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La respuesta a mi pregunta:Buenos días,
Personalmente, y, a pesar de mi edad –veintiún años a la sazón en ese momento- apenas tenía conocimiento de la figura de Michael Jackson. Fundamentalmente, motivado por la carencia de acceso a los medios de mayor difusión (por vía cibernética) –a excepción, obviamente, de la televisión y la radio-, así como por el escaso interés que le profesaba antaño a menesteres ajenos a los estrictamente académicos. En un supuesto sí que me siento identificado, de un modo u otro, con Michael: que tuvimos que invertir gran parte de nuestra infancia y adolescencia en quehaceres, en teoría, no ajustables, por definición, a tal franja de edad. Absorto en los estudios, dispuesto a labrarme un porvenir de provecho, en contraste con las estrecheces y carestías de entonces, y envuelto en un clima familiar no muy halagüeño: ésas fueron las divisas de mi etapa previa a la madurez.
Obviamente, sí había presenciado, indirectamente, referencias relativas a Jackson. La primera de ellas, y que jamás se me sustraerá de la retina de mi memoria, fue la del estreno mundial del videoclip de Black or White, en noviembre de 1991, portando yo apenas cuatro años. Del mismo evocaba el surrealismo desprendido en el cortometraje objeto de su visionado, la jauría de animales presente sobre el decorado, a unas bailarinas asiáticas a quienes equiparaba, por error, con macrobotellas de cristal de Fanta de naranja y a un hombre, de cuyo nombre desconocía, encumbrado, en los últimos compases de la cinta, a la Estatua de la Libertad. Y yo, ingenuo de mí, me planteaba, sin llegar a atisbo alguno de discernimiento:
-¡¡¡Pero este individuo está loco!!! ¡Cómo ha osado subirse a una efigie tan gigantesca! ¿Quién va a procurar rescatarlo con vida de semejante altitud alcanzada?
En el instituto en el cual me hallaba matriculado, mis compañeros de andanzas tendían a mofarse de mí insistentemente, en virtud de la blancura diáfana de mi piel, asociándome de modo reiterado con un tal ‘Michael Jackson’. Y en la asignatura de Música, en Secundaria, Michael aparecía ilustrado –entre otros, tales como Elvis, The Beatles, Stevie Wonder, Madonna, Queen o Frank Sinatra- en la carátula de cabecera de la unidad didáctica –en nuestro libro de texto del período- relativa a Música contemporánea del siglo XX. (Al término de mi intervención, os trasladaré una pregunta-adivinanza).
De los escándalos y pleitos judiciales proliferados a partir de 1993, venturosamente, no tuve demasiada constancia de ellos, por las causas antedichas líneas más arriba. Digamos que, de un modo u otro, siempre he profesado una cierta simpatía hacia su figura, aun sin conocerle. Además, la noción que de él, en lo estrictamente musical, portaba conmigo, era la de un curtido solista de melodías down-tempo, producto, quizá, de la excesiva cobertura que las estaciones de radio brindan a pistas como The Girl Is Mine, Man in the Mirror, I Just Can’t Stop Loving You, etcétera y la escasa estima reportada a otras up-tempo, su consumada especialidad. Y sí, no había presenciado nunca el videoclip de Thriller. Pero sí que había supuesto un ciclón y un cambio de alcance sin precedentes en la industria discográfica, marcando un hito, aún inalcanzable.
Todo cambió el 25 de junio de 2009. El día anterior, había invertido la práctica totalidad de la jornada ultimando a cuentas gotas la realización de un trascendente proyecto de evaluación final para la superación de una asignatura correspondiente al cuarto –y penúltimo- curso de la licenciatura, la cual, un año más tarde, terminaría saldando con éxito. Y debí trasnochar hasta ingentes horas de la madrugada. En la mañana del 25, procedí a la entrega efectiva del trabajo, y, culminada la tarea, opté por reposar y entretenerme –pues había aprobado la totalidad de los dos cuatrimestres, sin necesidad de rebasar reválida alguna en septiembre-, buceando información a través de Internet, gracias a la conexión de banda ancha que había obtenido muy recientemente.
¿De qué modo operaba en la red servidor de mí? ¡Documentándome acerca de las noticias de actualidad política, nacional e internacional –pues la Ciencia Política constituye mi vocacional pasión-, cultural, de crítica filmográfica y deportiva! Es decir, ¡ignoraba la existencia de Youtube!
Enlazo la página web del diario de tirada nacional El País. Madrugada del 25 al 26 de junio de 2009. E, ipso facto, de forma repentina, se cuelga, instantáneamente, un enorme rótulo que expresa lo siguiente: El Rey del Pop ha fallecido a los 50 años. Y junto al titular, una fotografía de Michael.
Debo confesarlo sin ambages: me atemoricé un poco. No le recordaba de ese modo, tal y como figuraba en la reseña de la instantánea seleccionada por el medio de comunicación. Pero, al cabo de unos segundos, reconocí al sujeto en cuestión: un momento; ¡es el hombre de la Estatua! Y comencé, insospechadamente, a interesarme por él.
En el portal del diario Público, el editor de la noticia resaltaba la siguiente información, la cual, resumía, en un gráfico, sus estadísticas, álbumes publicados, récords cosechados, datos personales, últimos años…: éxito en negro, fracaso en blanco. Y me desafié a mí mismo a confirmar, o a rebatir, tal afirmación, un tanto tendenciosa y premeditadamente alevosa.
Iluso de mí, en aquel momento suponía que los videoclips de artistas y/o grupos musicales únicamente se emitían por televisión, y los sencillos por radio. En Internet podían circular ejemplares, pero debiendo mediar pago por ellos. ¡Pero no era así! Y, de este modo un tanto accidental, me topé con Youtube.
Transcribí: Thriller - Michael Jackson. ¡Y se encontraba disponible! Le di al clic de visionado, y exclamé en mi fuero interno:
-Me han asegurado que provoca cierto temor. ¿Contraeré alguna pesadilla nocturna?
¡Pero no era así! La primera impresión que me mereció el mismo, fue la de asombro, ante la magia sideral, un aura inagotable de talento, que irradiaba ese bailarín tan versátil y polifacético. Pero, acto seguido, y proyectando mi pensamiento hacia el público, exclamé:
-¡Ay, cuán inocentes eran en esa época!
Dije: ¿podrá ser tal torbellino de portento musical fruto de la casualidad? Perseveré en el intento. Anoté con el teclado en el buscador Billie Jean – Michael Jackson. ¡Y otro tanto de lo mismo! Pero el videoclip que alimentó mi identificación con Michael fue Beat It. Y así con todos y cada uno de sus short films, del primero en solitario, Don’t Stop ‘Til You Get Enough, hasta el último, One More Chance. Captain EO y Moonwalker y Ghosts inclusive. ¡Y también me prendé de álbumes como Destiny y Triumph, ambos de The Jacksons! Y pude constatar, al cabo del tiempo, cómo algunos parientes y familiares eran portadores, en formato de vinilo, de ejemplares excelsamente cuidados y preservados de la práctica totalidad de su discografía en solitario. Y, ahora, forman parte integral de mi persona.
Así que, en última instancia, y haciendo caso omiso del articulista de Público que sostuvo tal baladronada, sentencié:
-¡Este hombre ha sido un fenómeno! Y lo será, para la eternidad, permaneciendo en la memoria de todos.
Un cordial saludo a todos.
PD: allá les lanzo la cuestión enigmática: ¿qué perfil de Michael aparecía definido en el libro de texto de 2º de Secundaria, relativo a Música, en la lección Música contemporánea del siglo XX?