Siberian Husky
Con el alma y mente puestos en mi madre
Buenas noches,
En primer lugar, querría trasladaros mi pesar por el trance amargo por el que todos, sin excepción, estamos transitando en las últimas semanas, y, muy especialmente, en las jornadas que nos han antecedido hasta hoy, y las que nos resten por padecer.
Puedo afirmar haber presenciado in situ el documental, preservando, al término de su visionado, mi confianza en la inocencia de Michael Jackson. Por una multiplicidad de factores:
En primer lugar, querría trasladaros mi pesar por el trance amargo por el que todos, sin excepción, estamos transitando en las últimas semanas, y, muy especialmente, en las jornadas que nos han antecedido hasta hoy, y las que nos resten por padecer.
Puedo afirmar haber presenciado in situ el documental, preservando, al término de su visionado, mi confianza en la inocencia de Michael Jackson. Por una multiplicidad de factores:
- Por las contradicciones manifestadas a lo largo de los años por los protagonistas del polémico reportaje, puestas en solfa hasta por parientes, allegados y vínculos amistosos en las redes sociales.
- Por los antecedentes como cineasta de un director, Dan Reed, más apegado al sensacionalismo como máxima (surfeando al amparo de un determinado y respetable movimiento cívico de concienciación ciudadana global, como el #Me Too, o en materia de abusos sexuales a menores) que a una investigación ponderada y ecuánime.
- Por el contexto de oportunidad de hacer coincidir esta iniciativa, al calor de un proceso viral y mediático fraguado en el último año, con netas implicaciones en lo social y reputacional, cobrándose piezas de sujetos antaño catalogados como, prácticamente, intocables en el gremio, haciendo pagar a justos por pecadores, absolviendo a otros (Weinstein), a través de su invisibilización ante la opinión publicada, en un momento en que el foco se reorienta hacia otros destinatarios.
- Por una era, en la que la aparente mayor disponibilidad, en nuestro haber y a nuestro alcance, de nuevos dispositivos de tecnología de la información y de la comunicación (TICs), aunado a la pérdida progresiva y paulatina, en los modelos educativos de enseñanza, a escala global y planetaria, de disciplinarias antaño clásicos como la filosofía, la historia y el pensamiento crítico, ha conducido, hasta límites alarmantes, que el ser humano, consumidor voraz de noticias de nuestro tiempo, preste mayor atención a los aspectos visuales (continente) sobre los basados en el contenido; y dentro de este último género, sobre los de cariz más soez y mórbido, que los fundamentados en la certidumbre de unos hechos adornados bajo el prisma del rigor y la contrastabilidad. La posverdad (más bien, prementira, de acuerdo con mi definición terminológica) está ocasionando estragos, llegando a cuestionar los cimientos (que se preveían sólidos) de las reglas del juego en que se edifican los marcos de la convivencia democrática, el equilibrio de poder y la igualdad de condiciones, entre las instancias de poder (político, mediático, financiero), y los ciudadanos, quienes deben informarse a través de dichos medios, al carecer de recursos propios con los que conforman una visión proporcional de la realidad que les circunda a su enderredor.
- Por el clickbait, íntimamente ligado a lo anterior. Los medios de comunicación, sumidos en una espiral creciente de deudas ante acreedores y proveedores, dependen, cada vez más, del sector financiero, en aras de su supervivencia. Y de ella, dependen técnicas como las de anteponer titulares jugosamente atrayentes para un público sediento de polémica (con la que distraer el sopor anodino de unas vidas no suficientemente autorrealizadas en lo estrictamente personal), a fin de hacer caja, por mediación de la pulsación sobre los mismos, dotándoles de relevancia en el sector. Una senda que, sí, les provee, aun momentáneamente, de la capacidad de subsistir en un entorno complejo y exponencialmente competitivo. Pero les aleja de la estricta observancia de las directrices elementales del código deontológico de todo buen periodismo: el de mostrarse crítico, contra cualquier abuso de poder y de dominación, sobre los más vulnerables.
- Por el contraste de la información recabada en las redacciones de los medios, suplido por la acción más económica de asumir, literalmente, desde el 'corta-pega', la primicia expuesta por la agencia de referencia (en España, EFE).
- Por la vulneración de una sentencia, la cual absolvió a Jackson de la totalidad de los cargos que sobre él recaían en 2005, en un juicio criminal, con jurado de por medio.
- Por la frontalidad del ataque (cuasi diría que linchamiento), con la que se invita a quienes osan, como mínimo, preservar una lanza favorable a Jackson, a la usanza de lo manifestado por el gran George Orwell, en 1984, a hacer tabla rasa de su discografía y sus ameritables aportaciones artísticas (The Simpsons), no haciendo lo propio con iconos culturales del pasado (Beethoven, Picasso, Dickens, Cervantes...), o del presente, como si no hubieran existido sobre la faz de la Tierra, sentando un funestísimo precedente, adecuándose los gustos y afinidades a la corrección del pensamiento dominante, inofensivo, inocuo y/o no contestatario.
- Y, por lo más importante de todo, y más esencial: por la trayectoria personal de Michael Jackson. Sus declaraciones públicas, o como resultado de las composiciones de los temas que presentó en sociedad, como parte integral de su legado artístico (véase el álbum HIStory como principal muestra), los cuales no encajan, en absoluto, con el retrato pérfido con el que viene presentándosele, invariablemente, por la acusación, desde 1993.