Buenos días,
Debo, en virtud de la lectura de intervenciones previas, emitir algunas matizaciones, al considerar que se encuentren bastante alejadas de un mínimo viso de rigor fundado en hechos, científicamente contrastables a la vista de cualquiera, debiendo invertir, un mínimo de su tiempo, a fin de atestiguarlo por cualquiera de ustedes.
a) En esta entrada de post se le ha reprochado a Podemos su marcada y creciente ambiguedad ideológica, conforme han ido sucediéndose las mensualidades desde que, en mayo de 2014, con motivo de las Elecciones al Parlamento Europeo, diera la sorpresa (a mí no tanto, pues manejaba sondeos muy próximos al reflejo final deparado por las urnas) al obtener cinco eurodiputados, frente a las previsiones demoscópicas que la catalogaban como fuerza extraparlamentaria en Estrasburgo. Sin embargo, y que yo tenga constancia, como historiador, el PSOE, en su Congreso Extraordinario de 1979, tras su segunda derrota electoral frente a la UCD de Adolfo Suárez, renunció (mediante amenaza de renuncia a la Secretaría General por Felipe González, la cual hizo efectiva en último término) al marxismo, piedra de toque angular de su proyecto político, desde que mediara su fundación, un siglo atrás. Pero, en el segundo cónclave, González expuso sus argumentos, convenció a los indecisos, derrotó al bloque alternativo a su dirección y se consolidó, para, al cabo de tres años, cosechar la mayor mayoría absoluta conocida hasta el momento en España desde la Transición (202 diputados). O, el Partido Popular, cuando en sus Estatutos, tras su refundación en 1989, con respecto a la Alianza Popular de Manuel Fraga, se definía (sigue haciéndolo en la actualidad) en su preámbulo como 'partido de centro reformista'. ¿Acaso lo es? No, ¿verdad? O en el momento en que, en 1986, el Partido Comunista de España se integró, como principal matriz en la coalición forjada al calor del referéndum de permanencia en la Alianza atlántica, como Izquierda Unida.
Esas iniciativas, de mayor templanza, son producto de la apuesta por la búsqueda de la centralidad política, la cual coadyuva a la materialización del objetivo perseguido por cualquier tipo de organización partidista que compite con adversarias en un régimen de libertades, pluripartidista y democrático: el poder. ¿Y cómo se consigue éste? Mediante la conformación de un proyecto de mayorías socialmente representadas en esa formación, con un propósito expreso de convencer y persuadir al grueso del electorado, sin otro horizonte más que el de vencer en los comicios.
Podemos, desde su fulgurante aparición, ha concitado la animadversión del establishment político-mediático-económico español (y europeo), porque, en síntesis, ambiciona protagonizar un cambio y redefinición en las estructuras de poder, a partir de la apertura de un proceso constituyente, tendente a transformar las fallas deficitarias de nuestro sistema político (escasa democracia participativa, injerencia del poder político en los órganos elevados a rango constitucional, que debieran, en teoría, velar por la división de poderes -Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, Fiscalía General del Estado, Tribunal de Cuentas-, carencia de reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado español, endogamia presente en las cúpulas del poder político, en las que ascienden personas que se caracterizan, en mayor cuantía y medida por la adhesión acrítica a la dirección rectora del partido -pues en ello dependerán las posibilidades de salir de nuevo integrado en la lista electoral en la circunscripción en las elecciones- que por su grado de lealtad, a efectos representativos, de los ciudadanos a quienes representa como votantes que apostaron por él en su distrito, el maridaje entre la política y el dinero, personificado a la perfección en la figura de la financiación irregular de partidos, o la corrupción sistémica, propiciada por los vacíos legales que a la sazón envuelven a la Ley de Contratos del Sector Público, fundamentalmente en el ámbito local; escasa diversidad de opiniones y modos de entender la vida en comunidad en los medios de comunicación, en manos, mayoritariamente, de la derecha, permaneciendo los mass-media a merced del poder financiero, pues de él se financian para sobrevivir-, entre otros supuestos), en la cual al ciudadano se le brinde un papel más protagonista, inclusivo, determinante y crítico en la toma de decisiones, en los asuntos de su incumbencia. El autoritarismo posdemocrático, el sistema gerencial fundado en la presunta superioridad moral manifiesta de los expertos tecnócratas (Italia -Monti-, Grecia -tras la dimisión de Papandreu jr.-) y el totalitarismo económico neoliberal decretado por Alemania -con la aquiescencia del resto del continente europeo, los cuales no conciben al ciudadano más que como sujetos a los que encuadrar, sin su concurso, ni su consentimiento, como destinatarios de unas medidas 'medicinales' de choque aplicadas a ellos, aunque resulten perniciosas para su bienestar (y sobre las cuales no se han pronunciado nunca), todos ellos creían que los fenómenos de contestabilidad social (pettitiana) y de estallido social, sí, existirían, se gestarían y tendrían que hacerles frente a resultas del austericidio implementado sobre los países del sur de la Eurozona, pero, tal y como sostenía atinadamente Michel Foucault, no obedecerían más que a la ida y venida de conatos de protesta que, con el tiempo, se diluirían, no comprometiendo, con ello, la representación política, en las instituciones, como único elemento de continuidad y permanencia en medio del descontento social creciente. Y se han equivocado de lleno.
