Es, sin duda, una verdad inapelable y una de las pocas indiscutibles. Une a los seres más o menos efímeros, más o menos eternos. Pero probablemente, lo más importante no es su presente, su acontecimiento irresistible, su resignación; lo que más nos llama la atención es su profundo misterio, tan escondido y a la vez tan claro. Oculto y secreto, por que en realidad nadie sabe con certeza qué es lo que nos espera después, diáfano y despejado, por que todos sabemos que “algo” se nos abre tras el telón. De ahí que haya adquirido desde el principio de la Humanidad una impresión segura de umbral y de paso, de abertura hacia la otra realidad desconocida, acaso la más y única real de todas.
No ha habido pueblo sobre la Tierra, ni cultura, ni civilización, ni tiempo, que no haya asentado alguno de los ejes medulares de su existencia sobre el Culto de los Muertos. Solamente nuestra pequeña era materialista, occidental, escasa, apenas de dos siglos de duración eufórica, extendida y triunfante aunque no del todo, ha relegado la vida del más allá un poco al olvido, un poco a la ignorancia, renegado de su presencia como parte esencial del quehacer cotidiano. Por fortuna sin conocerla es algo que no debemos tener porque, mientras somos, no es y cuando es, nosotros no somos, es una vida vivida, pero nunca debemos echar mano de ella ni ella de nosotros, lo que sí, algo bueno y positivo nos esperara.
No ha habido pueblo sobre la Tierra, ni cultura, ni civilización, ni tiempo, que no haya asentado alguno de los ejes medulares de su existencia sobre el Culto de los Muertos. Solamente nuestra pequeña era materialista, occidental, escasa, apenas de dos siglos de duración eufórica, extendida y triunfante aunque no del todo, ha relegado la vida del más allá un poco al olvido, un poco a la ignorancia, renegado de su presencia como parte esencial del quehacer cotidiano. Por fortuna sin conocerla es algo que no debemos tener porque, mientras somos, no es y cuando es, nosotros no somos, es una vida vivida, pero nunca debemos echar mano de ella ni ella de nosotros, lo que sí, algo bueno y positivo nos esperara.