Hoy quisiera abrir la mente y dejar escapar un recuerdo por unos momentos que aunque es lejano en el tiempo, lo siento en mi corazón tan cerca, tan intenso y emocionante como aquel día. Quisiera poder dejar escrito lo que mi memoria recupera en tantas ocasiones pero que justo hoy, justo esta noche, esta madrugada, tiene mayor sentido que nunca porque me conecta a aquel momento haciéndome sentir allí como si existieran los giratiempos y hubiera accionado uno de ellos.
Hoy es noche de Reyes y en casa siempre tuvimos la costumbre de levantarnos de madrugada a ver nuestros regalos. Como cualquier niño, la emoción de saber que cuando despertases te encontrarías junto a tus zapatos cositas que habías pedido por haber sido bueno o simplemente alguna que otra sorpresa que siempre era bien recibida (los Reyes eran muy listos!) era razón suficiente como para no poder dormir. Y aquel año no fue la excepción. Lo que no sabía yo es que esa noche ratificaría que algo había brotado en mí, algo que se mantuvo en mi corazón con el tiempo y ahora me tiene aquí, así, orgullosa de quererle, de admirarle, pero rota por recordarle y extrañarle.
La noche de Reyes, mi hermano solía ser el encargado de despertarnos a mi hermana y a mí, y sigilosamente, los tres recorríamos el pasillo de puntillas para que mis padres no se dieran cuenta, hasta que llegábamos a la salita de estar, esta misma salita en la que ahora sigo sentada después de tantos años. Esas "escapadas nocturnas" que hacíamos cada noche de Reyes es el recuerdo más bonito que tengo de mi infancia. Sinceramente no recuerdo qué me regalaron aquel año, si fue alguna muñeca, algún juguete en concreto... no lo sé. Imagino que así sería porque con 8 años no creo que pidiera alguna otra cosa más extraña. Pero lo que sí recuerdo claramente como si estuviera pasando la imagen ante mis ojos es cuando, emocionados y ansiosos por ir empezando a abrir los regalos, entre risas nerviosas y siseos para no hacer ruido, le vi. Era uno de los regalos de mi hermana pero ahora sé que realmente estaba destinado a mí. Ahí estaba la carátula de aquel disco de vinilo donde un chico moreno, de cabello rizado, ojos profundos y expresión serena me miraba fíjamente. No podía ser... era él! Le había visto solo unos días antes en aquel video que tanto miedo me dio por la cantidad de zombis que salieron pero el cual no pude dejar de ver fascinada por el baile, por la música. Era él, la persona que en aquel momento era desconocida para mí pero que con el tiempo se convertiría en una parte fundamental en mi vida, una evasión con cada una de sus canciones, un disfrute absoluto con cada una de sus coreografías, un aprendizaje con cada una de sus letras. Era él, era Michael.
Recuerdo que mi hermana cogió el vinilo y lo puso en el tocadiscos con el volumen bajito para "amenizar" la apertura del resto de los regalos. Pero yo ya no estaba pendiente de lo que había junto a mis zapatos. Por una parte me sentía hipnotizada por aquella mirada tan limpia, tan clara, que desde la portada puesta de pie en el sofá, parecía seguirme, parecía querer conocer hasta dónde estaba consiguiendo calar en mí. Por otro lado, reconozco que conforme escuchábamos las canciones una tras otra, tenía miedo de que aquella en la que hacía unos días habían aparecido tantos zombis comenzara a sonar y en cualquier momento empezaran a aparecer muertos vivientes por todas partes. Recuerdo tan vívamente esa mezcla de emoción y miedo que hasta me siento temblar como tuve que temblar aquella noche, hasta el corazón me late como debió latirme, nervioso pero a la vez conectando mis latidos al ritmo de la música (verdaderamente fue un alivio que Thriller terminara sin visos de ningún zombi apareciendo por debajo del sofá
) De todo esto hace 26 años, en aquellos Reyes del 84, en aquella noche cuando escuché por primera vez el que sería el album más vendido de todos los tiempos, aquella noche en la que sentí que Human Nature llegaba a mis oídos para quedarse toda mi vida sonando. Pero sobre todo, aquella noche en la que Michael se aseguró de convertirse en parte de mi vida, haciéndose un hueco en mi corazón que llenaría con el paso de los años de música, de magia y de mucho Amor. 26 años ya y lo recuerdo todo tan claramente como claro tengo mis sentimientos aunque ahora estén nublados de dolor y tristeza.
Esta noche celebro con él ese "primer encuentro" oficial, ese momento en el que me habló con sus ojos, con su expresión, haciéndome sentir que había encontrado a alguien especial, alguien que no solo iba a ser un cantante más; alguien que a pesar de tener yo solo 8 años en aquel entonces entendí que simplemente por la magia que había visto en él bailando días antes, ya iba a significar mucho para mí. Lo que no imaginaba en aquel momento es CUANTO.
Desde el 25J, tengo sobre un sillón de esta salita todos sus discos en lugar de tenerlos guardados. Y ahora mismo, desde ese sillón, me sigue mirando con su traje blanco y su camisa negra, echado en el suelo seductor, esperando quizá que vuelva a poner el vinilo sobre el plato para escucharle igual que aquella noche (lástima que no me funcione el tocadiscos) pero sobre todo, sabiendo que ya no tiene que indagar qué efecto puede producir en mí porque lo sabe. Sé que lo sabe.
Brindo por esta noche, mi querídisimo Michael, por la noche de hace 26 años en la que nos "conocimos", convirtiéndose tu presencia en el mayor regalo que los Reyes de Oriente trajeron a casa pero que tú, el REY, trajo hasta mi corazón.
Besos para todos :cor: