Mi impresión personal acerca de la etapa HIStory, en detalle
Buenos días,
Si de esta entrada abierta por TheBadTour88 cupiera resaltar algún elemento de juicio –por encima de cualquier otra consideración al respecto- sería la tan positiva impresión que me habéis concitado todos cuantos habéis intervenido hasta el momento en la ronda de debate generado en torno a la cuestión objeto de controversia: la gira correspondiente al álbum
HIStory, entre 1996 y 1997.
Quizá no lo hayáis advertido desde un cierto prisma de abstracción y distancia equidistante como yo he podido vislumbrarlo pero, de un tiempo a esta parte, y habiendo ejercido la herramienta del buscador en la extensa hemeroteca de la que va disponiendo este foro desde sus albores, los rifirrafes que no conducían a ningún puerto sino a la reyerta y la confrontación, las trifulcas personales entre miembros enquistados en pugnas contaminadoras sin fin y contrarias, desde el respeto mutuo, a tolerar juicios de valor discrepantes han desaparecido de la faz por completo, poniendo en realce y en solfa la admiración común profesada hacia Michael Jackson, al servicio de un espíritu crítico –aunque constructivo- admitiendo fallas, errores, imprecisiones, a la par que también elogiando las virtudes y aciertos del protagonista de esta página, todo ello en aras de brindar un estándar de calidad en la exposición de nuestros argumentos –todos ellos subjetivos y, por ende, rebatibles- del que terminará beneficiándose, sin duda, no solamente la comunidad, sino igualmente el lector que nos presencia, entrañando, quizá, una motivación extra adicional para terminar aficionándose al legado musical del hombre por el que se ha consagrado este pequeño espacio para la reflexión y el intercambio de vivencias e impresiones prestas para ser compartidas en comunidad. Y ello, al menos, para mí, es sumamente enriquecedor y netamente positivo, lo cual es digno de agradecer.
Disculpándome por el preámbulo tan engorroso que os he transmitido como hilo conductor introductorio, querría emitir mi apreciación personal al respecto en lo que a este tema se refiere. Así pues, me pronuncio en los siguientes términos:
Para evaluar en una clave desapasionada los vericuetos intrínsecos al
HIStory World Tour (el segundo más numeroso, si no yerro en mi cálculo por simple deducción, en cuanto a número de conciertos –tras
Bad-), debería, en primer lugar, describir el contexto antecedente a él; acto seguido, la difícil encrucijada vital por la que ya discurría Michael –a partir de 1993, e invariablemente hasta su trágico deceso final- y, finalmente, el trabajo resultante, plasmado en un álbum de características muy diferentes a las presentadas en sociedad en el pasado:
HIStory: Past, Present and Future, Book I. Un artefacto compuesto por un recopilatorio con una quincena de temas de su cuarteto en solitario con Epic Records; y un segundo repertorio de composiciones inéditas labradas y gestadas en la fecha.
Resultaba evidente e inevitable que, dado el inapelable mazazo que en la psique interna de Michael debió suponerle la exposición lapidaria en la plaza pública durante todo el proceso posterior a la acusación por abuso de menores resultante de 1993, el trabajo subsiguiente versara en torno al flujo de emociones encontradas, rayanas en la confusión, el temor al vértigo y a la incertidumbre de haber adquirido un estatus de personaje mediático tan presente en la opinión pública que, de puro arbitrio por cuestiones del azar, terminaría, pese a su refugio impermeable al mundanal ruido como era Neverland, siendo pasto de la vulnerabilidad y la fragilidad a la mínima oportunidad en que su credibilidad a ojos vista de una audiencia ávida de sensacionalismo y carnaza de consumo fácil y digerible se desmoronaba fácilmente en un abrir y cerrar de ojos cuando su accesión a la fama tantos años y sacrificio le habían acarreado, pues de todo ello resulta fácilmente deducible que se tradujera en un sentimiento de acoso, fundamentalmente, ante los medios de comunicación de la prensa sensacionalista, y de tal germen brotaran elementos de furia, ira en su fase de descarga a través del desahogo y convicción en sus propias posibilidades, en un entorno cada vez más cerrado y restringido plagado de fieles a su visión de la vida y de la música en que creía en ese momento de su existencia.