De ahí la insistencia en el marco del eje 'arriba-abajo' frente al tradicional, consistente en el continuum 'izquierda-derecha', pues la gestión de estos años de crisis política, económica, social y de valores del viejo continente ha puesto sobre el tapete el hecho de que, por encima de cualquier otra noción significativa a considerar: la soberanía de los pueblos, alimentada a través del ejercicio libre y democrático del voto ejercido, con el que determinar su propio futuro como nación (David Held) ha sido socavada por el poder financiero, con la aquiescencia de la derecha (lógica, fiel defensora del statu quo) pero... ¡oh, Dios mío! la anuencia también abnegada de la socialdemocracia, la cual ha asimilado y absorbido los postulados del discurso único, del principio TINA. Del 'no hay alternativa'. Tan estúpido eslogan repetido hasta la saciedad, que quien lo defienda y sostenga, no tendría más que preguntarse: y, entonces, ¿por qué se vota, si la democracia representativa de base electiva no se funda en la pluralidad de opciones políticas, cada una con su proyecto y visión de futuro para la demos a la cual aspira a gobernar? ¿Por qué las fuerzas del mercado deben intervenir en la vida política de una comunidad dada, aupando y deponiendo a gobiernos, según su conveniencia e idoneidad, si aquéllas no han sido refrendado por consentimiento ciudadano (principio QOT, vigente desde la Edad Media; esto es, todo lo que nos afecta, debe ser tratado y aprobado por todos)?
b) Segundo planteamiento: un usuario reprendía a Podemos por no haber optado a concurrir a las elecciones municipales. Sí lo hará: a través de una agrupación de electores: Ganemos, en aquellos términos municipales por tramos de población en los que tal acuerdo fructifique (Madrid capital, Barcelona, Málaga...). ¿Sabíais que, en virtud de la Ley Orgánica 2/2011, reguladora de las agrupaciones de electores -figuras electorales al margen de los partidos tradicionales-, los requisitos mínimos de concurrencia a los comicios municipales -esto es, número mínimo de avales por circunscripción- fueron elevados, siendo aprobada, consensuadamente, por PSOE y PP, sin fisuras? ¿Motivo? Sabían de la inmimente presencia de movimientos sociales y ciudadanos -como el de Vecinos por Torrelodones (Madrid)- que, hastiados por la situación política, económica y social de nuestro país, y la enorme brecha abierta al albur de los últimos años, adoptarían el difícil paso de plantar cara la batalla y competir, en inferioridad franca de condiciones, en el ámbito electoral, de tú a tú, con los dos grandes partidos. ¡Y en Torrelodones se alzaron, contra todo pronóstico, con la alcaldía! Y muy bien gestionada, por cierto (según tengo constancia de ello). La fórmula Ganemos, contrariamente a cuanto piensan ustedes, no reportará beneficio electoral a Podemos, sino más bien al contrario: en las proyecciones demoscópicas de las que dispongo, en el ámbito autonómico, Podemos obtiene por sí solo un porcentaje de voto manifiestamente superior al de Ganemos en las localidades por las que se presenta en coalición con otras formaciones.
Acerca de las motivaciones por las que Podemos no se personará en las municipales (sí en las autonómicas), sino refugiado en Ganemos, no tendría más que ceñiros a antecedentes: históricamente, se porta presente el hecho de que, junto a las mayorías absolutas (las cuales inducen, por definición, a la relajación en los mecanismos de fiscalización, control y rendición de cuentas) de los años ochenta y la escasa competencia electoral que tuvo el PSOE durante aquella década, los múltiples casos de corrupción a los que tuvo que hacer frente dicho partido durante la etapa de González (ya en los noventa) provinieron de los errores en los dispositivos de filtrado de miembros, militantes y cargos de la formación socialista, al introducir en su seno a exponentes incalificables, sin mayor credencial que la de ser unos trepas detraedores de rentas para el uso privado (prevaliéndose de lo público) consumados. Especie que pervive y, lamentablemente, persistirá, mientras la condición humana se muestre fiel a su condición genética depredadora. Tengan presente el hecho de que el PSOE, como partido en el exilio, no disponía más que de cinco mil militantes en 1977, año de las primeras elecciones democráticas. Y, sólo, en 1982, debió ubicar a casi una decena de miles de cargos públicos superiores (o de rango intermedio) en los niveles central, autonómico y local de gobierno, diseminados por el conjunto de la geografía española. Lógica esa prevención en relación con Podemos, ¿no creen? Y..., ¿son conscientes de que, en la actualidad, el 60% de los responsables públicos, en la arena de lo municipal, del Partido Popular, permanecen sujetos a causas diversas de imputación por irregularidades en el desempeño de sus cargos respectivos? De ahí la demora con la que, en municipios, como Madrid, o Valencia, la dirección nacional del PP, afronta ante la investidura del cabeza de cartel electoral de su partido para las municipales.
