Una mas, disfrutad porque no tiene desperdicio!!
Munich 1998 o dejaNOS entretenerTE
por Brigitte Bloemen, Alemania
Realmente no estoy segura de qué día era, pero fue a mediados de marzo de 1998. Estaba sentada en casa haciendo las tareas de la escuela mientras escuché al tipo de la radio mencionando a Michael Jackson. Eso captó mi atención, justo como lo había hecho hacía casi un año.
Era una tarde lluviosa de domingo, yo estaba viendo la tele cuando se anunció que la gira HIStory de Michael Jackson llegaría a Alemania en el verano de 1997.
Por supuesto que sabía quién era. Cualquiera que haya crecido a finales de los años 80, en la escuela primaria ¡Conocía y adoraba a Michael Jackson! Debajo de “¿Quién es tu cantante favorito? Todos escribíamos “Maikl Jäksn” (las clases de ingles no comenzaron hasta la secundaria) en cada uno de los libros de nuestros amigos, mi padre incluso me copió el casete de BAD (sí, teníamos casetes de música por aquel entonces) de nuestra biblioteca municipal.
Por supuesto que sabía quién era, pero de la forma más básica. Mi conciencia de Michael Jackson terminó después de 1990. Me encantaba el álbum BAD, pero no sabía nada más acerca de él, ni siquiera conocía Thriller, ni tenía idea de que había recorrido el mundo en 1988/1989. Solo tenía 7 años por aquél entonces ¿Cómo podía saber quién era y lo que hizo?
No podía. Por tanto al entrar en la adolescencia le perdí de vista. Escuchar su nombre en la televisión fue, de alguna manera, como escuchar voces del pasado. Para ser honesta, en ese momento yo ni siquiera era consciente de que Michael Jackson aún vivía en el mismo planeta que yo.
De pronto caí en la cuenta. ¡Dios!, ¿Sería posible ir a ver a Michael Jackson en directo? Lo siguiente que pensé fue ¡demonios! Sí, y ¡tengo que conseguir una entrada! A toda prisa agarré el teléfono y marqué el número que mostraron en el anuncio de TV. Tras resolver algunos “mundanos” problemas que no había pensado antes de marcar el número, como tener solo 16 años, no tener tarjeta de crédito o el dinero suficiente para comprar la entrada (bueno, los padres tienen que servir para algo ¿no?) Finalmente recibí la entrada por correo solo tres días más tarde.
Antes de que me diera cuenta llegó el día, el 4 de julio de 1997 en el Estadio Olímpico de Munich, sería la primera vez que vería a Michael Jackson.
No puedo expresar con palabras lo que sentí durante el espectáculo, me quedé simplemente impresionada. La presentación, su baile, la música. Era todo increíble, no había nada que yo hubiera visto antes que se pudiera comparar con eso. Pero lo que más me golpeó fue su aura. Le tenía a unos 40 metros de distancia y aun así podía sentir su energía, su amor, su pasión, pude sentirle como la persona que era.
Después de conseguir vislumbrar el alma de ese hombre necesitaba desesperadamente saber acerca de ese Michael Jackson. ¿Quién era realmente? Atesoré cada pieza de información que pude obtener, me uní a un club de fans, me compre las revistas Black & White y cualquier cosa que contuviera información o fotos de Michael. A través de algo maravilloso, “los amigos por correspondencia” conocí a muchos otros fans de todo el mundo.
Leí algunas historias de fans que han conocido a Michael en varias revistas, pero nunca, ni en un millón de años había soñado con ver, por no hablar de conocer a Michael Jackson. Tal vez, pensé, cuando venga de gira de nuevo en unos pocos años, tal vez, pero solo tal vez tendría una oportunidad para verle de nuevo.
Y allí estaba… marzo de 1998, el “demasiado bueno para ser verdad” mensaje del tipo de la radio diciendo que Michael había aterrizado en Munich para visitar a su amigo y promotor Marcel Avram.
Era una visita privada pero todo el mundo conocía que se hospedaba en el hotel Bayerischer Hof, donde ya se había quedado durante su gira el año anterior.
Aunque leí acerca de algunos fans que una vez conocieron a Michael en un hotel o mientras él hacía algunas compras, no podía imaginar que algo así me sucediera a mí, justo aquí, en la ciudad cerca de la que vivo.