La consecuencia de todo ello es
HIStory: en los títulos de crédito, por primera vez, consta adoptando facetas multidisciplinares en el estudio jamás advertidas en él en trabajos previos; arreglista, instrumentista, vocalista, en labores de producción… Y pareciera, como atinadamente sostuviera tiempo atrás en este templo de la palabra el usuario D.S., como si, en lugar de frecuentar la consulta del psicólogo, Michael Jackson hubiera procurado espantar sus demonios internos –y los que comenzaban a circundarle de forma cada vez más cercada- grabando en el estudio, con voluntad abnegada de sofocarlos de cuajo.
A continuación, el iniciático elemento a conjeturar: ¿supuso una buena idea lanzar el primer recopilatorio, habiendo publicado apenas cuatro discos en doce años (desde 1979 a 1991)? Contrariamente a tal punto de vista, consignar la deriva inflacionista que en cuanto a precio adquirió el producto en los puestos de venta al público. A la postre, ello tendría, de una manera u otra, que repercutir en el montante global de ventas, las cuales se resintieron parcialmente, amén de las connotaciones de desgaste en la imagen pública de Jackson a resultas del contencioso no juzgado entonces. Pero en su descargo, habría que aclarar que, el período mediado entre
Off the Wall y
Dangerous (ambos inclusive), Michael había protagonizado tantas canciones de pegada irresistible en el oído y en la retina del espectador, como las que hubiera fantaseado idealmente todo solista mortal en sus ensoñaciones más pulidas y perfectas. Existía material suficiente, por tanto, como para mostrarse flexible a tal proyecto y, de paso, reivindicarse ante el cuestionamiento de una carrera discográfica brillantísima al que muchos daban, por descontado, por extinguida y cercenada prematuramente por cuestiones extramusicales.
Ha sido vox pópuli la disconformidad relativa -en algunos sujetos- a la elección de la terna final seleccionada como muestra emblemática de los quince himnos paradigmáticos de Michael en los doce años de reinado absoluto en la pista de baile y que confluyen en
HIStory Begins. No cabría sino reaccionar con estupefacción a la simple y vaga tentativa de, ante semejante oportunidad de calado, prescindir de un tema tan carismático e inherente a Jackson, así como ampliamente reconocible en su trayectoria, como
Smooth Criminal. No obstante lo anterior… ¿y si la decisión de la selección hubiera correspondido a la afinidad musical particular del propio solista, máximo responsable del diseño y configuración del álbum? Cabría respetarlo, aun no compartiéndolo, huelga sostener sin rubor.
En
HIStory Continues, la crítica especializada se ha pronunciado en torno a tal intento de experimentación de nuevos horizontes con ciertos matices comunes entre el desaire y la contrariedad, puntualizando con énfasis el abismo sideral imperante entre el bloque inicial de grandes éxitos y el segundo, catalogándolo, en líneas generales, como “manifiestamente alejados y distantes de la grandeza de los primeros representados”. Bien. Sin embargo, yo querría enunciar un alegato en defensa de éste último: ¿cómo lo más granado, pulcro, sobresaliente y preeminente del trabajo de un artista podría ser superado, aun mínimanente, por representaciones, en mayor o menor medida atinadas e inspiradas, de una de sus creaciones? La comparación se me antojaría desproporcionada, injusta y veladamente pueril. ¿Acaso cualquier disco de un grupo musical, o individuo en solitario –con temas memorables, notables, simplemente dignos, otros mejorables, e inclusive, paupérrimos- podría competir en igualdad siquiera de condiciones con lo más excelso de su imagen de marca? ¿Por qué habría de ser diferente con
HIStory?