c) Otros usuarios presentan a Podemos como una fuerza de extrema izquierda, ¡comunista!, compuesta por desharrapados clientes asiduos a supermercados tales como Alcampo, con un electorado medio ilusorio, fácilmente impresionable y de escaso bagaje formativo, que predica aquello que la audiencia ansía escuchar. Pim, pim, pim... ¡error! Exactamente lo contrario. La raíz y clave de su éxito estriba en presentar el diagnóstico de la situación de España tal y como la percibe el ciudadano medio. Deberíais hojear con detenimiento los programas electorales de PSOE y PP en 2008 y 2011, respectivamente. Esos precedentes próximos en el tiempo sí que consituyeron una quiebra flagrante de la inversión en la credibilidad futura de las promesas efectuadas en campaña. Y de ahí el descrédito irreparable de ambas formaciones. Aparte de ello, ¿sois conscientes de que Podemos, en la desagregación de electores consultados en sondeos demoscópicos de estimación de voto por status socioeconómico, empata con el PP en la clase alta/media-alta? ¿De que Podemos se impone en la totalidad de tramos de edad, salvo en la horquilla de más de 65 años (afín al PP)? ¿De que existe una correlación directamente proporcional entre la edad del votante, y la probabilidad de voto a Podemos (mayor conforme más joven es el individuo)? ¿Sabéis qué prototipo de elector apuesta aún por el PSOE? Sin estudios/estudios primarios. ¿Y por el PP? Estudios primarios/secundarios. En Podemos: jóvenes cualificados, de estudios superiores (de carreras de formación, tales como ingeniería, ciencia...). No hay más que contemplar el extracto sociológico de la lista electoral por la que va a presentarse Podemos en Andalucía (con cabeza de cartel, Teresa Rodríguez) para ratificar mi sentencia fundamentada en hechos elocuentes, e incuestionables. Todos, o la mayoría de ellos, caracterizados por una trayectoria en sus profesiones manifiestamente excelente en su reputación y prestigio. Aunados, únicamente, por el afán de cambio en la sociedad, y en la forma de hacer política y representar a los ciudadanos, en este país.
¿Ello qué significa? Que, en nuestro país, podría asistirse a una paradoja un tanto contradictoria: que quienes más han sido afectados por años de austeridad y deterioro de los servicios del Estado de Bienestar, sean los mayores sustentadores, en última instancia, del duopolio protagonizado inalterablemente, desde 1982, por PSOE-PP, evitando la quiebra directa e instantáneamente del bipartidismo, y, por ende, del régimen del 78. Y quienes, en teoría, menos han perdido, sean los mayores impulsores del cambio. Algo que, por cierto, no me pilla de improviso, pues siempre, a lo largo de la historia, el cambio en los cimientos del sistema establecido proviene de la mano de los segmentos poblacionales más dinámicos de la sociedad. Pero, ¿existe suficiente fuerza social -aparte de voluntad política- para la transformación de nuestros hábitos comportamentales, en lo político, en lo económico, en lo social? Mucho me temo que no. El discurso del miedo hará mella, conforme nos aproximemos a los comicios generales, pues uno de los elementos antonomásicos (lo podéis leer en el ensayo de Fermín Bouza, Las razones del voto en la España democrática, 1977-2008) del electorado medio español reside en una cierta aversión al riesgo, en cualquiera de sus manifestaciones. Si Siryza, en Grecia, se ha hallado a dos escaños de la mayoría absoluta, en su tercera tentativa en seis años, permaneciendo el país heleno en unas condiciones macro y microeconómicas aún peores que las de España, siendo (según Ronald Inglehart) el país con un mayor escoramiento (sociológico), en términos históricos, a la izquierda, ¿qué decir de España? Aquí aún nos encontramos en la coyuntura electoral de 2010, 2011 o, a lo sumo, 2012, en Grecia, con una Siryza aún desprovista de poder en institución alguna, agitando Nueva Democracia el mantra del pandemónium en caso de victoria de 'estos radicales antisistema'. Soy de quienes sostienen que, en nuestro suelo, el PP revalidará (increíble, ¿verdad?) la victoria, sin mayoría absoluta, con Podemos en segundo lugar, a la expectativa del hundimiento definitivo, para, ya sí, al cabo de unos años, tras imperar una nueva convocatoria anticipada de elecciones, en medio de la inestabilidad de gobierno, aspirar al triunfo final.
