Sí Liza, la suite del "Cascanueces" era una de sus piezas favoritas.
El disco más antiguo que tengo y que guardo con más cariño, porque es el único que conservo que era de mi madre, es un single doble de la suite del "Cascanueces" por Arturo Toscanini y la Orquesta Sinfónica NBC del año 1959. Mi madre me lo ponía de pequeña y me encantaba, la música y el cuento. Cuando descubrí que era una de las piezas favoritas de Michael, me hizo mucha ilusión, lo conservo con mucho más cariño aún.
El disco trae una narración del cuento muy bonita. Os la voy a copiar, para el que la quiera leer, es un poco larga, pero merece la pena.
Los que la leáis imaginaros que es Michael el que la cuenta, le encantaba contar historias y cuentos. Me lo puedo imaginar contándoselo a sus hijos, seguro que lo habrá hecho más de una vez. El decía:
"Siempre he querido contar historias, historias que broten de mi interior. Me gustaría sentarme junto al fuego y contar historias a la gente; hacer que vean imágenes, hacer que lloren y que rían, traladarles en espíritu a cualquier lugar con algo aparentemente tan simple como la palabra. Me gustaría que mis relatos les emocionasen y les transformasen. Siempre he querido hacer algo así. Imagínate lo que deben de sentir los grandes escritores al saber que tienen ese poder. A veces pienso que podría hacerlo; es una faceta que me gustaría desarrollar. De alguna manera, para componer canciones se emplean las mismas herramientas, creas también altibajos emocionales, pero la historia se reduce a un esbozo; pasa fugaz. Se han escrito muchos libros sobre el arte de contar historias, sobre cómo atrapar a los oyentes, cómo reunir a un grupo de gente y hacer que disfruten. Sin trajes, sin maquillaje, sin nada: tan solo tú, tu voz y esa poderosa capacidad de trasladarles a cualquier lugar, de transformar sus vidas, aunque solo sea durante unos instantes".MICHAEL JACKSON.
Narración del "Cascanueces" por Munro Leaf
Es éste uno de esos cuentos tan viejos, tan viejos, que se les llama leyendas. Narra hechos sucedidos hace tanto tiempo, que cuando alguien intenta contar la historia de "Cascanueces", cambia un poquito aquí y otro poquito allá, de manera que nunca llegamos a estar del todo seguros acerca de la verdad de lo sucedido. Es decir, no lo estamos, hasta que un día nos decidimos a contar nosotros la historia y entonces sabemos exactamente lo que pasó y cómo. Con todas las buenas leyendas suele suceder lo mismo.
En nuestro caso, esto es especialmente cierto, porque, mientras decidimos exactamente como sucedieron las cosas, estamos oyendo buena música; sin duda una de las mejores músicas para cuentos que tendréis ocasión de oir en vuestra vida.
No importa que el narrador sea alemán o francés, italiano o español, ni si es americano o quizá inglés; todos coinciden en contar la historia de "Cascanueces" con palabras, baile o música, en situar la historia en una vieja ciudad alemana en unas Navidades de hace cien años...
En víspera de Navidad, dos niños se sentían felices. Su padre y su madre celebraban una fiesta y ellos tenían permiso para acostarse mucho más tarde que de costumbre, porque, en realidad, la fiesta era para ellos y sus amiguitos, aunque también asistieran los mayores.
El arbol de Navidad relucía repleto de adornos, la habitación estaba llena de caras amigas y escuchando la música de la "Obertura Miniatura" os daréis cuenta de lo bien que lo pasaban todos, especialmente Fritz y Clarie-Marie, los dos hermanos que vivían en aquella casa. (Hay quien afirma que la niña se llamaba Claire y otros que Marie, así que nosotros la llamaremos Claire-Marie y vosotros podéis usar el que os guste más).
Respecto a Fritz no hay ninguna duda; se llamaba Fritz y estaba tan contento con sus regalos y juguetes, especialmente con sus soldaditos de goma que rebotaban alegremente por todas partes. Claire-Marie era feliz con sus regalos, tanto como Fritz con los suyos, pero la niña tomaba las cosas con más calma, aunque ambos estaban impacientes por ver la sorpresa que les traía su padrino como regalo.
Este padrino era un anciano caballero, un tanto extraño y misterioso, que pasaba la mayor parte del tiempo ejerciendo su profesión de juez, aunque también sabía hacer los relojes y pequeños juguetes mecánicos que encantaban a los niños. Claire-Marie y Fritz le llamaban Papá Drosselmeyer y esperaban con gran emoción los juguetes que él les traía, porque os aseguro que eran siempre algo muy especial.