Al día siguiente, justo después de la escuela cogí el tren para llegar hasta Munich. Unos 20 minutos después salí del tren en la estación central de Munich y otros 20 minutos más tarde y tras preguntar a varias personas cómo llegar por fin llegué a mi destino: el hotel Bayerischer Hof.
Eran las 14:30 h. y todo parecía muy normal. Solo había unos cinco fans sentados o de pie en el otro lado de la calle del hotel, donde había algunos árboles, hierba verde y bancos para sentarse. No conocía a nadie así que primero me senté en uno de los bancos a pocos metros de los demás. Empecé a preguntarme, en primer lugar, porqué había llegado aquí y que es lo que debía hacer ahora. No sabía lo que iba a pasar, si es que algo iba a pasar o si Michael estaba todavía aquí o se había marchado de Alemania. Así que después de un tiempo me decidí a ir y preguntar a una chica que llevaba un retrato de Michael y que discretamente gritaba “Michael” de vez en cuando. Era evidente que ella estaba allí por él de modo que le pregunté si Michael estaba todavía aquí y si así era dónde estaba y si ella ya lo había visto. De inmediato me mostró una hilera de ventanas en el cuarto piso diciéndome que todas esas ventanas “pertenecían” a Michael. Estupendo pensé ¿Y ahora qué? Ella me dijo que ya lo había visto en una de las ventanas. Aún así, mi cerebro no reaccionó en absoluto, simplemente no podía imaginarme VER a Michael Jackson en la ventana de este hotel aquí en Munich.
Un poco más tarde llegó una chica de Munich con la que había intercambiado algunas cartas. Me abrazó y de inmediato comenzó a hablar y hablar y hablar… pronto, otros se unieron y en menos de una hora llegué a conocer todas las historias posibles acerca de Michael y las ventanas del hotel Bayerischer Hof. Muchos de los fans ya le habían visto allí en 1997 durante la gira HIStory. A pesar de escuchar aquellas detalladas “Historias de Ventanas” todavía no podría hacerme una idea sobre el asunto, eran ventanas normales, estaban en un hotel, la gente normalmente tiene cosas mejores que hacer que mirar a fans en la calle desde la ventana. No podría visualizar la imagen en mi cabeza: Michael Jackson, el legendario artista, el Rey del Pop saludando por la ventana de un hotel.
Mientras tanto ya habíamos cerca de 15 fans y resultó que ya no tenía que imaginar nada en mi cabeza porque un instante después la imagen era real. Mientras todos los demás estaban gritando, yo solo pude quedarme allí mirando hacia las ventanas con la boca abierta. Verdaderamente era él. Se podía ver una camiseta blanca, un sombrero negro y una mascarilla negra, todo ello oculto tras una cortina blanca. De modo que, algunos decían que no podían ver NADA, pero otros sabíamos que era el. ¿Por qué? Se podía SENTIR. Incluso pensé que yo solo lo había visto una vez antes, en el escenario y estaba a unos 30 metros de distancia escondiéndose detrás de las cortinas, simplemente sabía que era él. Podía sentir esa increíble aura de nuevo, como una calidez y una sensación de familiaridad. En cierto modo, fue algo mágico. Sentí este vínculo, esta felicidad, este amor que normalmente solo se siente por personas muy cercanas, como la familia y los buenos amigos. Pero que al mismo tiempo era más intenso, realmente como sentir el amor a primera vista, pero no un amor físico, algo más parecido a un amor espiritual, pude sentir su alma. Nunca antes y nunca después he sentido nada por el estilo. En ese momento no había nada más en el mundo, sentía que le mundo había dejado de girar para siempre. En realidad, él saludo y se volvió a marchar diez segundos más tarde. Sentí que necesitaba un pellizco. Pero no había tiempo para eso porque ahí estaba otra vez, esta vez sin la máscara. Se podía ver su sonrisa a través de la cortina, se estaba divirtiendo saludándonos. Esta vez me las arreglé para no solo mirar con la boca abierta sino para gritar también “¡Michael, Te Quiero!” Él sonrió de nuevo, saludó una vez más, cerró la ventana y entró de nuevo en la habitación.
