Era el último día del juicio, uno de los mayores veredictos en la historia del mundo, y miles de personas inundaban las calles alrededor del Palacio de Justicia. La llegada de Michael Jackson era inminente, y los Ayudantes del Sheriff trataban a la multitud como si estuvieran en un campamento nazi, exigiendo a todo el mundo que permaneciera detrás de las estrictas barreras, exigiendo el fin del caos. Algunos de los medios de comunicación se quedaron fuera de la tienda de campaña principal, esperando ver a quién se le daría un asiento; la gente se sentía agotada y sensible.
Después de cinco meses cubriendo el caso por todas las cadenas bajo el sol, los compañeros de los medios de comunicación no pudieron ponerse de acuerdo sobre qué clase de justicia se estaba dando en el caso de El Pueblo del Estado de California contra Michael Joe Jackson. A lo largo de la semana en la que el jurado deliberó, las cadenas por cable fueron alimentando la hoguera pública, mostrando imágenes de potenciales celdas para Michael. Algunas personas esperaban que la superestrella no se presentara en la Corte, esperaban que Jackson tratara de eludir su destino.
Era el mediodía del lunes 13 de junio de 2005, cuando finalmente se avisó de que el jurado había llegado a su veredicto. Los medios de todo el mundo estaban animados, y personal adicional de TV así como directores de cine, habían llegado con nuevas peticiones y nuevos ángulos de cámara que descifrar. Una masa de admiradores de Jackson había establecido campamentos alrededor de la Corte: fans con cámaras de vídeo, fans con cámaras de teléfonos móviles, fans con todos los dispositivos digitales imaginables de alta tecnología. Gente compitiendo por la mejor imagen de Michael, la mejor foto de Michael, la mejor camiseta de Michael, el mejor póster de Michael. Era una locura.
Las personas que acampaban en Santa Maria eran de todas las razas, tamaños, formas, color y edad. Esperando noticias de última hora, había frenesí entre los fans, con una media docena de imitadores de Jackson y un puñado de mujeres que deseaban ser "Billie Jean". Estaban allí representantes de tal vez la mitad de países alrededor del mundo, y eran inflexibles sobre la inocencia de Jackson.
Para los fans de Michael que estaban afuera todos los días, el juicio proporcionaba una oportunidad única para dejar de lado las diferencias. Gente de cualquier rincón del planeta se unió en su lucha por la Justicia. Ellos creían que Michael era un peón de la prensa y habían aparecido en masa para apoyarlo. La gente amaba a Michael como a un hermano, como artista, como icono, pero a los medios de comunicación, los fans de Jackson les parecían excesivos y excéntricos. Eran ignorados con facilidad.
Mientras todo el mundo esperaba el veredicto, cada hora que pasaba me pareció una eternidad. La inquietud de los fans crecía. Cuando las puertas del Palacio de Justicia se abrieron al público, la multitud se acercó a las vallas, abriéndose paso hacia la fila de los guardias y a algunos elegidos, ganadores del sorteo, se les permitió atravesar las puertas. Los treinta y cinco miembros del público desfilaron en silencio, y fueron conducidos por separado y advertidos sobre posibles arrebatos. Los ganadores de la lotería fueron escoltados por agentes armados al interior. Se sentaron en la zona de asientos para el público, sin apenas hacer ruido.
Para cada persona allí, la ansiedad por la sentencia había adquirido grandes proporciones. De las doscientas veinte personas de los medios acreditados que cubrieron el juicio, sólo alrededor de tres docenas tendrían información privilegiada. Una docena de productores podrían ver los veredictos en un circuito cerrado de televisión, ubicado en una sala adicional, aislada de los fans; pero la mayor parte de los medios optaron por quedarse al otro lado de las puertas de la Corte, protegiendo sus tiendas de campaña individuales, con su talento listo para informar de las “Jackson-Noticias”.
Los medios de comunicación buscaban cualquier bocado jugoso, cualquier cosa que pudiera excitar a su audiencia, aunque todo estaba tranquilo. Pero como la expectación mundial por los veredictos iba en aumento, los medios fueron bombardeados de repente por un creciente número de fans que empezaron a gritar, "¡Michael es inocente!”.
Y justo en ese momento, como un reloj, llegó la familia Jackson al completo, con Katherine y Joe, Janet, La Toya, Rebbie, y los famosos hermanos de Michael. Cuando sus ayudantes, sus guardaespaldas, y su glamurosa familia fueron recibidos por el equipo de la Defensa de Michael, una cosa destacó claramente: todas estas personas juntas eran completamente eclipsadas por Michael.
Era Michael, escondiéndose detrás de sus gafas de sol y de su paraguas de marca, quien surgió como la superestrella de todas las superestrellas. Mientras Michael se dirigía a la Corte, saliendo de su monovolumen negro, los gritos de lamentos y lágrimas de emoción de todos a su alrededor hicieron que pareciera como si toda la Tierra se detuviera.
