Sobre el desapego, o desinterés en mayor o menor medida hacia lo intelectual en la cultura de masas.
"Un periódico puede publicar una columna de opinión firmada por un especialista, alguien que esté mejor informado que el lector medio sobre un tema determinado, pero las cartas de quienes estén en desacuerdo con lo expuesto en dicha columna a menudo se basarán en la premisa implícita (o explícita) de que "nadie sabe nada realmente" o "todo es cuestión de opinión, y la mía también cuenta". Esta última justificación lógica resulta especialmente insidiosa; de hecho, si fuese cierto que todo es cuestión de opinión, entonces la ía sería tan relevante como la del experto y, por lo tanto, no podría existir el concepto mismo de conocimiento especializado...
...Pero tras acumular tanto escepticismo a propósito de las referencias a la autoridad, vale la pena recordar que, en efecto, algunas personas saben mas que otras sobre ciertas cosas y, en muchas ocasiones, el hecho de que una autoridad nos diga algo sobre su área de competencia realmente es un buen motivo para que le creamos. Por ejemplo, como no tengo conocimientos sobre la batalla de Maratón, tendré que fiarme de lo que me digan, y es preferible que me dirija a un historiador de la Antigüedad clásica antes que a un médico si tengo alguna duda al respecto...
...Así se desarrolla una especie de relativismo, que va del rechazo a la élite-que en efecto podría no tener una mejor idea de la justicia que el resto-, al rechazo total de la noción de estándares objetivos sobre lo que está bien y lo que no. Está bien la que me parece bien, la que esté bien para mí. Hoy incluso en el ámbito de académico existe la tendencia a criticar las nociones de objetividad y competencia. Se dice que no hay historia verdadera, sino diferentes interpretaciones de esta. No existen interpretaciones correctas de las obras literarias, solo interpretaciones diversas. Incluso de la física se dice que es tendenciosa y no objetiva.
To2 esos factores contribuyen a crear un clima en donde la noción de competencia se erosiona aunque, al mismo tiempo, se avisten tendencias contrarias. Si no existe tal cosa como la competencia y todas las opiniones son igualmente válidas, ¿por qué los talk shows y las listas de de best sellers abundan en expertos en al amor y los ángeles? ¿Qué sentido tiene ver esos programas o, ya puestos, leer libros? ¿Para qué, en fin, enviar a los niños al colegio?"