Mi cerebro saltó de nuevo y recuerdo estar pensando, ¿Por qué una persona como Michael Jackson querría salir a SALUDARNOS desde su ventana? Estoy segura de que tiene muchas otras cosas que hacer, cosas importantes y no hay nada en esto que lo sea, así que ¿POR QUÉ esta empleando su tiempo en hacer eso? Éramos solo niños de escuela, helados, mojados y sin importancia mirandole y gritándole mientras él disfruta de una estancia privada en la habitación del hotel de modo que, ¿Por qué se preocupa por nosotros? ¿Por qué no está enfadado con nosotros por perturbar su vida privada en vez de estar sonriendo felizmente y saludándonos?
Mi cabeza se llenó de todos esos extraños pensamientos y sentimientos. Tuve que marcharme temprano en la tarde para volver a casa en tren y autobús. Así que me despedí de los otros fans. “Hasta mañana”. Aunque nadie sabía si Michael estaría aún allí, planeé volver de nuevo al hotel después de la escuela al día siguiente. Tenía que volver.
Bueno… finalmente ese resultó ser mi ritual diario durante las próximas dos semanas.
Siendo más joven, tenía 17 años entonces, te adaptas rápido a las cosas nuevas. Después de unos días, permanecer en el hotel cada día, ver a los fans, conocer gente nueva, hablar, divertirme, hacer nuevas pancartas para Michael y por supuesto ver a Michael todos los días se convirtió en algo normal. No pasó un día en que no lo viera por la ventana. Era rutina diaria. Normalmente Michael no “hacía” nada, me refiero a las ventanas, por supuesto, hasta el medio día. Lo que era el momento perfecto, tenía que ir al colegio por la mañana y entonces llegaba corriendo al hotel para ver a Michael. Y los fines de semana permanecía allí todo el día. Empecé a sentirme como en una segunda casa con todos los otros fans que conocí y con los que pasé buenos ratos. ¿A quién le importaba que a menudo se nos congelaran las manos o permaneciéramos expuestos a la nieve o a la lluvia durante horas solo para ver una mano?. Solo eso ya merecía la pena. Lo triste es que nadie lo entendía, mis padres o amigos de la escuela se burlaban de mí diciéndome lo estúpido que es pasar las semanas así. Los únicos que sentían lo mismo eran los otros fans. Así, inicialmente unidos, compartiendo el mismo amor por Michael, dueños de los mismos pensamientos irracionales, estando locos y adorando cada minuto. Parecía como si tuviera que suceder, como si simplemente tuviera que ser así. Todo parecía coincidir a la perfección, como si por fin estuviéramos reunidos, Michael y los fans, y esa sensación inmediata de felicidad, de amistad y entendimiento.
Necesitaría un libro completo solo para escribir todos los detalles que sucedieron durante esos días, mientras Michael estaba en Munich en marzo de 1998, pero voy a mencionar algunos de los momentos más memorables.
Como la mayoría de los fans que estaban allí, tuve que “evolucionar”, por así decirlo. De los primeros tres o cuatro días solo recuerdo haberlo visto en la ventana con diversos atuendos, formas, tamaños o sombras. Y cada vez que alguien o algo se movía en una ventana simplemente gritaba, no podía evitarlo, era todo demasiado irreal y supongo que dejar de gritar por todo me ayudó a darme cuenta de ello y de alguna manera a mantener y recordar ese momento.
El temor a que toda esa magia pudiera acabar cualquier día se mantuvo, pero después de un tiempo la mayoría de los fans frenaron un poco, se dieron cuenta de que esto era real y que quizá él podría permanecer allí un tiempo, por lo que debíamos disfrutar de cada momento y no echarlo a perder con tantos gritos.
A partir de ese momento, la mayoría de nosotros saludó y le devolvió la sonrisa, levantamos algunas pancartas, fotos, tarjetas o cartas cuando Michael llegaba a la ventana. Cuando esta estaba abierta, también gritábamos calladamente “¡Te Queremos!” o empezábamos a cantar para él.
“Solo llamé para decir que Te Quiero”, el viejo clásico de Stevie Wonder y muchas otras canciones que remodelamos como nos pareció conveniente para cantárselas luego a Michael. “Solo hemos venido para decirte que te queremos, solo venimos para decirte cuánto nos importas”.
Inmediatamente le gustó más el canto que los gritos.