Cualquiera que fuera su estado de salud en ese momento, cualquier peaje que el juicio se hubiera cobrado en él, Michael no lo mostró. Él caminó como si danzara hasta su abogado principal, Thomas Mesereau, y justo antes de entrar por las puertas cerradas de la Corte, Michael se irguió tan alto como era y saludó a sus admiradores, feliz de verlos en toda su fuerza. Para las personas que estaban detrás de las puertas y de las vallas, que gritaban y animaban, parecía existir una comunión. Algo alrededor de Michael hizo palpitar a los corazones. Todo el mundo en su presencia podía sentir la música. Se podía sentir la danza.
Justo cuando se permitió a la última persona de los medios entrar en la pequeña sala, habiendo sido inspeccionado por los ayudantes del sheriff en el detector de metales, Michael apareció a la vuelta de la esquina, y por primera vez en el procedimiento, la superestrella parecía nerviosa. Su rostro se veía tenso. Ya no tenía una sonrisa. Ya no parecía invencible. En ese momento de vulnerabilidad, la gente pudo ver que el juicio había pasado factura a Michael después de todo. Era obvio que quería que terminara.
El abogado de Michael, más tarde confesó que su equipo tenía confianza en que Jackson sería absuelto de todos los cargos, insistiendo en que el tema de la prisión no se había mencionado muy a menudo. Tom Mesereau fue inquebrantable en su creencia de que Jackson estaba siendo procesado por crímenes que no cometió, y los amigos y la familia de Michael sin duda creían en él. Sin embargo, cuando Michael estaba de pie en el umbral de la sala de audiencias durante esos pocos segundos, siendo conducido tras el detector de metales, totalmente solo, la superestrella parecía asustada.
Dentro de la Corte había un jurado de ocho mujeres y cuatro hombres, a los que se les había presentado seiscientas exposiciones, que habían presenciado lo que parecía ser una campaña de desprestigio lanzada por el documental de Martin Bashir, que habían escuchado doce años de la historia privada de Jackson; todo puesto al descubierto para ellos por el Fiscal del Distrito de Santa Barbara, Tom Sneddon. En total, Sneddon y su equipo habían presentado ochenta testigos en un intento de retratar a Jackson como a un criminal en serie, y había permitido ahondar en la vida de Jackson en un intento de mostrar al jurado un patrón de conducta criminal.
Con la gente dentro de la sala de audiencias esperando los veredictos del jurado, el mundo parecía increíblemente pequeño. Cada rostro estaba tenso, todos las miradas fijas. A la familia Jackson se le dio sólo seis asientos en la sala, y Janet, siendo amable, optó por esperar fuera durante el procedimiento, permitiendo a los hermanos Randy y Tito, y hermanas La Toya y Rebbie, sentarse justo detrás de Michael.
Once ayudantes armados del sheriff repartidos por toda la sala, listos para solucionar cualquier incidente, y a las 2:10 de la tarde, el Juez Rodney Melville finalmente comenzó a abrir los sobres del veredicto. Con cada uno de los sobres abiertos, el rostro del Juez se mantuvo en calma. Ni una palabra se habló en la Corte, pero algunas de las mujeres del jurado tenían lágrimas en los ojos. El tiempo se detuvo. Parecía una eternidad. Y de repente, la Secretaria del Tribunal Superior, Lorna Ray, leyó las palabras:
"Primer Cargo – Conspiración: No Culpable".
"Segundo Cargo- Acto Lascivo Contra Un Menor: No Culpable”.
"Tercer Cargo: No Culpable".
"No culpable", fueron las palabras que se leyeron una y otra vez, catorce veces en total. Cuando las sentencias se leyeron, Katherine, quien nunca había perdido un día del juicio, tenía lágrimas en los ojos. Tito se inclinó y besó a su madre. El resto de la familia se abrazó y estrecharon unos a otros. Cuando la noticia comenzó a asimilarse, los fans de Michael sollozaban en silencio en las filas de atrás. Y la multitud de medios de comunicación, en su mayor parte, se sentó estupefacta. Parecían realmente muy sorprendidos de que Jackson no hubiera sido declarado culpable de nada en absoluto. Por las miradas en sus rostros, claramente algunos miembros de la prensa habían confiado en ver a la superestrella tras las rejas.
El Juez Rodney Melville, que había manejado el caso con tanta dignidad y claridad, que mantuvo a todos a raya, que no había tolerado cualquier interrupción de ningún tipo, leyó una declaración a la Corte:
"Nosotros, el Jurado, sintiendo el peso de los ojos del mundo sobre nosotros, habiendo estudiado a fondo y minuciosamente los testimonios, pruebas, y las Normas de Procedimiento presentados en este Tribunal desde el 31 de enero de 2005; siguiendo las Instrucciones del Jurado, llegamos con confianza a nuestros veredictos. Es nuestra esperanza que este caso sea un testimonio de la creencia en la Integridad de nuestro Sistema de Justicia y en la Verdad".
