Es interesante el artículo, porque esa asociación, la del título, justamente me la hice yo al comenzar esta historia.
Como apenas veo la televisión, el caso de Juana Rivas llegó a mi conocimiento cuando al entrar a internet un día vi aquello de "Juana está en mi casa" y "Yo sí te creo, hermana". Desde el principio (y no fui la única en mi entorno) me dio la impresión de que se trataba de un caso de sustracción de menores y todo el drama y la puesta en escena venía para justificarlo. (Acerca de la sustracción de menores, os dejo
este artículo . ) A mí, verdaderamente, me daban pena los hijos, encerrados en casa contándoles milongas, ella no.
Tema del serial de Rociíto.
No lo estoy siguiendo directamente porque nunca he visto este tipo de programas, pero al final, a poco que leas la prensa y conozcas a alguien que sí lo ve, es imposible no estar al tanto.
Obviamente, hay una base de realidad (como en Leaving Neverland) que es la relación tóxica (para mí, por ambas partes). Pero ni siquiera es una entrevista en directo, o en falso directo, sino un producto guionizado, con su musiquita melodramática y demás, para manipular al espectador.
Y por si esto no fuera suficiente, toda la pandilla mediasetera llenando programas en diversos espacios, a pesar de que, a medida que la sufrida protagonista va hablando más y más, queda patente que el relato tiene más agujeros que un queso Gruyère. Resumiendo, me parece una madre tóxica de manual, básicamente por lo que ella misma expresa para mostrarse a sí misma como víctima. Hay cosas que no hay por donde cogerlas, sinceramente.
Una última consideración: las lágrimas no te dan la razón. Digo esto porque se tiende a dar absoluta veracidad a lo que expone alguien que está llorando. Aun asumiendo que el sufrimiento es real y no impostado (como la asesina del niño Gabriel, que también lloraba mucho ante las cámaras hasta que se descubrió el pastel) tú puedes estar muy tocado debido al filtro mental con el que integras lo que sucede, no necesariamente por la realidad objetiva de los hechos. Entonces, para eso están los profesionales: cuando algo llega hasta los juzgados y pasa hasta por siete jueces (hombres y mujeres) diferentes, estas personas son las que deciden en base a los testimonios y pruebas.
Que vaya Rociíto o Rita la Cantaora luego a televisión con un serial a medida contando historias para no dormir y sacando como pruebas lo que a ella le interesa, pues no. Me resulta incomprensible y bochornoso lo que está sucediendo, ya desde un punto de vista de ética televisiva, que brilla por su ausencia. Y creo que todo esto se va a ir de las manos y va a perjudicar a la protagonista.
A TeleCirco le dan igual las mujeres maltratadas (que ahora se pongan algunos hasta de abanderados por la causa me causa sonrojo), solo quieren morbo y carnaza, un espectáculo que conmueva al espectador y le enganche hasta la siguiente entrega; en definitiva, cualquier cosa por reventar la audiencia. Ayer, Paquirrín; hoy Rociíto; mañana quien sea. ¿La verdad? Eso es lo que menos importa.