Siberian Husky
Con el alma y mente puestos en mi madre
Tras la publicación formal del álbum y la escucha detenida de las novedades asociadas a él, me dispongo a replicar las impresiones iniciales que yo albergaba acerca de este aniversario durante la semana pasada, afianzando (o rebatiendo) las expectativas que había alimentado, con o sin fundamentos para ello, expresando mi sentir al respecto. Comencemos, pues, sin mayores preámbulos:
Un último apunte: un conocido, en cuanto fue testigo visual de la portada del doble CD, me confesó, incrédulo a cuanto había creído desentrañar y descubrir, imperceptible para mí y para el resto de sujetos que le rodeaban: '¿por qué han escogido como cartel la representación de una lápida mortuoria, tratándose, en teoría, de un acontecimiento festivo, de conmemoración de una efeméride a festejar en todo el planeta?'. Y, sí..., razón no le faltaba al buen hombre... Da que pensar, sin duda...
Un saludo, y que lo disfruten.
- Starlight: siempre resulta bienvenido tener constancia de la concepción embrionaria de un tema tan diferente en lírica y temática a la evolucionada (y mundialmente aclamada) sucesora a posteriori, máxime si el resultado terminó acompañando, para fortuna de los oyentes y de la carrera de Michael Jackson, puesto que, no nos engañemos, el tema que hoy, al fin, se nos ha despachado oficialmente, carece del arrollador atractivo de Thriller, extremo admitido en entrevistas por colaboradores de estudio que flanquearon a Jackson a lo largo de muchos años de periplo, como Michael Boddicker. Sabedores de dicha circunstancia, del provechoso intercambio de impresiones entre Quincy Jones y nuestro protagonista, orientando la letra a derroteros inspirados en la literatura y el cine de terror, emergió una de las canciones definidoras por antonomasia del pop contemporáneo existente en el último medio siglo de nuestro recorrido histórico, haciendo valedera la sentencia del no hay mal que por bien no venga. Para alivio y regocijo de todos, sin excepción.
- Got the Hots: poco más que añadir a cuanto reseñé en su momento. Esta pieza cabría entenderla (e imaginarla) como una extensión de la canción Thriller, abundando en pinceladas con las que, entre las dos, conformar un conjunto sonoro coherente y pegadizo para nuestros oídos, aunque, en teoría, no compartan ninguna ligazón aparente. Destacar los ad-libs finales de Michael, declaración manifiesta del empuje electrizante que exudaba y supuraba sin apenas esfuerzo durante aquella era tan placentera para él (la de 1980), testigo de su consagración merecida como artista dueño de un estilo propio e inconfundible, exhibiendo un dominio absoluto, tanto de sus virtudes vocales, como de las escénicas.
- Who Do You Know: nada que ver con Behind the Mask, como temía, ni tampoco, más allá de algún tenue acorde (como ha sostenido algún otro usuario, con How Deep Is Your Love, clásico inolvidable de Bee Gees, y a la que no alcanza, por razones obvias: una fue finalizada; la otra, no) sino, por el contrario, una balada melódicamente reconocible al instante, con potencial suficiente, de haber sido objeto de una mayor maduración en cuanto a gestación y perfeccionamiento, de profesar ciertos visos de atemporalidad, de habérselo propuesto Jackson en algún punto inconexo de su trayectoria posterior. Sin acomodo en Thriller, presumiblemente por su poco probable encaje con las canciones coetáneas grabadas por entonces, yo sí la sitúo cronológicamente a comienzos de 1980, dadas las similitudes del timbre que muestra en esta toma y la de sus creaciones de la misma (o similar) época. Súbitamente interrumpida, sin desenlace evidente, habría precisado de mayor trabajo y dedicación, a fin de hacerla trascender más allá de su (actual, y lastimosamente irreversible) condición de demo.
- Carousel: el prefacio de la versión íntegra, consistente en los segundos en los que resuena el compás con que precede el arranque de esta pista, nos ha sido nuevamente burlado, sin que tampoco debamos rasgarnos las vestiduras por ello, pues, entiéndase bien, no aportaba valor añadido sustantivo alguno. Gran tema, presumiblemente excluido de la terna selecta en 1982 por mor de las limitaciones de formato, las cuales impedían un mayor minutaje del que un LP admitía tolerar. Su inclusión habría acarreado consigo, necesariamente, la adopción de recortes en la extensión de otras canciones que, quizá, se habrían visto afectadas sobremanera por tal decisión, repercutiendo por ende en la visión de conjunto del proyecto. Optaron por no arriesgar, sacrificándola en provecho de otras, resultando para la posteridad el disco que en origen vio la luz, hace ya la friolera de cuarenta años.
- Behind the Mask (Mike's Mix demo): presenciándola... ¿sabéis qué idea me ha venido de improviso, sin premeditarlo siquiera? 'Ay... cuán injustos fueron algunos con la labor de producción de los responsables del primer álbum póstumo, Michael (2010)'. Porque esta mezcla personal, vocalmente -salvo en algunas estrofas- exportable a la que, más pulida, dispusimos hace algo más de una década, fue bastante aprovechada -y respetada-, con las consiguientes dosis de reajuste a los puntos débiles que aquí hemos observado, y que debieron ser subsanados, con motivo del primer lanzamiento oficial tras su muerte, debido a que, en estas condiciones, no habría podido ser publicada, máxime tomando en consideración la deficiente calidad de sonido y el deteriorado soporte desde el que, con seguridad, habrá sido extraída esta toma, hoy, al fin, en nuestro poder. Presiento que, de aquí en lo venidero, la Behind the Mask de 2010 va a cobrar un nuevo (y renovado) significado en muchos, quienes la acusaron de sobreproducción en ciertos aspectos -admito que el único componente que yo le habría omitido habría sido el de la grabación captada del concierto que se atisba de fondo; ¿lo harían para rellenar algún vacío en tales segundos?-, revalorizándose por completo a ojos vista de aquéllos que la acogieron en su día con escepticismo descreído.