d) Otros, en cambio, apuntan a la inconsistencia de su programa electoral. ¡Si aún no ha sido elaborado! Únicamente ha circulado un decálogo de principios al servicio de la formación, cuya autoría ha correspondido a los economistas Vicenç Navarro y Juan Torres. Por si no disponen de suficiente información acerca de ellos, no tendrían más que recurrir a dos excelentes obras, en las que han participado ambos intelectuales, a saber:
- El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias (2006, Editorial Anagrama).
- Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero (2013, Editorial Espasa).
Vicenç Navarro es, presumiblemente, uno de los economistas de nuestro país más influyentes, académicamente, en el mundo. Ha sido profesor de la Bob Hopkins en Estados Unidos, asesor de los gobiernos de Clinton y Obama en materia sanitaria, así como de algunos países escandinavos, como Suecia. Pero en España carece de altavoz mediático, al mostrar un discurso económico alternativo al de la sabiduría convencional afín al establishment de signo neoliberal, el cual ya sabemos a qué nos ha deparado en la Eurozona. Incremento de las desigualdades de renta y riqueza, mayor desempleo, contracción salarial, pérdida de los derechos sociales, precariedad laboral.
e) Una invectiva a los votantes socialistas (el cual yo he sido, declaradamente, durante años, en gran medida auspiciada mi resolución en truncar la victoria electoral al PP; en resumidas cuentas, un votante instrumental -voto útil-): en nueve de cada diez encuestas electorales que manejo (ya os facilité una ayer, en este foro) a nivel nacional, Podemos figura muy por delante del PSOE en IDV y en estimación de voto (no son conceptos análogos). Y el fenómeno Podemos ha venido para quedarse. Así que, muy presumiblemente, el sistema electoral de la ley d'Hondt que tanto ha beneficiado a los dos principales partidos (PP y PSOE) en términos de prima electoral en las circunscripciones inferiores a los seis diputados (el 60% de cuantas conforman el tablero en las generales), ya no constituirá excusa alguna para apelar al voto útil en provecho del PSOE, pues Podemos va a ocupar su lugar, al hallarse muy bien representado en la práctica totalidad de las circunscripciones del país, en las que, posiblemente, obtendrá escaño en todas ellas. Temo que el PSOE, aunque aún no lo advirtáis, va a erigirse en víctima del sorpasso que no logró Anguita con IU en los años noventa, convirtiéndose en un partido bisagra, eso sí, con capacidad de determinar el signo político del gobierno en las áreas en las que preserve una cierta capacidad de influencia en el orden del día de la legislatura del nivel de gobierno sobre el que incida su participación decisiva. Las únicas CCAA en las que el efecto Podemos no va a neutralizar al PSOE serán, con toda probabilidad, Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. En Asturias será primera fuerza Podemos, y con enorme holgura. En fin, que el PSOE va a ser fagocitado por una dinámica polarizadora que, con el PP, alentaron mutuamente, pues a ambos les ocasionó una rentabilidad exponencial en lo electoral, desde los años 90, consistente en plantear un duelo dicotómico, a dos, a fin de excluir a fuerzas de ámbito estatal minoritarias.
Las encuestas a nivel nacional, por definición, recogen el siguiente escenario estable (desde el último trimestre de 2014):
a) PP y Podemos en una situación de empate técnico, con el 25-30% del voto válido emitido.
b) El PSOE, en tercer lugar, con una estimación promedio en torno al 15-20%.
c) Ciudadanos (en auge), UPyD e IU (a la baja), en torno al 5%.
Un cordial saludo.
A modo de ejemplo: contemplad las IDV (Intenciones de Voto Directo) por edad entre los principales partidos, según el último barómetro de enero del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas):
IDV por edades:
18-24:
Pod: 27,4
PSOE: 13
PP: 4,3
25-34:
Pod: 27,4
PSOE: 10,2
PP: 6
35-44:
Pod: 21,3
PSOE: 10,1
PP: 8,9
45-54:
Pod: 20,9
PP: 11,9
PSOE: 11,7
55- 64:
POD: 20,5
PSOE: 13,5
PP: 13,2
>65:
PP: 26,4
PSOE: 15,9
Pod: 5,6
PD: no soy miembro de ningún círculo del partido de Pablo Iglesias (pues intuyo que alguien iría a preguntarme en ese sentido al respecto). Vierto mis impresiones como politólogo dedicado a tal profesión, y en virtud de mis conocimientos y curtida experiencia en la materia.