Cuando Papá Drosselmeyer dijo: "Ya estamos listos", todos los niños se pusieron a dar vueltas alrededor del árbol de Navidad y marcharon por la habitación al son de la música que entonan los tambores, los címbalos y las trompetas. Con el último acorde, Papá Drosselmeyer tiró del paño que cubría su regalo. Era éste un precioso castillo, lleno de caballeros, de damas y cortesanos de todas clases que bailaban como si fueran de verdad. Al principio, los niños se mostraron jubilosos, pero luego, el pobre Papá Drosselmeyer se quedó un poco triste y bastante decepcionado viendo que los pequeños se cansaban de su castillo y Fritz había vuelto a jugar con sus soldaditos. Claire-Marie era una niña muy bien educada y por eso no hizo lo mismo. El misterioso juez se alegró extraordinariamente al ver que la niña había reparado en un regalito muy especial que estaba al pie del castillo.
A primera vista parecía un muñeco tallado en madera, con la cabeza y las mandíbulas bastante exageradas de tamaño, lo cual hacía muy feo, aunque a Claire-Marie le gustó desde el primer momento. Papá Drosselmeyer enseñó a la niña cómo funcionaba aquel juguete, que servía para cascar nueces. Claire-Marie decidió enseguida que "Cascanueces" sería su preferido entre todos los regalos.
Cuando Fritz y sus amigos empezaron a empujarse unos a otros en su lucha por ser el primero en probar a "Cascanueces", acabaro por romperle tres dientes, y lo que es peor, la mandíbula. Claire-Marie se llevó un disgusto tan grande, que no cesó de llorar hasta que Papá Drossemeyer le prometió arreglarle su juguete. Cuando terminó la fiesta y ya todos se habían marchado a sus casas, Claire-Marie acostó a "Cascanueces" en la mejor de sus cunitas y le ató la mandíbula averiada con un bonito lazo color rosa. Después se fue a acostar. Pero antes de dormirse, aún decidió regresar junto al árbol de Navidad para comprobar que su querido "Cascanueces" se encontraba bien, y he aquí que mientras lo contemplaba, empezaron a suceder cosas extrañas y mágicas a su alrededor. Súbitamente, se oyó el resonar de cientos de piececitos y todo un ejército de ratones entró sigilosamente en la habitación, capitaneados por su Rey, el ratón de las Siete Cabezas. Claire-Marie se asustó mucho y ya estaba dispuesta a correr en busca de auxilio, cuando "Cascanueces" saltó de la cunita y blandiendo una espada, llamó a todos los juguetes para que le ayudasen a luchar contra los ratones. ¡Qué gran batalla! Los soldados de Fritz no sabían para qué lado tirar, las muñecas tampoco son buenas guerreras, y al poco rato parecía que "Cascanueces"estaba ya vencido y a punto de perder la vida. Pero en aquel instante, se le ocurrió a Claire-Marie quitarse una zapatilla y arrojársela al Rey Ratón, con lo cual terminó con él, y con la batalla por supuesto.
Los ratones huyeron tan deprisa como habían venido y Claire-Marie se quedó sola con su "Cascanueces". En aquel momento y como premio al amor de la niña, sucedió algo maravilloso: aquel pequeño "Cascanueces" de madera se convirtió de repente en un arrogante príncipe, un príncipe hermoso como los que aparecen en los cuentos de hadas. (Os diré una cosa: los príncipes de las leyendas son tan parecidos a los de los cuentos de hadas, que casi son iguales). Bueno, el caso es que Claire-Marie y su príncipe salieron volando, muy felices, hacia el País de los Dulces, donde el Palacio de los Confites se levanta en el hermoso Lago de Miel, cerca del Arroyo de la Naranjada y el Río de la Limonada. Es aquel un país perfecto y lo gobierna el Hada Pan de Azúcar, quien recibió a nuestros amigos con un hermoso baile de salutación. Todo el resto de la música que oiréis a partir de este momento pertenece a los distintos bailes que ordenó el Hada en honor de los huéspedes de la fantástica tierra de los dulces. Después del saludo del Hada Pan de Azúcar, empieza una danza rusa que se llama "El Trepak". Luego podemos sentarnos cómodamente, como hicieron en su trono Claire-Marie y su príncipe para contemplar el "ballet del Café", al son de una dulce música árabe, los alegres saltitos de las hojas de "Te Chino" y el baile que las "Flautas" iniciaron para complacer a la heroína y al héroe, y también a nosotros, claro. Por último, las flores se unieron a los demás y danzaron uno de los valses más bonitos que han oído nunca ni los príncipes, ni los niños de ningún país del mundo, y esto incluye también al "País de las Hadas", donde esta historia, y todas las demás, siempre terminan de una manera tan feliz.
Marcha.
http://http://www.youtube.com/watch?v=q_UK--FYo4Q
Danza rusa "Trepak".
http://http://www.youtube.com/watch?v=xvu7F3bTJq8
Danza china.
http://http://www.youtube.com/watch?v=R3kdY2vMO0w
Danza de las Flautas.
http://http://www.youtube.com/watch?v=tSytHufBs5M