Ella baila sola , un duo de chicas muy pop melódico que en su momento tuvieron gran tirón de público.
Muy buenas voces que empastaban además de manera ideal:
pd: veo influencia en ellas de dos señoras-que mucho antes igualmente-conformaron otro duo musical maravilloso:
Vainica Doble de las que ya pondré algo.
Efectivamente. Muy meritoria tu reivindicación, por mucho que una parte de la crítica especializada y los eruditos odiadores de lo ajeno (que son legión en España) pontifiquen lo contrario, de un dúo que emergió como un torbellino de exhalación en el panorama patrio en 1996 -hablo de su tándem original, el conformado por Marta Botía y Marilia Casares (quienes han vuelto a reencontrarse recientemente, al menos, de gira, tras casi veinte años de separación, tras su disolución como grupo en 2001), no de las tentativas frustradas de recomposición con otras componentes llevadas a cabo por la primera, sin demasiado éxito-, reverdeciendo, a su modo, a fines de la década de los noventa, los laureles de un género, el de cantautor, que permanecía varado en el tiempo, agonizante y sin aparente redención, desde que su edad dorada tocara a su abrupto término, en la etapa histórica mediada entre el fin de la dictadura y los prolegómenos de la Transición, coincidiendo, entre otros acontecimientos malaventurados para este gremio, con la trágica e irreparable pérdida de Cecilia, una de sus más relevantes -y prometedoras- teloneras.
Miles de ríos de tinta corrieron en torno a las causas de tan prematuro divorcio musical. La versión oficial señaló durante años a Botía como la máxima responsable del cisma entre las dos solistas. Pero testimonios como el de Gonzalo Benavides, descubridor, productor y mánager del grupo, lo desmintieron en una entrevista concedida al magacín Vanity Fair en 2021, en cuanto se supo de los planes de retorno de la dupla antaño enfrentada, recayendo la cuota de cierta culpa, en su mayor parte, sobre Marilia, quien, contrariamente a la imagen que de ella se proyectaba de cara al exterior, no asimilaba cualquier iniciativa, sugerencia, consejo o movimiento bienintencionado procedente del propio Benavides, o de la discográfica, encaminado a dotar de mayor protagonismo a Marta, inicialmente relegada a un rol más secundario (habiéndolo aceptado en los primeros compases sin contrariedad, dado su carácter más reservado y tímido, algo que iría cambiando con el devenir del tiempo y de los acontecimientos).
Tras apenas unos meses de convivencia, todo ello acentuado por una gira por Latinoameríca y nuestro país de obligado cumplimiento, habida cuenta de la repercusión inmediata concitada por su ópera prima, la cual vendió en torno a un millón de copias en la piel de toro, y otro medio millón más al otro lado del Atlántico, la relación interpersonal que ambas habían cultivado desde sus años mozos de estancia estudiantil en el colegio San Agustín, de Madrid, se agrietó irremediablemente, sin visos de mejora (sino todo lo contrario), a partir de entonces, por detalles que, hoy, cabría catalogar como nimios: minutaje de presencia en pantalla en videoclips y conciertos; tiempo de aparición en cada tema; o, como culmen de la irracionalidad a la que un desencuentro enquistado y tóxico puede conducir a la alteración de nuestra conducta y de la consiguiente percepción de unas realidades innegables, la popularidad y la fama consiguientes, que, lejos de enterrar la ansiedad y el hacha de guerra, pueden contribuir a empañar los buenos momentos vividos en un contexto de máxima inspiración y reconocimiento, hasta hacer decaer el proyecto en sí mismo, perdiendo todo todos quienes forman parte de él en el proceso: la elección del conjunto, modelo y/o vestido a lucir por cada una de ellas en actos, galas y apariciones, compitiendo ferozmente por la atención del público masculino que las seguía desde sus comienzos.
El reencuentro de Marta y Marilia, 20 años después de su éxito, ha reavivado las especulaciones sobre su separación. Gonzalo Benavides, productor, exmanager y descubridor del dúo da su versión de unos hechos que vivió de cerca.
www.revistavanityfair.es
Muy memorable su primer álbum, con temas imperdibles en el imaginario colectivo de nuestra generación, y ampliamente radiados hasta la fecha, como
Lo Echamos a Suertes,
Cuando Los Sapos Bailen Flamenco,
Amores de Barra, o
Por Ti, abordadas, algo innovador para la época, desde una óptica refrescante y feminista -cuando el feminismo no cotizaba como fenómeno sociocultural de primer orden, como hoy sí, en cambio, éste representa-, un planteamiento infrecuente, tratándose de un conjunto, en principio, con meras pretensiones de alcance comercial en la formulación de su oferta. Y, además, la autoría de sus letras correspondió, en la mayoría de casos, a las dos protagonistas (de hecho, una de las motivaciones de la confrontación entre las dos cantantes, obedeció al mayor peso que iba adquiriendo Marta Botía a nivel compositivo, más versada y dinámica que Marilia en dicha faceta, habida cuenta de que la mayoría de los grandes éxitos del grupo contenía en ellos estampada su firma).
Del segundo, en 1998, en plena digestión del eco multitudinario que había legado el disco anterior, cabría resaltar la primera y última de sus pistas:
Y Quisiera, y
Despídete, la cual adjunto:
Ahora, como gran parte de sus coetáneos, han optado por volver, a fin de vivir de las rentas de ese período fértil ya distante y lejano, mirado desde el retrovisor, deparándonos la incógnita de cuál habría supuesto su evolución de no haber emprendido sendas dispares, teniendo la impresión, quizá equivocada, de haber dejado pasar lo mejor de sus carreras, llegando -muy- tarde a la estación deseada, que no era sino la de origen, en la que ya se encontraban, la más adecuada y en la que mejor empastaban sus virtudes, que nunca debieron abandonar, y, a la vez, tan desdeñada por las dos partes.
Una lástima.