No me pronunciaré más allá de lo anterior acerca del álbum en términos musicales, pues cada uno atesora su propia reserva de opinión tanto o más loable que la mía. Un par de precisiones: un rasgo a destacar de
HIStory estriba en la pretensión, por parte de Michael, de trascender las aristas encorsetadas consustanciales a un artista pop al uso, hasta ejercer un dominio cuasi pleno y un control más creciente y exhaustivo sobre todas las dimensiones del universo musical, incidiendo en dos aspectos sobre los que algunos críticos aún no se habían hallado impresionados acerca de sus aptitudes: el trasfondo, la profundidad y la carga de crítica y de cuestionamiento del statu-quo y el poder establecido (visible en
They Don’t Care About Us), la vorágine amarillista de una prensa alimentada al albur de la consecución de una mayor cuota de beneficio empresarial a través de la herramienta del share (o cuota de pantalla), sin incumbencia alguna en la superación, sin cortapisa ni límite, de los códigos deontológicos y éticos en la cobertura de la información (en
Tabloid Junkie); la constatación del influjo corruptor del dinero y sus usos y fines en la conciencia del individuo (en
Money); la preocupación del ser humano en relación con la supervivencia de un ecosistema en peligro y al borde de la autodestrucción (en
Earth Song), la identidad de una sociedad disfuncional en la que, a la usanza de la novela
Un Mundo Feliz del autor británico Aldous Huxley o
1984 (de George Orwell) vivimos residenciados en una civilización muy desarrollada tecnológicamente, despersonalizada, individualista hasta el extremo, medicalizada en medio del diagnóstico de enfermedades psicológicas de descubrimiento reciente (con la figura del psicoanalista como principal figura), producto de un hábitat que consume energías en lo etéreo y no dedica tiempo al cultivo de nuestro propio interior en el que, en la sociedad red global tejida entre todos, todo el mundo se conoce a la perfección y, entre bambalinas, unos pocos dominan al resto, sumiendo al conjunto de la humanidad en la oligofrenia desquiciada, en la pérdida del autocontrol sobre la visión compartida del mundo y sus retos, sobre nuestros sentidos y nuestro propio yo. Eso se traduce y sintetiza a la perfección en
Scream. Y otro tanto de lo mismo, aunque expresado de diverso grado, con la soledad como telón, en
Stranger in Moscow. Y, asimismo, la confesión más íntima de sus tribulaciones, recogida en una banda sonora de factura cinematográfica intachable:
Childhood. Frente a ello, se invita a una exhortación colectiva de superación personal frente a los retos a driblar en la vida, recitándose un estribillo tan directo, asequible y sencillo como demoledor e impactante:
cada día, forja tu propia historia, tu propia leyenda, sin desmayo ni vacilación, ajeno a las perturbaciones externa, con fe y determinación. Y ello lo recombina con extractos de audio de la historia política reciente de Estados Unidos desde su acta fundacional, en un ejercicio címbrico equilibrista de destellos de pegada funk con trazos de gospel, suponiendo un deleite y regocijo para los oídos (y para, como en mi caso, los amantes de la historia como disciplina académica). Y, como corolario,
Little Susie, en cuyo haber Michael emplea su versión del tema
Pie Jesu Requiem de Maurice Duruflé, con las detonaciones inquietantes, sombrías, espeluznantes y portadoras de recogimiento y estremecimiento de la campana en los segundos finales de la pieza.
Si a todos los ingredientes previos, los sazonáramos con la pátina cuidada en la presentación de la carátula (con reminiscencias a un disco de música clásica) y sus accesorios internos (un libreto de cincuenta y dos páginas de extensión, con relatos de sus influencias personales e instantáneas fotográficas con pasajes ilustres de su andadura precedente), podríamos inferir que nos hallamos, en síntesis, ante un excelente álbum con algunas de las mejores pinceladas de su ilustrador y, aparte de ello, con un cierre artísticamente irreprochable: los silbidos de
Smile, el tema antonomásico de Charlie Chaplin, y en el que Jackson se encamina, pese a todo, a conjurar sus tormentos con una sonrisa.