Una tarde, dos días antes de que Michael dejara Munich, empezamos a cantar muchas de sus canciones lo mejor que pudimos. Bueno, no sonaba demasiado bien y nuestro ritmo para “Billie Jean” estaba más que alejado del sonido real, pero a Michael parecía gustarle y se estaba divirtiendo. De cualquier manera, estuvo sentado en la ventana durante una hora aproximadamente escuchándonos cantar sus canciones. Así que aquí estábamos, actuando para ÉL delante de un hotel. ¿Acaso hay algo más surrealista? En cualquier caso, TODOS disfrutamos mucho haciendo esto juntos. Michael también nos filmó una de la veces desde su ventana y estuvo al teléfono bastante tiempo, de vez en cuando sostenía el teléfono fuera de la ventana para permitir que la persona que se encontraba al otro lado de la línea escuchara nuestra actuación también. Más tarde supinos que estaba hablando con Debbie Rowe que estaba en California en avanzado estado de gestación de Paris por aquel entonces.
Básicamente estábamos comunicados todo el tiempo, Michael escribía notas y las sostenía fuera de la ventana, diciendo “OS QUIERO” o “BUENAS NOCHES”, envió a sus guardaespaldas para recoger regalos o pancartas para él, hizo al anochecer el “espectáculo de luces” para nosotros alguna que otra vez (luces apagadas/encendidas/apagadas/encendidas), e incluso nos mostró a su pequeño hijo Prince por la ventana un par de veces, quién también nos saludó. Lanzó todo tipo de cosas, mensajes que escribía en almohadas, ropa, autógrafos e incluso lanzó una manta en una ocasión en la que escribió “mantenlos calientes” y batas de baño para impedir que nos congeláramos en la noche. Éramos como amigos que se preocupan el uno del otro. No tenía por que preocuparse por nosotros, sin embargo lo hizo.
Parecía que le estábamos haciendo feliz, parecía que le gustaba ser entretenido por nosotros.
Éramos conscientes que la prensa sensacionalista inventaba historias desde hacía mucho tiempo y que Michael era su blanco favorito, así que un día un fan trajo un pancarta que decía “Basta de prensa basura” que Michael consiguió y sostuvo desde la ventana un par de veces. Nosotros, en respuesta gritábamos ““F+’* the press, Michael is the best!” (¡Prensa jódete, Michael es el Mejor!) y Michael siempre mantenía su puño en alto como muestra de su consentimiento.
A Michael también le encantaba cuando el tranvía que pasaba por delante de sus ventanas, justo entre él y nosotros. Algunos de los fans se concentraban para mirar hacia las ventanas y no se daban cuenta de que venía el tranvía y cuando estaba cerca de ellos el conductor del tranvía hacía sonar la campana. Podéis imaginar el sobresalto que nos llevábamos una y otra vez. Por supuesto, Michael se reía como un loco cada vez que esto sucedía.
Un día que jamás olvidaré fue el viernes 27 de marzo de 1998. Los fines de semana, se me permitía quedarme en el hotel hasta muy tarde. Todo estaba tranquilo esa noche, Michael únicamente saludó una o dos veces, pero no llovía y todo el mundo estaba divirtiéndose hablando unos con otros, comiendo, escribiendo alguna carta, simplemente haciendo las cosas que se hacen mientras esperas frente al hotel de Michael. Ya había oscurecido, eran alrededor de las 6.30 pm. Cuando la puerta derecha de madera de la entrada principal del hotel se abrió y salieron unos cuantos hombres. Pasó un tiempo hasta que algunos de los fans se acercaron a echar un vistazo y reconocieron a Michael entre esos hombres, que resultaron ser sus tres guardaespaldas. Era muy complicado ver ya que era de noche y todo el mundo iba vestido de negro, incluido Michael, que también llevaba un sombrero negro, mascarilla y gafas de sol. Caminaron durante una corta distancia en el exterior del hotel hasta que fueron rodeados por fans y gente que pasaban por allí, en total cerca de 35 personas. A pesar de los empujones, Michael permaneció muy calmado y fue amable con todos. Se tomaron fotos y Michael firmó algunos autógrafos y cogió varias cartas. Después de aproximadamente 10 minutos, los guardaespaldas hicieron avanzar a Michael junto con algunos fans de vuelta al interior por puerta por donde acababan de salir.
