Me alegro de que las historias estén gustando, os dejo otra:
MI ENCUENTRO CON MICHAEL
por Dagmar Herrmann, Alemania
Comenzó en Londres. Para ser exactos, en el viaje desde Londres a Exeter en el Coche Real. Allí, el 14 de junio de 2002 entregué mi paquete a Uri Geller, envuelto en un papel de rosas rojas (inspirada por Carla) con todo tipo de cosas y la más importante: mi Art Work Book (cuaderno de trabajos de arte) con mis pinturas, dibujos y un collage de trabajos artísticos dedicados a Michael.
Después de una estancia inolvidable (Michael “subió al autobús”) en Londres regresé a casa el domingo, mientras que Michael y muchos otros fans todavía se quedaron allí. El lunes, recibí una llamada de nuestra querida Claudia (otro agradecimiento especial para ella), quién me informó de que Michael había enviado a su asistente para esperar a una cierta Dagmar Herrmann, a mí, delante del hotel “Renaissance”.
De este modo, el contacto era entre Mike y yo, no Michael, sino su “leal Eckhard”. Envié fotos de mis obras terminadas para que él las viera, para saber si serían bien recibidas ante los ojos del “Todopoderoso”. En ese caso, yo sería bienvenida para entregarlos en la próxima ocasión. Bueno, no quiero ir tan lejos como para decir que era una cuestión de vida o muerte, pero su decisión influiría sin lugar a dudas en mi destino de alguna manera.. Después, fui informada de que si, habían dado su aprobación y, si, incluso el propio Michael estaba muy impresionado. ¡OH DIOS MIO!
¡Berlín era la gran oportunidad, por supuesto! ¿Alguien tiene la suficiente imaginación como para imaginar lo que se movía dentro de mí cuando empecé el viaje? A mi lado, el maravilloso hombre de mi vida para apoyarme moralmente y ayudarme con la organización, así como dos grandes bolsas de plástico en cuyo interior se encontraban las valiosas piezas, que esperaba, pudieran abrirme las puertas del paraíso, y que por ahora debían esperar pacientemente a su presentación, igual que yo, y también todas las demás cosas que se necesitan para viajar. Llegamos a nuestro destino sin que nadie resultara herido de gravedad, incluyéndonos a nosotros mismos, todos sanos y salvos.
Una vez Michael y su gente se establecieron en el hotel Adlon, esperé un tiempo prudencial de descanso para ponerme en contacto con Mike, quién me citó enfrente del hotel el miércoles entre el medio día y las 14.00h para recogerme a mí y a mis bártulos. Como todo el mundo que estaba presente conoce, hacía un frío que pela, y casi me congelo el trasero mientras esperaba dos horas y media para entrar – en vano. No pasó nada absolutamente hasta que un portavoz de la policía exclamó el catastrófico mensaje: “Chicos, podéis marcharos a casa, Michael Jackson acaba de salir por la puerta de atrás del hotel”.
Perdí toda esperanza, la punta de mis dedos casi congelada era solo un pequeño problema. Me metí en un taxi y volví a mi hotel, subí con dificultad las escaleras como si mis piernas pesaran como el plomo, me dejé caer en la cama y lloré, lloré y lloré. ¡Era el fin del mundo!!
No obstante, todavía estaba este ser humano maravilloso, el verdadero patrón de Daggi quien con emotivas y alentadoras palabras de nuevo me levantó y básicamente me ordenó llamar al “verdadero Ekhard” Mike a través del teléfono del hotel para preguntar otra vez por qué me habían dejado plantada. ¡Todo estaba bien! Michael solamente quería visitar el zoo de Berlín con sus hijos mayores mientras todavía había luz, por lo tanto ahora estaba junto a los monos y las jirafas, pero de ninguna manera había olvidado a DaggI y a sus pinturas.
Así que tenía otra oportunidad. Me dirigí al mismo lugar en la próxima media hora. Como no quería volver a exponer la ya afectada yema de mis dedos a las bajas temperaturas, a mi llegada al hotel me dirigí directamente a un empleado de la recepción, a quién ya había descrito mi incómoda situación cuando Michael salió pitando sin decir una palabra, ni a mí ni a los demás. Este chico, un ser humano muy servicial, me dio permiso para esperar a Mike en vestíbulo.