Puntuaré, por consiguiente,
HIStory: Past, Present and Future (HIStory Continues), en su elenco respectivo:
- Scream: 9.
- They Don’t Care About Us: 10.
- Stranger in Moscow: 9.
- This Time Around: 7.
- Earth Song: 10.
- D.S.: 7.
- Money: 8.
- Come Together: 7.
- You Are Not Alone: 7.
- Childhood: 8.
- Tabloid Junkie: 8.
- 2 Bad: 7.
- HIStory: 9.
- Little Susie: 7.
- Smile: 6.
Media final: 7,93.
Así, en lo que atañe a sus trabajos pretéritos:
- Off the Wall: 8,20.
- Thriller: 8,78.
- Bad: 8,18.
- Dangerous: 8,00.
Como último aporte, y en lo que respecta a la gira posterior, concuerdo con muchos de ustedes en su veredicto: habiendo visionado alguna reseña del espectáculo ofrecido por Michael para el auditorio objeto de su función escénica, la única muestra que salvaguardaría se trataría de la puesta en escena de estreno de promoción del álbum, coincidente con la
gala de los premios de la MTV de la música de 1995 en que, aun haciendo alarde del playback incluso en una canción tan poco exigente como
You Are Not Alone), coreográficamente sí me recordó al proverbial, gran Michael de sus años de gloria, adquiriendo un pletórico ejercicio de control en las posturas, ademanes y contorneos, así como una envidiable capacidad de liderazgo y sincronización con sus bailarines y, sobreañadidamente, un riff de guitarra de Slash que encajaba como un guante de seda en el prólogo de
Billie Jean, mientras Michael se recreaba en la cortinilla desplegando su icónica fortaleza visual. La última ocasión (salvando
Ghosts) en que le divisé en plenitud de facultades físicas sobre el escenario.
En la gira
HIStory, Michael presentaba algunos paralelismos ya presentes en los últimos conciertos de
Dangerous en 1993 por Centro y Sudamérica, tras el escándalo y que le hicieron ser acreedor de una dosis de vitalidad y energía muy dispar a la detentada en 1992, en pleno torbellino arrollador. Aunque no tan apagado como entonces, pareciera como si Jackson en
HIStory se sintiera emocionalmente herido por la cicatriz abierta en canal –y no suturada nunca hasta el fin de sus días-, procurando dar lo mejor de sí mismo por deferencia a un público hacia el cual se sentía parcialmente deudor por sus muestras de afecto y, en cambio, no manifestar demasiado afán en llevar a cabo aquéllo hacia lo cual sentía veneración vocacional desde su más tierna infancia: la música. ¿Indicios de que la espiral megalómana construida en torno al personaje por su entorno y los medios de comunicación, y la histeria colectiva desatada a su paso, estaban agotando a la persona y haciendo mella en ella, hasta comenzar a sentir un cierto hastío hacia lo considerado tiempo atrás un hobby de gozo, espontaneidad y júbilo para, finalmente, convertirse en simple ejercicio de rutina y que, a la postre, iría in crescendo conforme el transcurso de los años iba tornándose una realidad palpable y manifiesta? ¿
Miedo escénico al verse incapaz de compaginar danza y vocalización en registros que antaño no se resistían ni un ápice? ¿Víctima del síndrome de
“la perfección de la grabación en las sesiones de estudio de las canciones de turno” frente a las impurezas de las actuaciones en vivo y en directo?
El tiempo irá disipando y trocando las cábalas e incógnitas en evidencias y certezas. Hasta entonces, no tendrán cabida sino disquisiciones tan apasionantes como fútiles, pero dignas, en todo caso, de ser leídas y atendidas.
Un placer.