No sé por qué, pero yo y otros dos fans nos miramos los unos a los otros en el segundo en que Michael desapareció y corrimos tan rápido como pudimos a través de la entrada opuesta al otro lado del hotel. Recuerdo haber recorrido el vestíbulo entero del hotel a través de huéspedes registrándose y un grupo de niños y niñas vestidos para su baile de la escuela esa noche. Después de conseguir atravesar aquella multitud, llegamos a la escalera que llevaba hasta las suites, donde Michael se alojaba y todavía estaba allí, de pie, tal vez en el octavo escalón. Debajo de él sus tres guardaespaldas, Wayne, Skipper y uno con el pelo canoso y cuyo nombre he olvidado. Frente a la escalera se encontraban cerca de 15 fans.
Una vez más, Michael permanecía muy tranquilo y abiertamente aceptó regalos y firmó fotografías y postales que la gente le entregaba. Llevaba la revista Black & White conmigo en la que aparece una preciosa foto de él sosteniendo a su pequeño Prince. Saqué la revista y se la di a Skipper, que se la pasó a Michael, este miró la foto y sonrió bajo su máscara (se podía entrever ya que la parte inferior de la mascara estaba suelta). Después de firmarla, Wayne estaba un poco confundido y no sabía a quién pertenecía la foto. Le dije ¡es mía, es mía! Pero por alguna razón no me creyó, no sé por qué. Tras un rato gritándole a Skipper finalmente se dio la vuelta, cogió la foto firmada y me la devolvió. Me sentí tan aliviada. Grité “gracias” a Michael que estaba mirándome, o al menos mirando en mi dirección (no podía verlo claramente por sus gafas) y me alzó su pulgar. Un minuto después, se les permitió a dos niñas y un niño subir junto a Michael para abrazarlo y llevarse su autógrafo también. Incluso hablaron con él durante unos segundos.
Finalmente, tras otros diez minutos, Michael se dirigió hacia arriba muy despacio, alzando sus manos y poniéndolas juntas como gesto de agradecimiento. Todos gritamos “Te queremos” y “Gracias” una vez más y luego él lentamente subió por las escaleras. A medida que comenzaba a moverse todos aplaudimos y empezamos a gritar “F+&* the press, Michael is the best” (Prensa jódete, Michael es el mejor) de nuevo. Michael nos miró una vez más, aprobando nuestro gesto asintiendo con la cabeza y lanzando besos. Podías verlo subir por las escaleras mientras seguía saludando hacia abajo y alzando sus pulgares.
Tras su desaparición, nos quedamos todos allí un rato sin llegar a entender lo que acababa de suceder.
Cuando algunos empleados del hotel nos pidieron que saliéramos, continuamos hablando, sonriendo o llorando fuera, en frente de ese hotel ahora tan familiar. De vez en cuando alguien gritaba “Gracias” hacia LAS ventanas.
Nos esforzamos por comprender todo lo que acabábamos de presenciar; ÉL bajó para encontrarse con nosotros ¿Por qué? No lo sabíamos. Pensar en ello era simplemente abrumador. Michael debe sentir un amor tan grande por la gente, especialmente por sus fans que quería saludarlos personalmente, dar las gracias y devolverles un poco de ese amor. No solo apreció estar con nosotros allí dos semanas enteras, parecía que necesitaba el amor que los fans le mostraban. Simplemente increíble.
Mientras pensaba en todo eso, se hizo muy tarde. ¿De todos modos, quién iba a estar pendiente del tiempo después lo que acababa de pasar? Así que perdí mi último tren.
Por suerte, una amiga que vive en Munich me ofreció quedarme con ella esa noche, así que llamé a casa y mis padres estuvieron de acuerdo en que me quedara a pasar la noche.
Ya debían ser las 2 o las 3am de la noche, solo quedábamos unos cinco fans allí, cuando de repente se abrió una ventana y una toalla voló hasta la calle. No recuerdo el texto completo, pero había una frase escrita: “Nos vemos mañana en el circo, buenas noches”.
Desconcertados por lo que Michael nos había dicho, pero suponiendo que quería que fuéramos allí, de lo contrario no nos lo hubiera dicho, en primer lugar, gritamos hacia las ventanas preguntando: “¿Qué circo, Michael?” Tras unos pocos gritos abrió la ventana, solo para cerrarla de nuevo después de estar unos segundos saludando y sonriendo. Entonces, apagó la luz. Bueno, esa era la señal de que quería dormir, de modo que así lo hicimos, pero ¿Cómo debíamos saber a que circo se refería Michael y cuándo iba a ir?