¡Ja Ja amigos! En realidad la historia entera lleva mucho mas tiempo de contar, si les contara como lo pasé en el vestíbulo… Hombres, mujeres y niños, ¡Simplemente fabuloso! Ey, uno puede ciertamente entender porqué la gente rica y las personas importantes no quieren relacionarse con la miserable y primitiva gente de los pueblos pequeños. El capuchino costó 6€, pero valía la pena. Vino con cosas exquisitas, a lo que uno se refiere comúnmente como “galletitas”. El camarero que directamente tenía que hacer frente al hecho de que este no era mi rango de precios, no hizo ninguna mueca, ni siquiera pestañeó, un verdadero profesional. Después incluso me obsequio con una sonrisa de comprensión, casi sentía que pertenecía allí. *g*
Sin embargo, en realidad luego no queréis saber estos detalles. Vamos a lo importante. Y ahora que es cuando hay que celebrar y mi corazón se siente extraño. Tengo que tomar un pequeño descanso para secar mis lágrimas.
Pasó un corto espacio de tiempo, entonces vi a Mike viniendo hacia mí. “Hola, Dagmar”, la forma en que pronunció “Dagmar” fue simplemente perfecta. “Hola, Mike”. “¿Tienes tus pinturas?” ¡Que pregunta! Mientras tanto unas rápidas palabras referentes a mi estado mental. No lo vais a creer pero después de todo el entusiasmo y la catastrófica decepción estaba muy tranquila, totalmente calmada, como si me hubiera tomado por lo menos dos Valium. Por lo tanto no fui a tropezones detrás de Michael, iba muy erguida y serena como si todos los días entregara dos cuadros en la suite de Michael Jackson.
Subimos hacia arriba en el ascensor era el… ¿tercer piso? Caminamos por un pasillo que ahora, después de todo, se me hacía interminable. Pude ver a algunas personas de la seguridad, así que no tuve ninguna duda de que era allí mismo. Michael llevó una de mis pinturas, “Popmozart”, a la suite; cuando lo desempaqueté y se lo dí el dijo: “Wow”. Eso, por supuesto, me hizo sentir bien y luego tuve que esperar otra vez. Sí, todavía fuera, en el pasillo. Y duró al menos un cuarto de hora.
Mientras tanto, los guardaespaldas y el personal del hotel pasaban por delante de mí, una de las veces vi a Karen Faye saliendo de la habitación de Michael y escuché las fuertes risas y los gritos de los niños. “Estos no son los nuestros” dijo un guardaespaldas. Por lo tanto, me imaginé que otros niños estaban todavía en la suite, que fue una suposición correcta. De repente, la puerta se abrió y una pareja de alemanes salió con dos niños muy rubios. Pasaron por delante de mí como si acabaran de ver al Niño Jesús, quizá había sido así realmente. Resultó que se trataba de la familia Wolf de Meissen, víctimas de las catastróficas inundaciones en el este de Alemania.
Bien, ahora llegaba mi turno. Mike me hizo señas para que me acercara. Después de entrar en la habitación tuve que esperar de nuevo en una especie de antesala desde donde ya se podía vislumbrar una de las habitaciones. Vi una chaqueta de Michael, a la que yo siempre llamaba la chaqueta del predicador errante, que casualmente arrojó sobre la mesa. De pronto, desde la puerta de al lado, pude escuchar las notas maravillosamente entonadas de un piano, era algo clásico, barroco, supuse que se trataba de Gershwin. Me quedé sorprendida y preguntándome si Michael podía tocar el piano de una forma tan brillante. Todavía no lo sé, tenía la intención de preguntar, pero no fue así. De pronto un enano muy dulce con la cabeza sumamente levantada pasó por delante de mí y me echó un vistazo cuando le dije “Hola” antes de colocar su pequeña cabeza rubia en la puerta del pasillo. Michael inmediatamente lo ahuyentó y lo envió de nuevo al interior habitación. Bueno, podéis adivinarlo, no se trataba de nadie más que de Prince, el heredero al trono – y yo no le había hecho ninguna reverencia formal.
