Operación Luna: mitad realidad, mitad ficción
"Como todos saben, en el 1969 se materializó el deseo onírico de la humanidad de hollar la luna con pisadas humanas. Así mismo, en torno a este fenómeno se dispararon rumores que ponían en duda la veracidad de las imágenes que fueron mostradas al mundo alegando que eran falsas, o estaban trucadas. Estó propició que se llegase a dudar de si realmente se realizó tal viaje.
Aunque todos sabemos que la pregunta será siempre más seductora que una respuesta (sea cual sea), aquí os ofrezco la que se ha destapado últimamente.
En 1975 el gran Stanley Kubrick estrena Barry Lindon, una película cuya acción transcurre en el siglo XVIII y que, entre otras cualidades, deslumbra al mundo por, entre otras cosas, la fidelidad con que capta el efecto de la luz de las velas en las estancias cerradas, recreando a la perfección la atmósfera de la época.
Este efecto fue uno de los principales rompecabezas de Kubrick durante el rodaje de la película, pues para que la cámara llegase a captarlo necesitaba de lentes muy complejas, cada vez probaba con lentes más y más rápidas sin llegar a conseguir el resultado deseado. Entonces, Kubrick leyó en una revista científica que la NASA disponía de la lente que él estaba buscando. ¿Por qué la NASA accedió a dejar a Stanley Kubrick una lente de valor de varios de millones de dólares, capaz de filmar los satélites espías en la oscuridad más absoluta?
El 1 de enero de 2001, Christian Kubrick encuentra entre los papeles de su padre un documento bajo membrete de la Casa Blanca con el tamponazo de TOP SECRET impreso en su portada.
Por otra parte, casi diez años antes, Estados Unidos de America estaba sumada en la decepción. En su particular pulso de la guerra fría, los soviéticos habían ganado en Corea, en Berlín y en Cuba; además, la URSS habían sido los primeros en colocar a un hombre en el espacio. Fue entonces cuando el presidente Kennedy promete al pueblo americano que USA será la primera nación en colocar un hombre en la Luna.
El país hierve de entusiasmo y los americanos contratan los servicios del científico alemán Werner Von Braun, el revolucionario inventor de los misiles nazis V1 y V2 que tan amargos recuerdos traen a los veteranos ingleses. Los soviéticos encargan el proyecto a Sergei Corolev, que en relativo poco tiempo tiene lista la plataforma de despegue y un proyecto sólido para llevar hombres a la Luna.
A pesar de las inversiones económicas que se aportaron para el proyecto Apollo, los soviéticos avanzaban mucho más deprisa que los norteamericanos y, a finales de 1966, la Casa Blanca recibe nota de que la URSS estaran preparados para alunizar en un periodo breve de tiempo. Un par de meses más tarde, muere Sergei Corolev durante una simple operación de extirpación de amígdalas y el proyecto de la URSS recibe un importante revés. Los rumores de sabotaje se extienden como un reguero de pólvora, aunque son sistemáticamente negados por los norteamericanos.
Aún así, la URSS planea llevar a cabo el alunizaje para la celebración de los 50 años de la Revolución de Octubre de 1917. Sin embargo, el 3 de julio de 1967, explota el cohete destruyendo la plataforma de lanzamiento y arruinando el proyecto. EEUU tiene camino libre.
En un principio, los cohetes del proyecto Apollo no estaban diseñados para llevar pasajeros a bordo, y mucho menos para alunizar. No era más que el primer paso de la Guerra de las Galaxias que se ha popularizado últimamente con el caso del escudo antimisiles durante la era Bush. No se puede negar, que la inyección económica que supuso la carrera por la Luna le dio un importante impulso a toda esta clase de proyectos que, de otro modo, no huviesen obtenido la aprobación de la opinión pública (absolutamente necesaria en el modelo político norteamericano). Para llegar a la Luna, todo el mundo dijo SÍ a todo. Sirva de ejemplo que el personal de la NASA pasó de 30.000 a 400.000 empleados.
Nixon, entonces presidente de la Casa Blanca, se encontraba agobiado por el problema de Vietnam y por la idea de que los soviéticos habían relanzado el programa espacial y alunizarían en cuestión de meses. Los técnicos de la NASA dicen que no están preparados del todo, que podrían colocar a un hombre en la Luna, pero que no podían asegurar que hubiese filmaciones. Nixon no acepta este último punto. El mundo debía ver como EEUU colocaba un hombre en la Luna antes que nadie.
Se reune el consejo de la Casa Blanca. Entre ellos, Donald Rumsfeld, que da la idea de realizar la filmación en un estudio y mostrar esas imágenes al mundo. En un principio, nadie aprueba la idea, no se creían que nadie pudiese tragarse una superchería de ese calibre. En todo caso, se necesitaría alguien para llevar a cabo el proyecto. Rumsfeld sugiere la idea de Kubrick. Se podían aprobechar los decorados aun sin desmontar de 2001.