- Can't Get Outta the Rain: habré perdido la cuenta de las ediciones en que esta segunda parte de You Can't Win, emancipada por obra y gracia de algún ejecutivo o responsable de márketing en la discográfica que creería que, volando en solitario, obtendría algún peaje venturoso en las listas, habrá sido infiltrada con calzador desde su alumbramiento en 1978. No importa. Me complace saber que, en tanto en cuanto la reproduzco -nunca falla-, el husky siberiano y el gato bombay que amenizan cotidianamente mi existencia, acompañándome en mis tribulaciones diarias, se erizan, electrizando sus andares y alborozándose en pleno éxtasis de exultante felicidad, mientras yo esbozo una mueca de sonrisa de complicidad, viéndoles desde la lejanía del salón-dormitorio que comparto con ellos, ante semejante estampa de placidez nada impostada y en absoluto pretenciosa. Es posible que se sientan así, de ese modo, por sentirse identificados con la réplica que tejen a su manera Michael, como espantapájaros, por una parte; y, por otra, el coro, respondiendo con brío desafiante a las admoniciones del individuo que recita de forma cantada su experiencia, metáfora de la manada tuteladora de la que no mucho tiempo ha provinieron mis mascotas peludas.
- The Toy: compuesta por Jackson, con apenas variaciones en sus dos primeras líneas frente a Best of Joy (2010), se evidencia cómo el esqueleto de la canción se hallaba bien perfilado a la altura de comienzos de los ochenta, aun advirtiéndose la estruendosa sonoridad (un tanto molesta) en el estribillo, con unos agudos un tanto chirriantes, causados en parte por ciertas deficiencias técnicas en la grabación, debidamente corregidos en Michael.
- Sunset Driver: finalmente, no hubo versión extendida, sino una reedición intacta de la que se nos deparó, con suerte, en The Ultimate Collection (2004). Mejor. Para mí, la muestra más destacada de Thriller 40, aunque algo desconcertante constatar que, en 1982, Michael se permitiera (todavía) la licencia de rendir homenaje a una música disco que, por aquellas (ya remotas) fechas, se encaminaba hacia un declive próximo. De haberla pergeñado un par de años atrás (en torno a 1978), estaríamos hablando de todo un hito en las listas de fines de los setenta, imperdible en cualquier recopilatorio setentero que se precie. La canción, en suma, con que yo habría dotado de un papel protagónico a Michael en Grease (de haber accedido a participar en dicho filme), como contrapunto racial al dúo conformado por Olivia Newton-John y John Travolta.
- What a Lovely Way to Go: previa a Off the Wall, toda una sorpresa. En un registro atípico al que de manera ordinaria nos acostumbró en lo sucesivo, aquí Michael nos permite entrever qué derrotero musical habría proseguido, de no verse constreñido por las exigencias de ventas multitudinarias que en cada opus, a partir de 1979, se le demandaron en su faceta solista. Con ciertas reminiscencias, en ciertas variables, a los Beatles de la segunda mitad de los sesenta en su vertiente más experimental y metafísica, también adolece de un cierre de tal nombre, cortándose de forma abrupta en cuanto comenzaba a levitar, tomando cuerpo y forma. Habría debido disponer de la oportunidad de ser finiquitada, dilapidándose otra tentativa de asalto a la cima en su género, de haber sido convenientemente lanzada en el contexto adecuado. Yo me pregunto: ¿nos habrá escamoteado el Estate la versión culminada de la misma, guardándola para el futuro (¿Thriller 50?), -tal y como las filtraciones de la instrumental presagiaban-, ofreciéndosenos ahora su esqueleto primitivo y más básico?
- She's Trouble: en mi opinión, la segunda más notable del repertorio contenido en este segundo elenco. Aquí advertimos al Jackson que, con su singular caracterización funky tamizada con una tonalidad meliflua y dulce en los versos escupidos por el micrófono, esculpiendo un todo rítmico compacto y pegajoso, tanto prendó a quienes siguieron su estela, hasta que, a partir de mediados de los ochenta, con la modulación de su voz, efecto de las intensas sesiones con su preparador, Seth Riggs, fue abandonando paulatinamente, en pos de otros géneros, lo cual hicieron a muchos añorar, ya en los noventa, a aquel joven encantado de lidiar con la chica problemática con la que se cruza en su camino por la vida. Exacta a la que circulaba en la red desde hace un par de años, no fue retrabajada por Jackson, algo elocuente y palmario desde el minuto 2:40.
Un último apunte: un conocido, en cuanto fue testigo visual de la portada del doble CD, me confesó, incrédulo a cuanto había creído desentrañar y descubrir, imperceptible para mí y para el resto de sujetos que le rodeaban: '¿por qué han escogido como cartel la representación de una lápida mortuoria, tratándose, en teoría, de un acontecimiento festivo, de conmemoración de una efeméride a festejar en todo el planeta?'. Y, sí..., razón no le faltaba al buen hombre... Da que pensar, sin duda...
Un saludo, y que lo disfruten.
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