Hasta ahora no había oído una palabra de Michael, escuché varias voces hablando y a los niños jugueteando en voz alta, se reían y gritaban con un hombre que, evidentemente, estaba jugando a algún alocado juego con ellos, pero cuya voz no pertenecía a Michael. Pero de repente, mi corazón casi dejó de latir al escucharle hablando con Mike. Lamentablemente, me fue imposible entender de qué estaban hablando. Tal vez mis sentidos de alguna manera ya no funcionaban correctamente. Pero era obvio que se trataba de mí: “¿Quién es el siguiente, Mike? Sonaba un poco resignado y Mike respondió: “¡Ahora viene la artista!”
¡Dios mío! Mike abrió la puerta y asintiendo con la cabeza me dio a entender que debía entrar. ¡EL GRAN MOMENTO!
¡Estaba entrando a su dormitorio! Con mucho gusto me habría dado la vuelta y me hubiera marchado porque raras veces me he sentido tan mal y tan invasora franqueando la verdadera intimidad de otra persona. Me di cuenta tan repentinamente que esto obstaculizó mi paso. Me quedé clavada al suelo. A mi derecha, frente a la cama, Prince y Paris jugaban con un hombre a algún juego de construcción o algo por el estilo. Pude absorber todo con una enorme claridad, los niños eran encantadores como muñecos, era una visión preciosa.
La habitación estaba en penumbra, las cortinas estaban cerradas, la luz procedía de las lámparas de las mesitas de noche así como de alguna otra luz indirecta. Michael descansaba semi-sentado en la cama. Llevaba puesta la parte superior de un pijama o una chaqueta de estar por casa, de cualquier manera, llevaba rayas rojas y negras. Me las arreglé para desplazarme algunos pasos y colocarme más cerca de él, para poder por lo menos apoyar mis bolsas con las pinturas contra las patas de la cama. Ahora ahí estaba yo, nuevamente SIN PALABRAS (speechless). Bueno, sí, creo que había dicho “hola” al entrar, pero eso fue todo. Su mirada era penetrante, penetrante, si, me observaba de una forma que no era ni amistosa ni hostil. A pesar de eso le devolví la mirada, aún en silencio. Entonces me ayudó terminar con la incómoda situación cuando levantó las manos como en un saludo hindú. Que alivio, le contesté de la misma manera y al mismo tiempo inclinándome en una reverencia.
Ahora que el hielo se había roto y tras las dificultades iniciales con mi inglés, dije: “me llamo…”, “¿debería llamarle Sr. Jackson o…?”, Michael amablemente respondió: “Llámame Michael”. Hablé sobre como llegué allí, sobre Londres, el cuadernos con mis trabajos, “has escogido obras de tesis, ahora estoy aquí para entregarlos…” bla bla bla. El cuadro “Popmozart” estaba a su lado en la cama de matrimonio y dije: “ya la has visto”. Entonces le expliqué lo que quería expresar con el, “compararte con la genialidad de Mozart en el campo de la música pop”. Ya más animado él dijo: “¡Oh, gracias!”. Continué contándole más sobre el cuadro. Él preguntó: “¿óleo o acrílico?” – “óleo”. Entonces: “¿Puedo mostrarte el siguiente?” – “¡Por supuesto!” dijo él con una enfática acentuación, eso estaba mucho mejor. ¡Mi corazón dio un pequeño salto! Oh Dios mío, ahora tenía que quitarle a la pieza (hay que considerar sus dimensiones 60 x 70 cm) la bolsa de plástico y el papel de regalo sobre el que estaba envuelta – rasgando-rasgando – y lanzar los papeles al suelo. Mientras hacía esto puede maravillarme echando un vistazo a los pies de Michael, sus calcetines blancos acanalados y las zapatillas totalmente desgastadas que llevaba. lol
Hecho. Sostuve la pintura delante de su nariz de bellas proporciones, aunque, como todo el mundo sabe, muy delgada. En fin, todo estaba saliendo a pedir de boca. Ahora, todavía no puedo creerlo, se incorporó en la cama en posición vertical y dijo un entusiasta “¡COOL!”, Michael murmuró “Invincible”, la pintura se llama “Invincible – Michael in Knight’s Armour”.
Curiosa y aparentemente alentado por la emoción de su “jefe” (?), el inquietante hombre que había estado sentado en el suelo con los niños hasta el momento, ahora también se alzó y comenzó a alabarme: “¡Fantástico, maravilloso! ¿Cuánto tiempo has trabajado en él?” Yo le contesté con sinceridad: “Cuatro meses en ambos”. Si, es casi increíble, pero nada podía debilitarme en ese momento.