Nixon dice: “Señores, tienen menos de dos semanas para prepararlo todo.”
Para el equipo de filmación se escogen cuidadosamente a técnicos de la CIA, sin familia y bajo promesa de no revelar nada. El trabajo es supervisado por Kubrick.
Dimitri Muffey, miembro de la CIA que trabajó durante 15 años para la KGB declaró los pormenores de la falsedad de las imágenes que se emitieron por todo el mundo. Según Kuffey, la cámara que llevaron los astronautas a la Luna era una Hasselblack 500 con pocas modificaciones sobre el diseño original. Las extremas temperaturas de la Luna, que varían desde los 55 ºC a la luz del sol y bajan hasta los 100 ºC bajo cero a la sombra, hubiesen destruido la película. A más de 50 ºC se producen unos cambios químicos en las emulsiones fotográficas, se dilatan las partes mecánicas de la cámara y se afloja la lente. El frío extremo inutiliza las baterías y el exposímetro y congelaría la película que, a 60 ºC bajo cero, se haría añicos como un cristal. Los rayos X del Sol velarían la película y los ultravioletas destruirían los colores que, en la filmación que se ofreció, son perfectos.
La mítica foto de la huella en la superficie lunar, según Muffey, también es falsa. Un astronauta, con todo el equipo a cuestas, pesaría en la Tierra unos 140 quilos, en la luna, con la baja gravedad se traduciría en 30 quilos. Sería imposible realizar una huella de esa profundidad aunque se hiciese sobre una superficie de polvos de talco; sobretodo, teniendo en cuenta que en la Luna no hay agua.
Según declaraciones del exmiembro de la CIA Ambrose Chapel, los técnicos que participaron del rodaje en el estudio fueron bien pagados, obsequiados con nuevas identidades y con órdenes de desaparecer para siempre. Alguien de la Casa Blanca le sugiere al presidente Nixon que las palabras “desaparecer para siempre” deberían significar exactamente eso. Pues siempre se correría el peligro de que se destapase el escándalo.
Nixon, en un principio, no acepta, pero, después de darle muchas vueltas y beber un par de copas, firma la orden de eliminación de los técnicos, que se habían repartido por todo el mundo. Al día siguiente, se arrepiente de la decisión tomada y ya es demasiado tarde. La maquinaria se había puesto en marcha a manos del coronel George Capland, que se hace ilocalizable en el transcurso de su misión. El asunto se fue de las manos.
Una vez la operación ya es imparable, Nixon no escatima medios. 150.000 hombres y la mitad de la 6ª flota van a buscar a los fugitivos (la mitad que al término de la Guerra del Golfo a la captura de Sadam Hussein).
El técnico de sonido, Andy Rogers, muere abrasado vivo en un accidente de coche. El ayudante de dirección, Jim Go, aparece ahogado en la piscina de su jardín. El regidor, Vince Brown, fue encontrado en la Patagonia cortado a trocitos, la policía declaró que se trató de un suicidio. El diseñador de decorados, Bob Stain, permanece escondido en una escuela judía durante 10 años; muere a manos de unos gamberros que le propinan una paliza una noche por la calle.
Tras la dimisión de Nixon por el escándalo Watergate, su sucesor en la Casa Blanca vuelve a poner en marcha la maquinaria.
Por aquel entonces, Kubrick pide prestada la lente que necesita para rodar Barry Lindon a la NASA. Se desconoce si se la dejaron por miedo a la posibilidad de que Kubrick hablara o si amenazó con ello, lo que es cierto es que sus teléfonos fueron intervenidos y el correo interceptado. Entonces decide encerrarse en su mansión de las afueras de Londres (desde donde rodó, a partir de entonces, todas sus películas) y de la que no salió hasta su muerte.
Durante la investigación que sobre este tema realizó la cadena francesa ARTE France (2002), se interrogó al general Vernon Walters, de la CIA. Este, tras algunas preguntas comprometedoras, los citó para el día siguiente, que se presentasen sin cámara y solo con papel y boli, que les revelaría detalles interesantes. Al día siguiente apareció muerto de un ataque al corazón. Los periodistas que hablaron con él el día anterior hicieron notar que parecía gozar de buena salud.
Los datos aquí expuestos están extraídos del documental “Operación Luna”, dirigido por William Karel y es propiedad de ARTE France con copyrigth del 2002.
Algunos os preguntareis por qué sale esto ahora. Pues bien, algunos secretos de estado tienen una vigencia determinada como tales. Expirada esta, pueden ser revelados a la opinión pública.
Como muestra de esto, recientemente Donald Rumsfeld (nombrado en el artículo) ha editado dos libros de carácter autobiográfico sobre sus experiencias en la Casa Blanca. En estos libros cita textualmente conversaciones con el presidente sobre conflictos armados y otros casos. Donald Rumsfeld debe ser buen conocedor de la máxima que dice: “Si quieres asegurarte un buen lugar en la historia, sé el primero en escribirla”. "