[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Un rumor «vomitivo»[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]La segunda sorpresa que ofrece la conversación es la disposición del presidente del PP vasco a hablar, por primera vez en público, de un rumor sobre su persona que le persiguió insistentemente -y creció imparable- tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco y que supuestamente le relacionaba con la novia del concejal de Ermua, de quien llegó a decirse que esperaba un hijo suyo. Años después, al político vasco aún le cuesta creer que se convirtiera en la víctima de un «rastrero y mezquino montaje» que, asegura, fue urdido por «alguna mente perversa nacionalista». «Me consta que fue así», dice, muy serio.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]-Cree que fueron a por usted.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]-Sí. Jugaron al 'difama, que algo queda' y se inventaron una mentira vomitiva, nauseabunda, ruin, sin importarles el daño que estaban haciendo a mi familia, a mi entorno y a mí mismo. Y todo porque yo era entonces candidato a lehendakari y como no podían decir que era hijo del franquismo, como tampoco podían reprocharme que no hablara euskera , pues fueron a por mí con un saco de basura.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]-¿Por qué nunca lo desmintió?[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]-Si me llega a ocurrir ahora seguramente tomaría medidas, pero entonces no quería que, si aún quedaba alguien que no lo supiera, se enterara. No quería seguir haciendo crecer la bola.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Lo más duro del trance, recuerda, fue la «impotencia» que sintió al ver que en todas partes había alguien dispuesto a jurar «que lo sabía de buena tinta». «Jamás he visto algo parecido en política, salvo lo que le pasó al presidente Aznar con una famosa actriz». [/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y se sincera aún más: «Lo mejor que me ha pasado en la vida es mi mujer. Siempre ha estado ahí para apoyarme». Ella y sus dos hijos, de nueve y seis años, matriculados en modelo D, con quienes habla siempre en euskera. El idioma que aprendió para demostrar a los amigos nacionalistas de su cuadrilla «que el español, el de derechas, lo hablaba y ellos no». Orgulloso de ser «vasco y español», sabe que no no todo el mundo entendió que, a principios de la pasada década, hiciera colocar una ikurriña en la sede del partido en Getxo. [/FONT]
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