Afortunadamente, mientras desenvolvía, mis cuadernos de trabajo actualizados volvieron a mi mente. Los saqué diciendo “uno es para ti y por favor, autografíame el otro” – “por supuesto”. Michael sacó su rotulador y comenzó a escribir con elegancia, luego se detuvo y preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” Bueno, yo ya se lo había dicho, pero pensé en hacerlo más fácil esta vez y contesté: “Por favor escribe simplemente DAGGI”. Michael comenzó a escribir, levantó la cabeza y dijo: “¿Dawgi? (como “saw”), “no, Daggi, D a g g i”. Lo intentamos dos o tres veces con la fonética, él incluso puso su dedo en la laringe mientras decía “oh” y en el esternón mientras decía “ah” con el fin de encontrar el sonido correcto (eso era digno de una película, sin embargo fue muy dulce que tratara de esforzarse), pero en ese momento el pequeño accidente ya había ocurrido.
Lo vi más tarde, Michael me había renombrado como “Dawwgi”. Es la forma en que ahora está escrito en mi Art Work Book para el resto de los tiempos: “Con cariño de Michael Jackson para Dawwgi”, que mono ¿no?
La presentación de mis cuadros, debido a que previamente se me había concedido una audiencia, en realidad había terminado. Ahora tenía que acabar con mis misiones, sin embargo la situación era demasiado íntima y delicada. Así que me era imposible incomodar a Michael con algunos lamentos o deseos que otros me habían dado para transmitirle, especialmente desde que Mike me había dicho al principio: “Solo unos minutos”. Estos se habían prolongado mucho tiempo, todavía no podría evaluarlos en absoluto, ya he mencionado la pérdida de mis sentidos…
Me las arreglaría para tartamudear si se me permitiera abrir un par de regalos. Con estas palabras le di el video-cassette de Mirko con algunas palabras explicativas. Entonces le pregunté si podía poner mis pequeños regalos, “chocolates para los niños” y una caja de bombones envuelta en papel dorado y con un lazo de organza azul, “especialmente para la Señora que está al cuidado de tus niños”, en la mesita de noche. “Oh, sí, por supuesto, gracias, eso es muy dulce, muy dulce”. Él pronunció estas palabras mientras estaba apilando las cosas allí.
Ahora había llegado el momento de despedirme. Ni siquiera lo había tocado, solo quería escabullirme discretamente, retrocediendo uno o dos pasos sin darme la vuelta – justo como lo haríamos ante verdaderos reyes, cuando sucedió algo increíble que jamás hubiera esperado. Se puso en pie con una incomparable clase y estilo. Yo me preguntaba todo el tiempo en que vídeo clip o dónde lo había visto moverse de esa forma. Estaba casi flotando sobre su lugar de descanso de un modo en el que nunca he visto permanecer a un ser humano… y me abrazó. (Ahora me toca llorar a mí. Secándome las lágrimas…)
No fue un abrazo fugaz, fue tierno. Indescriptiblemente cálido y hogareño – no puedo expresar con palabras algo mejor – y olía muy bien, como a miel o a pastel de miel. No sé de que otra manera describirlo. Siempre había pensado que sería más alta que él, pero mi pecho estaba contra su pecho y entonces le susurré: “Michael, te queremos, nunca te dejaremos”.
Debería bastar con esto, porque me es imposible describirlo con palabras. Entonces salí de la habitación con normalidad, es decir, cogiendo las bolsas, deslizando el papel en las manos de mi querido y jubiloso Mike, volviéndome hacia Michael y dejando la habitación mientras los niños encantados llamaban en pos de mi al unísono: “Eres hermosa, maravillosa, increíble, te queremos tanto” (un canto a los fans que continuadamente empezaban a cantar debajo de la ventana del hotel de Michael). Me las apañé para girarme en su dirección, hacer el signo de la paz y decirles “También os quiero”. Con esto, la “audiencia” llegó a su fin y yo estaba de nuevo en la vida real.
El maravilloso y amable Mike me dijo: “Gracias, Dagmar”. No sé como llegué abajo otra vez, de todos modos, salí del hotel y miré los rostros de la multitud que estaba esperando – era como un sueño.