Con estas palabras, Michael, desde detrás de la mesa de la defensa, volvió a su extraordinaria compostura. De alguna manera extraña, Michael parecía tener la apariencia de un antiguo rey. Había algo en él imperial. Tan absolutamente soberano con su presencia, Michael escuchó con tranquilidad la declaración que el Juez estaba leyendo. Con la cabeza en alto, la estrella se quedó inmóvil. Sólo aquellos que lograron verlo de cerca, pudieron detectar una ligera lágrima corriendo por el rostro de Michael.
"Señor Jackson, su libertad bajo fianza es restituida y queda usted liberado”, dijo el Juez Melville.
Y con esto, Michael se dio cuenta de que los doce jurados habían rechazado las acusaciones penales en su contra de todos los cargos. El Rey del Pop se secó la cara con un pañuelo de papel, abrazó y dio las gracias a sus abogados defensores, y poco a poco procedió a abandonar la sala. Mientras salía de la Corte, pasando junto a Katherine, Joe y sus hermanos, mostró poca emoción. Michael salió flotando de la sala, como si estuviera en el aire; y pronto se habría ido, del mismo modo que una bocanada de humo.
Fuera, los fans de Michael, que habían oído los veredictos en directo a través de la señal de televisión que rodeaba cada centímetro de la Corte, estaban en la calle, bailando y gritando, y volviéndose locos. Una mujer lanzó palomas blancas, otros soltaron globos, algunos lanzaron confeti, y cientos de personas aullaban y derramaban lágrimas. Con una mano apretada contra su corazón, Michael Jackson lanzó un beso a sus fans, y desapareció en un monovolumen Yukon de color negro -un hombre libre.
Cuando la gente se dispersó, ciertas personas de la prensa acordaron que después de que todo estaba dicho y hecho, el juicio se convertiría en otro obstáculo para la estrella del pop, -un obstáculo que podría seguir dañando su carrera. La gente de la prensa murmuraba sobre las acusaciones contra Jackson, centrándose en rumores odiosos, -los rumores e insinuaciones que habían tenido a millones de personas hablando basura sobre el icono.
Para sus fans, el feo juicio contra Jackson no les parecía justo. Pero para la mayoría de los medios, el juicio a Michael Jackson había proporcionado grandes titulares. Su imagen fue manipulada con un nuevo giro cada día, y los informes de prensa continuaron hasta la saciedad acerca de las "relaciones especiales" de Jackson con los niños.
El tribunal de la opinión pública compartía la misma actitud de muchos periodistas. La gente estaba segura de que Jackson violaba niños. Ocurrió que para algunos observadores de la prensa -incluso después de haber sido exonerado, la superestrella siempre debería estar defendiendo su vida privada.
La mayoría de la gente pensaba que la imagen de Jackson había sido sacrificada sin posibilidad de reparación.
Cuando los medios de comunicación se prepararon para sus últimas emisiones acerca del caso, muchos se preguntaron si Jackson se recuperaría de esta caza de brujas. Más allá de todo, algunas personas tuvieron que admitir que, sin saberlo, habían formado parte del plan del Fiscal del Distrito para reducir la vida de Jackson a un circo público. Pero en lugar de sentir lástima por haber formado parte de un grupo que estaba tan ansioso por arruinar a la estrella del pop, la mayoría de los periodistas se regodearon en la espiral descendente de Michael.
A la gente le gustaba odiarle, y siempre y cuando los medios de comunicación pudieran perpetuar la imagen de Jackson como "raro", sus índices de audiencia se mantendrían altos. No fue sino hasta después de que el juicio hubiera terminado que algunas personas de los medios de información reconocieron que los fans de Jackson habían sido los últimos en reírse. A lo largo del juicio, sus fans les gritaron a la prensa, "¡Nunca contáis la verdad!".
Tal vez tenían razón.
Cuando personas distinguidas de la prensa comenzaron a replantearse los cinco meses de juicio, volviendo a examinar algunos de los detalles revelados sobre la vida personal de Michael en la sala de audiencias, la gente estuvo de acuerdo en que Jackson fue capaz de resistir un escrutinio al que la mayoría de las personas nunca podrían haber sobrevivido. Jackson había pasado por un infierno, y todo sobre su vida, con la excepción de las fotos de sus partes íntimas, se había mostrado ante Dios, la sala del tribunal, y todos los medios de comunicación del mundo.
Desde el principio, los fans de Jackson habían insistido en que la estrella del pop había sido víctima de una familia codiciosa y un fiscal enojado, pero sus comentarios fueron completamente ignorados. En cambio, los medios de comunicación parecían felices de informar sobre las acusaciones de los fiscales, ansiosos por arrastrar la imagen de Michael por el fango. Al final, una prensa hambrienta no pudo ver lo que doce ciudadanos de a pie habían visto todo el tiempo: no había ninguna prueba de que Michael Jackson hubiera cometido ningún delito en absoluto.