnación, Michael, con ese rostro sin pómulos y sin apenas nariz, y con los ojos excesivamente abiertos. Entar en el peculiar mundo de Dangerous es como saltar al otro lado del espejo, y allí vemos el collage de Njideka Akunyili Crosby, la foto gigante con la mesilla de noche de Liz Taylor (con el rostro sonriente del mejor Michael) y el montaje final de King, de Candice Breitz, en el que vemos y oímos en 16 pantallas a otros tantos fans de Michael, cantando a capellaThriller, la canción que da título al álbum más vendido de todos los tiempos: «Es casi media noche/ y algo malvado está acehando en la oscuridad/ bajo la luz de la luna».
[El Mundo]