Con todas esas preguntas en la mente no pudimos dormir ni un minuto de esa noche. Así que después de hablar y tratar de averiguar lo que había querido decir, volvimos al hotel alrededor de las 8 de la mañana.
De camino pillamos algo de comer del McDonals, para llevar, por supuesto. Realmente nos daba mucho miedo perdernos algo en el hotel, como siempre.
Mientras comíamos nuestras rosquillas de repente vino a nosotros: el único circo permanente en Munich es el “Zirkus Krone”. Tiene una larga historia y es uno de los circos más antiguos y más grandes de Europa. Parecía obvio que Michael se refería a ese circo. Fuimos a un punto de venta de entradas y verificamos las horas de las representaciones del “Zirkus Krone” de ese sábado. Tenían dos espectáculos, uno a las 3 de la tarde y otro a las 8. Así que, ahora la cuestión era a que pase iba a ir Michael, SI en realidad se refería a ese circo, cosa que no sabíamos a ciencia cierta.
De vuelta al hotel nos encontramos con otros fans y les comentamos el “problema del circo”. El reloj ya marcaba las 14.30 y todavía no había señal de que Michael fuera a salir o a hacer cualquier otra cosa. Teníamos que tomar una decisión si queríamos llegar a tiempo para la representación en el circo. A llegar allí alrededor de las 14:50 corrimos hacia un portero y le preguntamos si Michael Jackson ya había llegado. Él solo nos miró, sonrió e hizo un gesto como si estuviéramos chiflados por preguntar una cosa así. Parecía que todavía no estaba allí. El espectáculo debía comenzar en cinco minutos y seguía sin haber señales de las furgonetas de Michael. Sin embargo, improvisadamente, compramos las entradas y entramos. El circo empezó. Echamos un vistazo tratando de encontrar a Michael escondido en alguna parte. Después de un rato divisamos a una persona sentada en la tercera fila con un sombrero. Solo podíamos verlo de espaldas. Lo debatimos y finalmente estábamos seguros: ¡Tenía que ser Michael! Ya estábamos planeando como llegar hasta allí para estar más cerca de él, cuando por fin la luz se encendió y un grupo de personas bajó precipitadamente las escaleras unos dos bloques de asientos a la izquierda de donde estábamos sentados. Pudimos ver a los guardaespaldas, unas cuantas personas y a Michael. Entonces, ¿Qué pasa con nuestro sospechoso del sombrero de la fila tres? Bueno… “él” resultó ser una anciana.
Como de costumbre, Michael llegó demasiado tarde, deberíamos haberlo previsto. Como invitado especial, sentaron a Michael y a todo su séquito en un palco reservado para los propietarios del circo, situado a unos 30 metros a la izquierda de nuestros asientos. Ahora todo el circo estaba observándole, la gente comenzó a hablar, gritar y tomar fotos. Nos desplazamos hacia abajo unos cuantas escaleras para estar lo más cerca posible, saludando y gritando “Te queremos” mientras lanzábamos besos como locos, hasta que nos dimos cuenta de que era a nosotros a quién miraba ahora todo el circo. Mientras todo el público se calmaba de nuevo volvimos a nuestros asientos también. No podíamos dejar de mirar a Michael, aunque, llevaba el sombrero y la mascarilla, no llevaba gafas esta vez. Miro hacia nuestro lado y le devolvimos el saludo unas cuantas veces. Después de unos minutos más y las constantes invitaciones al silencio del “jefe de pista” del circo, el espectáculo por fin se reanudó. Pero eso fue solo hasta que Michael levantó una tela y mostro la cara de su pequeño hijo Prince. Él estaba sentado en su regazo chupando con toda tranquilidad su biberón. Ahora, todo el circo aplaudía al pequeño Prince. Finalmente la atención del público se desvío de nuevo hacia el espectáculo. No podría decir que es lo que pasó en los primeros minutos del show, pues estaba demasiado ocupada mirando a Michael. Pero si recuerdo a unos estupendos trapecistas, a quiénes Michael aplaudió con entusiasmo. Ya que Michael llegó tan tarde, el espectáculo duró solo otros 20 minutos hasta el intermedio, en el que Michael se apresuró a salir fuera de nuevo. No le seguimos. Más tarde nos enteramos de que fue a una habitación privada donde habló y se tomó fotos con los dueños del circo. Tras el descanso, Michael, es posible que lo adivinen, regresó un poco tarde. En número de los leones ya había comenzado. El alboroto causado por Michael al volver a entrar en el circo puso a los leones un poco nerviosos, saltaban contra la valla y rugían con ira. El entrenador incluso tuvo que salir de la jaula durante un momento. Se pidió a la audiencia que se tranquilizara de nuevo, para que el espectáculo pudiera continuar sin que nadie fuera comido.
En resumidas cuentas, Michael disfrutó del espectáculo y nosotros también.
Justo antes del final nos dirigimos hacia la salida principal donde vimos a Michael caminar y pasar por detrás de la furgoneta unos minutos más tarde.
De vuelta al hotel compartimos la experiencia del circo con otros fans que acababan de llegar.
Para entonces, no era completamente consciente, pero allí había mucho fans de todo el mundo que habían viajado a Munich durante estas tres semanas para ver a Michael, era increíble. Vi a gente de Inglaterra, Holanda, Francia, República Checa, Austria, Suiza, España, Italia y muchos otros países. Este es probablemente uno de los más grandiosos logros de Michael, reunir a gente tan diversa, procedentes de diferentes países, religiones, color de piel o edad. Todos unidos en este sentido común de amor, su amor.
Dos días más tarde, Michael dejó Munich para volar de regreso a California, justo a tiempo para estar allí para el nacimiento de su preciosa hija Paris.
Se había ido, pero dejó algunas cosas en Munich, algunas solo de forma temporal, algunas para quedarse para siempre. Por nombrar solo unas pocas, Michael dejó el hotel Bayerisches Hot escaso en número de toallas, albornoces y almohadas, unas cuantas cortinas ligeramente rasgadas y la pared del garaje repleta de escritos y mensajes de amor de los fans a Michael.
Los fans dejaron sus mensajes por todo el lugar, los antiguos bancos, antes verdes, frente al hotel ahora estaban impregnados en tinta de color negro. El prado frente a las ventanas del hotel tenía ahora pequeños puntos aplastados que habían servido de cama para los fans durante la estancia de Michael. Los perros fueron duramente reprendidos cuando trataban de hacer sus necesidades allí. Los taxistas esperando en fila en frente del hotel, justo debajo de las ventanas de Michael, podían relajarse de nuevo. Ya no tenían que temer ningún ataque “manzana” desde arriba. Michael solía envolver una manzana dentro de algunos mensajes en las toallas para que tuvieran más consistencia al tirarlos por la ventana. Algunos de ellos golpeaban el techo de los taxis de vez en cuando, cosa que provocaba que cerca de 20 fans saltaran encima de este luchando por la toalla.
El trabajo de los conductores del tranvía volvió a la normalidad también, al igual que mi vida. Por lo menos eso parecía. No más esperar de pie en frente de un hotel todos los días después de la escuela, no más gritos, congelarse o dibujar pancartas durante todo el día, no más emoción, no más Michael.
Pero él me cambió para siempre. Nos dejó a todos un regalo muy especial que durará el resto de nuestras vidas, una gran cantidad de amor y amistad. En estas semanas conocí a muchas personas estupendas, entre los que se encuentran los mejores amigos que pudiera imaginar. Después de 1998 hemos viajado juntos por todo el mundo para ver a Michael, conocer gente nueva, nuevos lugares, sentir emociones increíbles, correr por las calles de la ciudad detrás de sus coches, coger vueltos, perder autobuses, agitar banderas, cantar canciones, bailar, dormir en la calle, compartir una habitación doble con seis personas y algunas cucarachas, ir a las salas de audiencias… reímos, lloramos, a veces al mismo tiempo… pero todas esas historias son suyas. Una gran cantidad de increíbles, locos, tristes y divertidos recuerdos que ya podrían llenar toda una vida, pero aún así me hubiera gustado tener más.
Llevaré en mi corazón los últimos 12 años para siempre y estaré eternamente agradecida a Michael por hacer de mi quién soy y por ofrecerme los mejores momentos de mi vida. Esos momentos se quedarán conmigo para siempre, ÉL estará conmigo para siempre. Así como el regalo más hermoso que me dejó, mis mejores amigos.
En este sentido, me gustaría dedicar esta historia a esos mejores amigos y a Michael, por supuesto.
“¡A todas las aventuras que aún nos quedan por delante, a Michael que siempre estará con nosotros, al futuro, al amor y a la vida!
¡GRACIAS, SABES QUE LO HICISTE!